Unas suaves caricias sobre su espalda la despertaron, amodorrada escondió su rostro entre las almohadas y la suave cobija que la cubría, aún no quería despertar.
—Si no comenzamos a arreglarnos ahora no estaremos listos a tiempo ratoncita.
¿Listos para qué?, la incertidumbre la hizo destaparse el rostro y voltear a ver a su padre quien le dedicó una gran sonrisa.
—¿Saldremos?
—Creí que tal vez desearás salir a pedir dulces cariño, ¿me he equivocado?
Ante la mención de esa tradición de la cual nunca había tenido la oportunidad de formar parte, al menos no realmente ya que poco recordaba de cuando lo hacía con su madre se puso en pie emocionada.
—No, en verdad quiero ir papá, ¿iremos, nos disfrazaremos?
—Lo haremos cariño –dijo tomándola en brazos y recargándola contra sus caderas a lo que rápidamente la castaña se aferró de ellas con sus piernas—. Ya tengo nuestros disfraces, de hecho todos nos disfrazaremos.
—¿En verdad?, ¿hasta el tío Cal, huesitos y el príncipe encantador? –sus mejillas se sonrojaron ante la risa de su padre, tal vez no debería de llamar de ese modo a sus tíos.
—Todos ratoncita, cada quien tiene su disfraz y en estos momentos se están preparando.
—¡Quiero verlos! –se removió entre los brazos de su padre inquieta, quería ir a ver los disfraces de los demás.
—Cuando te hayas bañado y estés listas iremos a verlo, mientras tanto no señorita.
Alina hizo un puchero ante la negativa dada, pero no dijo nada más, sabía que sería casi imposible que su padre cambiara de opinión, una vez que había tomado una decisión se mantenía firme con ella.
—¿A dónde vamos papi?
—A mi cuarto ratoncita, tomaremos un baño juntos –ante ese hecho las mejillas de la pequeña castaña se sonrojaron, nunca antes se había bañado con nadie, ni siquiera con su padre... ¿cómo sería verlo? Avergonzada ante ese pensamiento escondió su rostro en el cuello del pelinegro—. ¿Sucede algo cariño?
—No...
Alina podía escuchar las risas masculinas provenientes de una recámara en específico, al parecer todos los hombres se encontraban en ella, pero qué era tan gracioso.
—¿Podemos ver que sucede papi? –Max le dedicó una mirada divertida, pero negó con la cabeza y siguió de largo en el pasillo llegando a su habitación.
—Entre más rápido nos arreglemos más rápido saldremos cariño.
Con cuidado la dejó sobre el cambiador.
—Voy a preparar el agua de la bañera ratoncita, no intentes bajarte. –La castaña asintió obediente, aunque encontraba innecesario que la dejará ahí.
Un par de minutos habían pasado en los cuales Alina se dedicó a jugar con sus dedos para evitar el pensamiento de que por primera vez tomaría un baño con su padre.
—Listo, es hora del baño.
Permitió que el pelinegro la desvistiera y retirara su pañal para después llevarla hacía la gran bañera, si ella creía que la tina que estaba en su cuarto era amplia ésta era enorme, seguramente cabrían varias personas juntas ahí dentro.
—Hoy no habrá bomba de colores ratoncita, pero sí tendremos burbujas. –Lentamente la introdujo en el agua y permitió que chapoteara unos cuantos minutos antes de comenzar a desvestirse.
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Mi pequeña princesa
RandomUn hombre que lo tiene todo en la vida, viajes, mujeres y una cuenta corriente de miles de millones de dólares, pero siente que algo le falta, algo que el dinero no puede comprar realmente. Ella, una niña que ha tenido que convertirse en adulta dem...