Con pereza abrió los ojos, lentamente, pero tuvo que volver a cerrarlos cuando un poco de la claridad del exterior golpeó contra ellos.Enfurruñada se tapó la luz con una de sus manos, le molestaba mucho que dejaran una parte de la cortina abierta, aunque sabía que eso también era su culpa, pues siempre pedía que se quedara de ese modo para no estar completamente a oscuras por la noche.
Se estiró cuan larga era antes de sentarse dentro de la cuna, aún con sueño observó a su alrededor y no pudo evitar que una sonrisa se posará en su rostro, nunca ni en sus más locos sueños imaginó vivir algo parecido, pero no se arrepentía de nada, en especial de haber encontrado a Maximus, ese hombre que había logrado cambiar su vida, y a quien ahora veía como un autentico padre.
¿Se abría ido al trabajo ya?, seguramente sí, por lo general todas sus mañanas eran iguales, despertar y ser atendida por los gemelos, para ser llevada después con Max a su oficina... o bueno, eso había sido antes, cuando tenía una tutora, pero ahora... ¿se habría ido porque era demasiado tonta como para tratar de enseñarle?, ¿qué pensaría su padre de ella ahora?
El sonido de unos pasos resonando por el pasillo le hizo saber que alguien venía a verla.
—Buenos días Alina. –Del otro lado de la puerta se encontraba Basil con una radiante sonrisa en el rostro, una que no pudo devolver por las dudas que la habían embargado.
—Hola...
—Ey, qué sucede princesa, ¿estás triste porqué tu papá se fue a trabajar?
—No... es que... ¿ya no tendré un tutor? –al parecer su pregunta tomó por sorpresa al castaño pues se quedó unos minutos en silencio, lo sabía, era demasiado tonta como para perder el tiempo de alguien.
—No lo sé princesa, el señor Dragomir no nos ha dicho nada, ¿eso te ha puesto triste?, creí que el tiempo que pasabas con la señora Clairmont no era tu favorito.
La castaña no pudo evitar hacer un puchero, ciertamente no disfrutaba del todo el tiempo que pasaba con esa estricta mujer, muchas veces llegó a pegarle con una regla o a levantarle la voz porque no lograba comprender las cosas después de varios y repetidos intentos, pero aún con ello no aborrecía del todo el tiempo que pasaba con ella, porque descubrió que le gustaba algunas de las materias que le enseñaba y en ellas era buena, realmente buena, ¿o tan solo había creído que lo era?
—Ella no era la mejor, pero... –se calló en cuanto vio el ceño fruncido en el rostro de Basil, ¿había dicho algo que no debía acaso?, temerosa guardo silencio.
—A qué te refieres con que no era la mejor princesa, ¿ella te hizo algo? –por primera vez no estuvo segura de si hablar era buena idea o no.
—Ella... ella era estricta, es solo eso... –por el gesto que aún conservaba el castaño en su rostro estaba segura de que su respuesta no le había gustado, pero ella había dicho la verdad, no iba a mentir, la señora solo había sido estricta con ella, como algunos de sus anteriores maestros de cuando iba a la escuela, no había hecho algo que mereciera un llamado de atención.
—Está bien princesa, pero quiero que sepas que cualquier cosa que suceda y no te guste, por mínima que sea puedes decírmelo a mi, a mi hermano, a cualquiera del equipo, y sin duda a tu papá, ¿soy claro Alina?, cualquier cosa, nosotros decidiremos si es de importancia o no.
La aludida tan solo asintió un poco confundida por el tono fuerte que había usado Basil con ella, pocas veces lo había visto así de serio, y nunca había sido con ella.
—Muy bien, vamos a cambiarte. Hay algunos trucos nuevos que le hemos enseñado al pequeño Apolo que debes de conocer.
Ante la mención de su adorado perro cualquier rastro de temor que pudiera existir en la castaña desapareció, y rápidamente se puso en pie para que la cargaran y sacaran de la cuna.
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Mi pequeña princesa
RandomUn hombre que lo tiene todo en la vida, viajes, mujeres y una cuenta corriente de miles de millones de dólares, pero siente que algo le falta, algo que el dinero no puede comprar realmente. Ella, una niña que ha tenido que convertirse en adulta dem...