43. Después de todo... amigos.

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(Después de todo... amigos)

Linkin Park— In the end.

Yo realmente no lograba escuchar nada.

No escuché el ruido de las sirenas. No escuché los siguientes disparos. No escuché los gritos de furia de Lander. Y no escuché nada los segundos después de eso.

Mis ojos, carentes ya de cordura, quedaron en Jaxson. En su rostro húmedo, sus ojos entrecerrados, sus labios quejumbrosos y sus muecas de dolor.

—Eira.

Al oír mi nombre en su voz, fue como si una alarma se encendiera dentro de mi cabeza.

Con las manos temblorosas, apoyo las palmas sobre la herida en su estómago y presiono.

Pero antes de hacer la fuerza suficiente para detener el sangrado de su herida, sus manos enguantadas encuentran las mías y las aprieta con fuerza.

—Rubia...

Abro la boca, intentado decir algo, pero era como si alguien o algo, de algún modo, me hubiese quitado la capacidad de hablar.

Mis ojos lagrimean, tanto, que veo las gotas caer de mi barbilla hacia su pecho.

Sé que todo detrás de mí es un revuelo, sé que ha entrado más gente a la habitación, sé que todos en el piso, sobre todo los demás pacientes, se han dado cuanta de la escena que transcurre en el mismo pasillo.

Y, sin embargo, no hago más que mirar a Jaxson.

—No llores—lo dijo despacio, lastimero y débil y sólo con aquellas palabras y el tono de su voz, me hizo llorar aún más—. No quiero verte llorar.

Abro la boca, pero la vuelvo a cerrar cuando lo único que consigo pronunciar es un gran sollozo.

Él hace presión en mis manos, sus dedos suben hasta mi muñeca y con movimientos lentos, empieza a trazar líneas invisibles en mi piel con sus últimas fuerzas.

—Haz algo...—tose en medio de la oración, inclino mi cuerpo más hacia él, negando descontroladamente con la cabeza en un intento de decirle que deje de hablar, sin embargo, él no se rinde—. Q-quítame los guantes.

Alguien me agarra de los hombros y me empuja hacia atrás, pero me muevo con fuerza de tal forma que logro apartarme de su agarre.

Vuelvo a agarrar las manos de Jaxson y lloro un poco más.

Esto no podía estar pasando. Debía ser una pesadilla. Otra de tantas. Cómo desearía que así fuera. Cómo me alegraría de que fuera irreal.

—No...

Él me da un tirón en la mano, haciéndome callar el único monosílabo que dije.

—Por favor, por favor... q-quítalos... necesito que v-veas.

—Llamen a una ambulancia—susurro sin apartar la vista de él—. ¡Llamen a una puta ambulancia!

¿En dónde carajo estaban los médicos de este lugar?

Vuelven a agarrarme de los hombros y cuando estaba lista para soltar un codazo, alguien me agarra la cara con fuerza y me hace girarla.

—Hay que salir de aquí.

El rostro de Lander aparece delante, muy cerca de mí. Me sostiene del rostro con firmeza, casi como si me prohibiera mirar al chico que se encuentra agonizando junto a mí.

Dulce Error ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora