21. Falsas especulaciones.

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(Falsas especulaciones)

Era ella, la chica que ocultaba hermosos secretos, pero que
muy pronto acabarían destruyéndola.

—¿Brown?—la voz de Lander hace que pegue un brinco en mi puesto y mire hacia la puerta cerrada del baño—. ¿Estás bien?

—Ehh... sí.

No se escucha nada por unos segundos, luego vuelve a hablar.

—¿Necesitas ayuda?—miro esta vez la pared del baño y mordisqueo mi labio con nerviosismo.

Casi nunca, a excepción de Artie, traía a gente a mi apartamento. Casi nunca se me olvidaba traer mi ropa al baño para cambiarme porque, efectivamente, casi nunca tenía que pasar por estas situaciones.

Miro mi cuerpo desnudo y luego miro la puerta cerrada, todo se había quedado en silencio, así que podía escuchar la
respiración suave de Lander.

Coloco mi cuerpo detrás de la cortina como si en algún momento él fuese a abrir la puerta y me viera totalmente desnuda.

—¿Lander?—murmuro.

—¿Sí?

Muerdo la parte interna de mi mejilla y cierro los ojos con vergüenza. Ay, jesusito, ¿por qué me haces esto?

¿Tendría que pedirle el favor de que me trajera una toalla o que me trajera la toalla junto a la ropa? Si tomaba esta primera opción, tendría que pasar casi desnuda y con la espalda expuesta frente a él, y si me iba por la segunda opción, Lander tendría que hurgar entre el cajón de mi ropa interior.

Piensa, estúpida, piensa.

Brown, ¿segura que estás bien?

—¿Puedes hacerme un pequeño favor?—inquiero, él se queda callado unos segundos hasta que vuelve a hablar.

—Claro, por supuesto, ¿qué necesitas?

Paso las manos por mi cabello húmedo y jugueteo con las puntas. Dios, qué vergüenza.

Es que... se me ha olvidado la toalla—mascullo. Mi voz suena más baja de lo esperado.

—¿La toalla?

—Sí, ya sabes; eso con lo que nos secamos cuando salimos del baño y...

—Oh, claro, claro, la toalla—él se detiene, lo escucho tomar una respiración y luego expulsar el aire con lentitud—. ¿Podrías decirme dónde está?

—En mi habitación...

—Vale, vale, voy por ella, espérame un segundo—lo escucho caminar por el pasillo antes de que mi voz lo detenga.

—Lander, espera—miro la puerta del baño como si de algún modo pudiese verlo a través de ella—. Aún falta otra cosa.

—Muy bien, ¿qué es?

—Ropa, necesito ropa. Y ropa interior también.

—¿Ah?

—Están en los cajones que hay al lado de la cama. Toma los primeros que veas; una pantie, un top y una pijama, sólo eso.

—Sólo eso—repite con ironía. Lo escucho suspirar—. Muy bien, está bien. Ya vuelvo con todo.

—Gracias.

Expulso todo el aire que no sabía que estaba contenido y miro mis pies mojados. Había dejado de escuchar la voz de Lander pidiendo una pizza por domicilio hace más de diez minutos. No sabía qué había estado haciendo en todo ese tiempo. Mi cabello goteaba en mi espalda, mientras yo esperaba pacientemente a que el chico regresara.

Dulce Error ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora