15. Escasas confesiones.

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(Escasas confesiones)

Jaxson camina a mi lado en silencio. El pasillo que nos lleva a la enfermería es extremadamente largo. Jaxson me empuja con su hombro, haciéndome doblar hacia el siguiente pasillo.

A la derecha están las habitaciones para pacientes con heridas graves, a la izquierda para los leves y en el fondo está el ala de medicación psiquiátrica.

Seguimos caminando hasta llegar a una de las habitaciones de la derecha, mira a ambos lados hasta que Dani, una de las enfermeras, se coloca frente a nosotros. Su rostro parece sorprendido al verme, pero luego lo cambia a una expresión de amabilidad.

—Eira, cuánto tiempo sin verte.

Le doy una sonrisa de boca cerrada.

—Aquí me tiene—digo, alzando los brazos—. Puedo escapar del hospital, pero no de las terapias.

Ella acomoda la pila de toallas que lleva en sus brazos y asiente.

—Sí, he oído hablar de ellas, aunque su grupo es el más confiable y más organizado, según dicen.

Miro a Jaxson con extrañeza, él me devuelve la mirada.

—¿Grupos? ¿hay más?—pregunto.

—Por supuesto. Son muchos pacientes internos y externos los que necesitan de las terapias. El asesor jurídico y los de logística decidieron dividirlos por grupos.

—Ah, no lo sabía—digo pensativa.

—Bueno, linda, pero eso no importa—dice restándole importancia, mira a Jaxson y luego baja la mirada a su mano. Observa con detenimiento las heridas—. Eres Jaxson, ¿no? Aspen me dijo que me encargara de ti.

—Lo soy—se limita a decir.

Ella asiente y se da la vuelta, nosotros la seguimos.

Entramos a una de las habitaciones y la vemos dirigirse hacia el estante que contiene los medicamentos. Saca una cajetilla de algodón y lo que parece ser alcohol, luego saca un tarro lleno de pastillas.

—Es para el dolor y para una mejor movilización en las muñecas. Ten, te ayudarán—Jaxson las toma y juguetea con ellas entre sus manos.

Dani deja el puñado de toallas en un estante y nos hace sentarnos en una de las camas.

—Ahora vamos a limpiarlas. ¿Hace cuánto que las tienes? Las heridas, digo—pregunta, desprendiendo un pedazo de algodón del resto.

Ella no parece sorprendida al ver lo maltratadas y heridas que tiene Jaxson las muñecas.

Y no debe sorprenderse, trabaja en un lugar en donde más del 50% intenta hacerse daño a sí mismo. Jaxson hace parte de ese otro 50% que sufre a causa de varias personas del servicio de auxiliares.

Dani mueve una silla y la deja frente a nosotros, se sienta y le toma la mano enguantada a Jaxson sin pudor alguno.

—Tardarán como máximo, dos semanas en curarse—anuncia—. Debes cuidártelas. Tendrás que venir aquí cada tarde para poder hacerte este mismo procedimiento. No podemos dejar que se te infecten.

—Creí que ya estaban infectadas—murmura, inclinándose para ver qué es lo que ella hace.

—Sólo es un poco de materia. Nada grave en comparación de lo que puede pasarte si no te las limpias con regularidad.

Ella empapa el algodón con agua y deja el vaso a un lado de la botella de alcohol. Vuelve a atraer la mano de Jaxson hacia su regazo y presiona el pedazo de algodón sobre la piel viva de Jaxson.

Dulce Error ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora