22. En el jardín.

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(En el jardín)

La terapia había acabado hace media hora. Y yo no estuviera sentada en una de las bancas que habían en el corredor del hospital psiquiátrico de no ser porque Jaxson me pidió que no me fuera.

Ambos nos encontrábamos uno al lado del otro en completo silencio. El lugar seguía relativamente lleno, varios adolescentes se paseaban por todo el patio, algunos en compañía y otros simplemente estaban solos.

—¿No diremos nada?—pregunto.

Jaxson se mueve y apoya los codos en sus muslos, luego entrelaza las manos, inclinándose hacia adelante.

—¿Por qué tendríamos que decir algo?

—Porque me pediste que me quedara, si no quieres hablar, no lo hubieras hecho—respondo, poniendo mi cabello sobre mi hombro y peinando varios mechones—. No es por querer sonar grosera, pero... estoy perdiendo mi tiempo aquí.

—Tienes razón, lo siento—él baja un poco la cabeza y despeina su cabello—. Hoy no ha sido un buen día.

Miro su perfil—. ¿Qué ha pasado?

Jaxson tarda varios segundos en responder y cuando lo hace, su voz se escucha demasiado ronca.

—Hace meses no veía a mis padres.

Las palabras dejan sus labios con lentitud. Su voz no suena ni triste, ni melancólica, suena con rabia y malestar.

—Hoy los viste—me atreví a decir. Él asintió—. ¿Eso está mal?

Él pasa una mano por su cara, pensando en qué respuesta darme. Se veía realmente conmocionado. O malhumorado.

—No, digo, sí, pero... no.

—No creo que esa sea una respuesta, ¿te molestó que vinieran?—él no dice nada—, ¿o te molestó algo que te dijeron?

Jaxson levanta la cabeza y me mira.

—Sí—se detuvo—. Ellos nunca fueron... cariñosos ni afectivos, pero, joder, al menos un "¿hijo, cómo te va?" Hubiese sido bueno. La única mierda que me dijeron fue qué tenía que hacer y el cómo tenía que comportarme—expulsa el aire—. Estoy en un puto manicomio, al menos podrían preocuparse por la jodida salud de su hijo.

La rabia en su voz no me sorprende. Jaxson mueve la pierna de arriba abajo con rapidez mientras su mirada está fija en la pared frente a él. Está molesto y ansioso.

—Tal vez no sabían cómo actuar, tener a un hijo en un hospital psiquiátrico no es fácil—digo, pero hasta a mí me pareció patética mi propia respuesta.

Él hace un sonido parecido a una risa, sólo que esta era carente de humor.

—Cualquier cosa hubiese sido mejor que toda la mierda que me dijeron.

—Tal vez sí—digo—, por eso nunca debes esperar algo de alguien, todo el mundo termina decepcionándote. Y es peor cuando es tu propia familia.

Miro a Jaxson cuando una sonrisa cansada se dibuja en su boca.

—Hoy estás especialmente filosófica.

Ruedo los ojos y apoyo mi espalda contra la pared.

—No soy buena dando consejos, sólo estoy haciendo un inútil intento de ayudarte con tu depresión momentánea.

—¿Intentas ayudarme o deprimirme? No me quedó muy claro—Jaxson se incorporan y roza su brazo con el mío. Él pareció no darse cuenta.

—Tómalo como quieras.

Dulce Error ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora