25. El viaje a una cabaña.

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(El viaje a una cabaña)

Una semana después.

La última clase terminó a las tres de la tarde. Artie caminaba a mi lado mientras trataba de contener la emoción. Llegamos a la salida de la universidad y nos detuvimos en uno de los banquillos que se encontraban afuera.

—No puedo creer que vayamos a hacer esto—susurra.

—Yo tampoco, pero es una de las cosas que él quiere—digo.

Ella hace una mueca que evidencia su emoción.

—¿De verdad quieres que nosotros vayamos? Digo, si no quieres que los acompañemos, todo bien, ¿eh? No te preocupes.

Ruedo los ojos y le sonrío a mi amiga. Ella frota las palmas de sus manos, ansiosa por saber cuál será mi respuesta.

—No me molesta que vayan y supongo que a Lander tampoco.

Ella ríe estudiasmada, y como no, aparte de que salíamos a vacaciones, también nos íbamos de paseo, si es que a eso se le puede llamar así.

Repaso con la mirada el lugar frente a mí, varios chicos salían y entraban de la universidad, pero ninguno eran los dos chicos que esperábamos.

—Cárter me dijo que Lander tenía una sorpresa para ti—dice Artie de repente.

Fijo mi mirada en ella y luego abre los ojos al darse cuanta de lo que dijo. ¿Lander? ¿el mismo Lander que yo conocía, tenía una sorpresa para mí?

—¿Qué?

—Oh, no, no tenías que saber eso—hace una mueca y me mira con culpa.

—¿Qué sorpresa?—inquiero. Entre Lander y yo las cosas estaban... bien. Bien como cuando te besas con alguien, pero no sabes ni qué son.

Amigos, había dicho yo. Y después de la cena con mis padres, a pesar de lo que me había dicho, ninguno volvió a tocar el tema.

Artie frunce los labios y niega con la cabeza.

—¡Hola! ¿De verdad me crees tan estúpida como para decirte más de lo que ya dije?

—Sí—rueda los ojos y empieza a mirar para todos lados.

—No insistas, es una sorpresa y no quiero arruinarla.

La observo por unos segundos antes de suspirar con pesadez y dejar mi espalda apoyaba en el banco, Artie movía sus ojos por todo el lugar, mirando a quien salía y entraba de la universidad.

—Mira, ahí vienen.

Miro hacia la entrada y veo a Lander caminar junto a Cárter. Varias chicas los miraban con lo que ellas suponían que era disimulo. A la lejanía, justo a unos metros detrás de Lander, la figura de Kelly se divisa entre el gentío, iba acompañada por otra chica, sin embargo, parece no prestarle atención mientras observa a Lander caminar. No habíamos cruzado palabras. De hecho, en los dos años que llevábamos estudiando en el mismo lugar, nunca nos dirigimos ni una sola sílaba a la otra.

Y, para ser sincera, creía que su problema no era conmigo, era con Lander por haberla dejado a un lado.

Ambos chicos llegan hasta nosotras y se plantan enfrente. Lander acomoda la tira de su mochila mientras Cárter le sonríe a Artie.

—¿Y qué? ¿lo hicimos bien?

—¿Hablan de la dramática caminata que acaban de hacer?—dice ella, señalando con un dedo el camino que habían recorrido antes—. Lo han hecho terrible.

Dulce Error ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora