(Fuera de clase)El pasillo principal de la universidad está repleto de estudiantes que tratan de encontrar su salón con prisa. Estudiantes que, al igual que yo, van tarde.
—Eira, Eira, Eira—me llaman.
La pelirroja se detiene frente a mí y me mira.
—Te necesitamos en la reunión.
—Lo siento, pero dije que hoy no podía.
—Pero es que...
—Reece, de verdad voy tarde, me lo dices después.
—Pero...
—¡Adiós, te veré más tarde!— le grito mientras corro por el pasillo, tratando de encontrar mi salón.
Me detengo frente a la puerta 34 y sin pensarlo, toco varias veces. La puerta se abre un minuto después. Albert Frederick, profesor de finanzas avanzadas, me mira de arriba abajo de manera acusadora. Su cabello canoso y las arrugas en su cara delatan su vejez.
Yo me acomodo mi cabello y le doy una sonrisa inocente.
—Lo siento, yo...
—¿Por qué debería dejarla pasar, señorita Brown?—me interrumpe con su voz rasposa.
Yo jugueteo con mis manos, nerviosa.
—Porque... ¿quiero graduarme?
—¿Y cree que llegando tarde a todas las clases lo va a conseguir?—acusa.
Yo cambio mi expresión a una más indignada.
—Discúlpame, profesor Frederick, pero esta es la primera vez que llego tarde a su clase y si cree que...
—Entra—ordena. Yo cierro la boca de golpe y lo miro sin entender—. ¿O prefieres quedarte afuera? Cualquier opción que elijas me parece bien.
Entro con prisa antes de que se arrepienta de su decisión y me dirijo a mi puesto. El chico pelinegro ya se encuentra ahí, serio.
Me mira con sus pupilas escondidas detrás de sus gafas. Me he dado cuenta que Lander sólo usa gafas en ciertos casos. Hasta ahora, sólo lo he visto con ellas en clase. El reflejo que la luz interpone sobre estas no deja apreciar el azul de sus ojos.
Aparta la mirada. Lo ignoro y acomodo mis cosas con prisa para devolver la atención al profesor.
—... Sus trabajos al menos deben estar ya adelantados. Esta es la nota más importante de su semestre, más les vale poner todo su esfuerzo en él y hacer un buen trabajo porque no me temblará la mano para hacer que reprueben todos.
¿Por qué habla siempre como si estuviera gritando?
Coloco mis codos sobre la mesa y masajeo mi sien. Cierro los ojos y trato de que la desesperante voz del hombre no me haga estallar.
Abro los ojos cuando el movimiento brusco de Lander cuando coloca sus manos en la mesa suena con fuerza. Observo sus brazos, las venas que se marcan en su piel y... sus nudillos apretados.
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Dulce Error ©
Подростковая литератураDicen que después de la tormenta viene la calma, sólo que éste no era el caso. Ella no sabía exactamente qué hacer con su vida. Él intentaba luchar con algo que lo descontrolaba. Ella siempre se reprimía. Él era muy impulsivo. Ella era una sobrevivi...