Capítulo 39

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Odiaba tener que permanecer en el hospital durante tanto tiempo. Realmente lo odiaba.

Primer punto: la comida era espantosa, no tenía sabor.

Segundo punto: tenía que vestir una ridícula bata que dejaba a la vista toda su retaguardia esponjosa, porque sí, su padre no le había permitido estar sin el pañal.

Tercer punto: el olor a desinfectante y esterilidad la estaba volviendo loca.

Cuarto punto: extrañaba poder ir de visita a la oficina de su padre por las tardes.

Peor bueno, no todo era taaaan malo... También había sus cosas buenas.

Uno: ser consentida por todos, en especial por Husitos, algunas veces él contrabandeaba comida para ella.

Dos: poder estar cada que quería con Bastian y Basil.

Los ojos de la castaña se llenaron de lágrimas en cuanto recordó el estado en el que se encontraba su amigo, su hermano por elección.

Su tío Cal había dicho que se encontraba fuera de peligro, que lo crítico había pasado, pero él... dios, de tan solo recordar que lo habían inducido al coma por la inflamación de su cerebro algo dentro de ella se desgarraba.

—No, no, tienes que ser fuerte Alina, tienes que ser fuerte por Bastian, a él no le gusta cuando lloras.

Tomó hondas respiraciones, una tras otras tras otras, hasta que sintió que volvía a tener el control sobre sí misma.

Unos toques en la puerta la hicieron sonreír, sus tíos no podían estar lejos de su habitación por demasiado tiempo.

—Adelante.

Se aseguró de estar correctamente sentada, no deseaba que por un descuido su pañal se viera.

Cuando la puerta se abrió no pudo contener su sorpresa, era el señor Dante Esposito, pero qué hacía aquí.

—Buenos días Alina, mi hermano me ha dicho que te encuentras mucho mejor ahora.

—Ho... Hola señor Dante. Sí, ya me encuentro mucho mejor. Tuve la suerte de que casi todos los golpes fueron superficiales. –No pudo evitar hacer una mueca ante ello, sabía que nada de eso había sido su culpa, pero aún así era doloroso saber el estado en que se encontraban los gemelos y ella en cambio no.

—¿Y eso es malo Alina?, tu padre estaba sumamente preocupado cuando le dijimos lo que había ocurrido. Nunca había visto a Maximus Dragomir a tal punto de colapso para ser sinceros.

—Yo... no es eso, es que...

—¿Es por Bastian?

Alina asintió tímidamente y contempló como el mayor dejaba sobre la cama un nuevo peluche, éste era el 6 de su pequeña colección personal.

La castaña tomó entre sus manos el pequeño perro, era esponjoso y mullido, y también olía a vainilla, y eso la relajó. No era el señor León, pero era mejor que nada.

—No es justo que él haya sufrido tantos golpes cuando yo salí casi inmune del accidente, y Basil, dos de sus costillas están rotas, ¿por qué a mi no me paso nada?

—Podemos suponer que fue cuestión de suerte Alina. El mayor golpe del impacto estuvo del lado del copiloto en la parte delantera, suponemos que las costillas rotas de Basil fueron debido al impacto de su cuerpo contra el interior del coche.

—Pero no es justo... –quería gritar ir hacerle ver a todo mundo que lo que había pasado era tan injusto, no solo para ellos tres, sino para los 7 coches que se estrellaron uno tras otro provocando una carambola.

Mi pequeña princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora