Capítulo 16

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Aletargada. Así es como se sentía, somnolienta.

Lentamente fue abriendo los ojos, descubriendo que todo a su alrededor se encontraba a oscuras, las cortinas estaban echadas y por el ligero color que comenzaba a vislumbrarse podía apostar que estaba amaneciendo.

Se sentía incomoda, el pañal entre sus piernas le molestaba, no era una sensación desagradable, solo no era... comodo. Quería ir al baño, no, más bien necesitaba ir al baño.

El día de ayer había regresado con Maximus cuando la noche comenzó a caer, y para su total sorpresa después de cenar cayó dormida entre los brazos del pelinegro viendo un programa de animales en la televisión, ni siquiera se había percatado de cuando la había metido en la cuna.

Cierto... había dormido en una cuna. Se revolvió dentro de su espacio, dándose cuenta que era amplio, aún estirada sus brazos no chocaban con los barrotes, y el colchón bajo ella era mullido y suave, ni que decir de las cobijas.

Una mirada rápida a sus ropas le dijo que también había sido cambiada de muda sin percatarse de ello, ahora llevaba un enterizo en color azul pastel. La idea de tener que quitarse esa cosa completa para ir al baño no le agrado del todo.

¿Habría una manera de ir a hacer pipí sin que Maximus se diera cuenta que no había hecho exactamente en el pañal?, tal vez... si rociaba algo de agua sobre el pañal pareciera pipí, después de todo el siempre palpaba su trasero en busca de comprobar si hacía falta un cambio, con que lo sintiera mojado bastaría.

Con esa idea en mente se puso en pie y examinó las barras altas que le impedían salir, no veía ningún seguro, pero tampoco es como si pudiera ver mucho dentro de la oscuridad del cuarto.

Lentamente palpo a los costados del frente de las barras, buscando algún perno que bloqueara la salida, pero no encontró nada. A ese paso su vejiga explotaría antes de que ella pudiera descubrir como salir de esa odiosa cuna, plan B, saltar.

Trato de salir sobrecruzando una pierna sobre la parte alta de la barra, pero lo único que consiguió fue quedar enganchada, su primera impresión había sido acertada, sería difícil salir de esa cosa.

Su segundo intento termino peor que el primero, tras haber examinado la altura de los barrotes y la suya misma decidió que dándose un impulso para pasar medio cuerpo sería mejor, pero solo consiguió que su entrepierna doliera al quedar enganchada y no poder descender.

Volvió a intentarlo.

Esta vez decidió que lo mejor sería brincar completamente y quedar sobre su estómago, lo logro, pero un dolor en su vientre bajo le hizo saber que estaba a punto de hacerse pipí, antes de poder saltar del otro lado unos pasos le hicieron saber que Maximus venía por ella, asustada se dejó caer nuevamente dentro de la cuna. 

La puerta se abrió completamente dejando entrar la luz del pasillo e iluminando la alta figura del pelinegro. A comparación de ella, él ya se encontraba cambiado y arreglado, por lo húmedo de su cabello no había duda de que hasta había tomado un baño.

—Buenos días ratoncita, parece que alguien se despertó temprano hoy.

Alina no dijo nada, concentrada en no dejar salir nada de su vejiga, sería demasiado vergonzoso que eso pasara, ella era una adulta, las mujeres adultas no se hacían pipí encima, mucho menos en un pañal.

Vio como Maximus se acercaba a las grandes cortinas y las abría de un amplio movimiento, había tenido razón, el exterior lucía claro pero con un tono azul desdibujado, era temprano, tal vez las ocho u ocho y media de la mañana.

—Vamos a cambiarte, he pensado que será mejor tomar un baño después de la siesta, así estarás lista para la noche, y seguro dormirás mejor. Arriba.

Mi pequeña princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora