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Hoy no escribo una carta, hoy no tengo a quién escribir... Porque no habéis venido a por mí...
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Era la mañana más brillante del mundo, pero eso no quitaba el hecho de la tristeza que se sentia en aquel lugar.

Max hizo como cada día, fue a la entrada del campamento y de sento en el suelo con la esperanza que alguien vinira a recogerlo.

Pero no se puede esperar, nadie se presentó en esa puerta.

El día paso y los dos consejeros ya habían guardado todo en el coche para irse de ese lugar cuando antes.

Pero no podían dejar en aquel lugar a aquel joven, por lo tanto de pidieron que se subiera al coche y que ellos lo llevarían hasta casa.

Max se negó un poco el hecho de subir en el auto, pero al final acepto que le llevarán hasta su casa.

Primero pasaron con el coche para dejar a Gwen cerca de su casa, la cual no se encontraba muy lejos del campamento, solo hacia falta una pequeña vuelta para dejarla y que luego David llevase a Max a su casa, la cual se encontraba un poco alejada.

Partieron y condujieron un largo periodo de tiempo, David intentaba sacarle a Max tema de conversación en todo eso, pero de notaba que el joven no estaba de ánimo.

Max solo temblaba, de miedo. Que dirán sus padres cuando llegue a casa... Lo dejaron ahí porque lo querían así o de verdad había ocurrido algo.

Pararon un una casa bastante bonita desde fuera, y David ayudo a el pequeño a bajarse del vehículo.

Decidió estacionarlo y esperar hasta que los padres de Max abrieran la casa para poder irse asegurando que Max había entrado seguro en su casa.

Así que espero, y espero. Hasta el punto en el que no podría quedarse en el coche viendo con un niño de 10 años estaba quieto mirando la puerta.

Bajo del vehículo y se acercó Max, el cual lloraba sutilmente al ver que nadie abría su casa

David no tardó en darse cuenta en que algo no era como debería y se puso a buscar alrededor de la entrada de la puerta alguna llave de la casa, por si alguien la había dejado por seguridad, y así encontró una.

De la dio a Max, el cual no se había movido y seguía llorando en silencio, metió la llave en la cerradura y la giro, entrando en su casa.

Lo primero que se dio cuenta fue lo oscuro que todo estaba, al tener todo cerrado. Lo siguiente fue las 20 cartas que se encontraban detrás de la puerta, justo donde caen cuando alguien las pasa por el buzón.

Las 20 cartas que Max había estado escribiendo estos días, estaban todas y sin abrir.

Eso fue lo que terminó de destrozar a Max para que su indeseada teoría se volviera casi una realidad.

David se encontraba en la puerta de la casa viento quieto las reacciones del unico campista que aún le quedaba por devolver a su hogar.

Max no aguanto estar dentro de casa y tuvo que salir hasta ponerse al lado del unico que seguia a su lado. Hasta el punto en el que se cruzaron miradas, uno de sorpresa e intriga, y otro de tristeza y arrepentimiento.

El pelirrojo se agachó hasta la altura del joven , para después darle un abrazo como se notaba que le hacía falta, el otro se lo devolvió, mientras se inclinaba en su hombro y dejaba que las lágrimas se realizarán por sus mejillas.

Cuando se separaron, el pequeño procedió a entrar en la casa y encender las luces, para girarse y mandarle una vaga despedida al consejero de detrás de la puerta, la cual fue cerrada tras eso por el azabache.

Pero David no sé lo permitió, ya que paro la puerta, para volver a cruzar miradas con el triste infante.

- Max... Porque cierras la puerta?

- Ya estoy en casa... Ya puedes irte y seguir con tu vida.

- Max, no te voy a dejar aquí , quizás sea tu casa, pero no voy a dejarte aquí solo... No voy a abandonarte aquí.

- No quiero ser una carga, se vivir por mí cuenta, no tendré ningún problema.

- No voy a dejarte aquí, da igual lo que digas... Max, por favor ... Solo hasta que encontremos a tus padres, ven conmigo hasta que los encontramos.

-David... Eres muy amable, pero no quiero ser una carga, seguro que tienes cosas chulas que hacer, así que déjame en mi casa tranquilamente.

- Creo que no me has entendido joven Max, ahora no lo hare en petición, te digo que no te voy a dejar aquí , así que sube al coche, vivo a media hora de aquí, no estarás muy lejos...

Eso rompió la poca cordura que le quedaba al joven, lo cual le hizo llorar lo que se había reprimido en los últimos 10 años. Y David estuvo ahí para abrazarlo y calmarlo.

David le pidió que fuera a su casa a coger las cosas que necesitase, y que con eso y lo del campamento se irían a la casa de David, y así fue, Max se llevó algunas ropas más, alguna otra tontería suya y las cartas enviadas a esa casa... A sus..  "padres".

Cuando acabaron, los dos cerraron la puerta, dejaron la llave donde se encontraba al principio, y condujeron hacia la casa del adulto, muestras que Max se despedía del vecindario.

Dejaba atrás su casa, para irse una temporada con el consejero odioso que no paraba de molestarle, pero al menos era algo...

Queridos mamá y papá Donde viven las historias. Descúbrelo ahora