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El pequeño sentía como sus ojos se empezaban a mover, sentía todo su cuerpo arder, pero por fin, después de horas se veía capaz de mover. Poco a poco comenzó a estirar su cuerpo magullado.

En el primer intento de levantarse se golpeó la piernas de una manera más dolorosa de lo esperado, aún así lo volvió a intentar de nuevo, y lo consiguió.

Por fin, sus rodillas le seguían en ritmo, agradecía su baja altura y su poco peso, el cual era mayoritariamente debido a la mala alimentación con sus padres, gracias a David subió un poco , a un peso más estable y adecuado.

Dio unos pocos pasos hasta poder acercarse a su cama, se retiró la sangre de la cara, aunque el pelo se mantenía manchado. Se consiguió tirar en la cama y pretendía volver a dormirse, no tenía nada que hacer, sus padres no le darían nada de comer, no sabía ni que hora era, todo daba vueltas.

Pero se acordó del móvil, de su secreto oculto. Así que volvió a hacer un gran esfuerzo, levantándose y andando hasta la repisa donde lo tenía oculto.

El teléfono había grabado 35 minutos, junto hasta cuándo se quedó desmayado por primera vez, lo suficiente para tener todos sus gritos y gemidos guardados. El teléfono también decía que era tarde, se había pasado el día entero desmayado. Le quedaba poca batería al comunicador, por lo tanto, decidió que cargarlo era lo mejor que podía hacer, también se le pasó enviarle el audio a David para que puediera presentarlo como prueba de que no estaba bien viviendo con aquellos monstruos, pero no se atrevía a enviarlo, sabía que le dolería demasiado al pelirrojo, y no podía permitirse hacerle tanto daño.

Decidió guardar el teléfono, oculatandolo para poder enviarle algo a David más tarde. También lo oculto porque escuchaba pasos por el pasillo, pasillo donde solo el pasaba. Un pasillo que llevaban solamente a su cuarto.

Casi no le dio tiempo a responder al pequeño, pero para su suerte, su teléfono estaba lo suficientemente oculto para que no se viera. La puerta fue abierta con rapidez y violencia, dejando la entrada a un hombre alto.

- Max... Ya veo que te has recuperado de lo de ayer! - se veía enfadado, el adulto centro su vista en la mancha de sangre en el suelo del cuarto, después la paso a la cara ensangrentada del pequeño.- Tienes la cara manchada, creo que te vendría bien un baño.

A Max no le dio tiempo a responder, tampoco que sus huesos se lo permitieran. Las manos de su padre pasaron a agarrar la capucha de su sudadera, ahorcandolo y levantándole del suelo, mientras Max estiraba sus cortas pernas intentando alcanzar el suelo, pero no podía.

- Cariño! Prepara la bañera- le gritaba el padre de Max, mientras se escuchaba al agua del cuarto contigua de Max empezar a correr, llenado la bañera de agua congelada.

El crío fue arrastrado de su cuarto para ser llevado al baño, donde sabía que lo que venía era un juego contra el reloj, de aguantar la respiración.

El padre lo lanzó al agua congelado, y su esposa colocó al niño dentro de sus ropas en el agua congelada, apoyando la espalda contra el fondo, permitiendo solo que la cara del pequeño tomara el aire, cosa que en unos segundos echaría de menos.

- Max... cariño... Tienes la cara manchada de sangre, deja que te limpie- dijo su madre, pera después hundir la cara en el agua, revolviendo el pelo rizado del azabache, del cual salía rojo potente.

El pequeño intentaba no estresarse, sabía que no le pretendían matar, por lo tanto, en algún punto tenía que salir, y si estaba calmado, gastaría menos oxígeno. Tenía que intentar aguantar, porque la resistencia tampoco era auna solución, lo tenían buen sujeto.

Al medio minuto la madre lo saco del agua , haciendo que el pequeño tomara una gran bocanada de aire , el cual entro en sus pulmones de una manera violenta , pero sadisfactoria.

La tranquilidad no se quedó ahí, ya que no volvió a ser sumergido debajo del agua, congelado, que le carcomía el interior. Volvió a pasar el tiempo y le sacaron de nuevo.

Cada vez tardaban más tiempo en sacarlo de ahí, y no sabía que aguantaría mucho más, llevaban más de media hora hundiendole en el líquido, y pasaba hasta minuto abajo, podía desmayarse en cualquier punto.

Eso fue lo último que pensó, antes de que todo oscuro se tornarse, y sus pulmones intentaron tomar aire inútilmente, tragaron agua y se empezó a ahogar. Últimos pensamientos dedicados a una estupidez, como toda su vida.

El pelirrojo se encontraba llorando en su cuarto, era de noche, todo estaba oscuro fuera. Los dos amigos, compañeros de clase , excompañeros de clase de Max se habían ido rápido, solo fueron a mostrar sus condolencias a David. El dudaba si era por cariño o culpa, fuera como fuese, había tomado 5 minutos de su vida para visitar al adulto, eso será bienvenido.

No había hecho nada más en el día, no se sentía justo que se pasase todo el día durmiendo. Debería haber comenzado otro intento de recuperar a Max, no era justo, y si quería ganar a ala injusticia, deveria mostrar dedicación.

Pero no podía hacer nada, su vida había sido destruida , y el solo estaba tumbado llorando como si eso fuera a arreglar alguno se sus problemas.

En cierto punto pensó en escribir a Max, para preguntarle qué tal estaban y recordarle que aún tiene una conexión con el adulto, pero se sentía que podía eso dar indicaciones a sus padres de que el pequeño tenía móvil, y Max le había dicho que no era lo que sus padres más le gustase.

Quizás luego le dijera algo, pero por ese día, solo tenía que cerrar un rato más sus ojos y dormir. Aúnque no tenía ningunas ganas, era lo más sano que podía hacer.

Cerró sus ojos y se tumbó en la cama esperando dormirse, cosa que tomo horas y llego lentamente, tal y como david esperaba que pasase.

Queridos mamá y papá Donde viven las historias. Descúbrelo ahora