Capítulo 21

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Habían pasado dos semanas desde el incidente en el parque con su padre, dos semanas en las cuales se había sentido en la incertidumbre, y es que muchas cosas habían cambiando desde ese día.

La primera de ellas era que unos hombres de mirada seria habían venido a la casa y pasado casi dos días enteros en ella trabajando, cuando le pregunto a Bastian él tan solo le dijo que necesitaban arreglar unas cosas, pero no le creyó del todo.

La segunda de ellas fue la actitud de Maximus, sentía que había cambiado su modo de tratarla, era más serio, además de que muchas veces lo había descubierto mirándola de una forma... extraña, como si algo en su forma de percibirla hubiera cambiado, y eso la hacía sentir expuesta, vulnerable, a la espera que dijera las palabras finales antes de sacarla de su vida.

Y eso la llevaba a la tercera cosa, su tutor privado, era una mujer de aproximadamente unos cincuenta años, podía decirlo por las leves arrugadas que adornaban sus ojos, seguramente habían salido por su piel blanca, y esas pecas cafés que adornando sus manos y pecho, le parecían... fascinantes, eran como pequeños planetas en una galaxia tan blanca como la luna, además de que le llamaba profundamente la atención su pelo rubio, pero sobre todo sus vivaces ojos azules.

Ella era... bueno podía decir que Anabel Clairmont era una mujer estricta, de carácter, pero sobre todo paciente. Y eso era algo que Alina había descubierto en esas dos semanas de clase.

No podía decir que las cosas hubieran cambiado mucho precisamente con respecto a su antiguo instituto, al menos no con ella. El tema de los estudios era demasiado complejo para Alina, había mantenido la tonta esperanza que al no estar bajo toda la presión bajo la que se encontraba pudiera aprender, tal vez... hasta ser inteligente. Pero no lo era, seguían siendo la misma niña tonta de siempre.

¿Maximus se enojaría cuando la señora Clarimont le diera su informe con respecto a sus exámenes?, porque sí, su tutora le había dicho que verían pocos temas, pero de forma profunda y que las evaluaciones serían cada dos semanas. Eso era todo un infierno.

Hacía pocos minutos que su tutora se había ido dejándola sola en la sala de la casa, y por primera vez deseo que las horas de sus clases hubieran pasado más lentamente, no quería ir a la oficina de Maximus, no sabía si en algún momento mientras ella estuviera con él le llegarían sus notas, era tonto, porque sabía que las tendría en algún punto, pero no quería que fuera ahora.

Necesitaba aire, sentía que se estaba asfixiando.

Veloz se apresuró en salir al patio trasero y una vez en él dio hondas respiraciones, eso siempre la ayudaba a relajarse, y esta vez no era la excepción.

—Él finalmente se dará cuenta que soy una completa tonta, ¿será que ya lo sabe, por eso su cambio de actitud conmigo?

Por estar tan sumida en sus pensamientos no se dio cuenta que una enorme bola de pelos color café corría hacía ella desenfrenada. Ares estaba a su lado oliéndola tan ruidosamente como solía hacer.

Alina se quedó petrificada, no podía moverse por más que lo deseara, el miedo la había consumido; y es que a pesar de que en los días anteriores Maximus había intentado que se conocieran, que ella pudiera jugar con el enorme can simplemente no había podido, el temor a que el perro la mordiera era demasiado.

—Ho... hola bonito. –Su voz fue poco más que un chillido de miedo, y es que no veía a ninguno de los hombres por el patio, lo que significaba que estaba sola con el perro.

El animal dio unas cuantas vueltas a su alrededor antes de ponerse a ladrar, a ojos de Alina, ferozmente.

—Por favor no me vayas a morder... por favor –sintió como todo su cuerpo comenzaba a tensarse, más la respiración no comenzó a faltarle, el ataque estaba controlado.

Mi pequeña princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora