Capítulo 23

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La reunión había tardado más de lo que había previsto, pero nada podía hacer al respecto, tenía que concretizar ese trato a como diera lugar, el imbécil de Ivanov había roto varios contratos con su empresa, importándole poco la sanción que eso representaba para él.

Zafrina si que había logrado ser un incordio en su vida, no se había conformado con crear un escándalo de una relación inexistente, si no que también había conseguido que su loco padre rompiera lazos con él. No era algo que afectará vitalmente a su empresa, pero sí, al menos, lo ponía en una visión comprometedora ante el mundo. 

Tenía que calmarse, no podía ver a Alina en ese estado. Se había dado cuenta que los estados fuertes de animo como el enojo o los gritos solían poner muy nerviosa a la castaña, y eso no era bueno para su salud mental.

En este tiempo había estado entrevistando a algunos candidatos para psicólogo de su chiquilla, tanto hombres como mujeres, pero a pesar de que todos eran realmente buenos en su trabajo, los mejores a decir verdad, no veía esa empatía que sabía que Alina necesitaría.

Con un suspiró salió del elevador cuando las puertas se abrieron, y no le pasó desapercibida la mirada angustiada que su secretaria le dedicó.

—¿Qué sucede Madeline?

—Bueno, verá... la señorita Dragomir... ella –si había algo que Maximus odiaba además de las mentiras eran las divagaciones.

—Ve al punto.

—La señorita Alina ha desaparecido señor.

De entre todo lo que le pudo haber dicho eso nunca se lo esperó, ¿Alina se había ido, por qué, a dónde? Miles de posibilidades comenzaron a danzar por su cabeza, cada una más arriesgada que la otra, y es que no podía conectar el punto A con el punto B.

—Quiero que revisen las cámaras de seguridad en este momento, y vean si Alina dejó la empresa.

No esperó respuesta de su secretaria pues se puso en marcha de nuevo hacía el elevador del cual acaba de salir. Furioso sacó su teléfono buscando en sus contactos el número d su jefe de seguridad.

—Dígame señor Dragomir.  

—Quiero que me esperes con el coche en la entrada de la empresa cuanto antes, y dile al resto de tu equipo que el responsable de no haber cuidado a Alina como se merecía pagará las consecuencias.

Cortó la llamada y presionó el punte de su nariz, no podía perder la calma, su chiquilla no podría haber ido muy lejos en caso de que hubiera salido de la empresa, no tenía cómo moverse ni dinero con ella, lo cual limitaba sus opciones, solo era cuestión de tiempo el encontrarla.

¡Joder!, sin pensarlo estrelló su puño contra una de las paredes del elevador tratando de calmarse. No podía comprender qué había impulsado a Alina a tomar la decisión de irse, qué había hecho mal, en qué se había equivocado, llevaban casi un mes juntos y todo parecía ir bien.

Cuando el timbre sonó y las puertas del elevador se abrieron salió respirando hondo, tenía que mantener la compostura, ante todo era el dueño de una multinacional, y lo que menos necesitaba en esos momentos era un escándalo.

Saludo con vagos gestos a todo aquel que le lo saludaba, pero no se entretuvo con nadie, tenía que llegar al coche que ya lo esperaba a la entrada de la empresa.

Una vibración lo hizo detenerse a pocos pasos del coche, un mensaje. Sin pensarlo cogió su teléfono observando el remitente, desconocido.

    Desconocido: La señorita Alina Dragomir se encuentra a salvo con el señor Eliot Dragomir, la hemos interceptado en la Iglesia de Santa Monica. Ella esperará por usted en la residencia del señor.

Mi pequeña princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora