Max se sentía agusto en aquel lugar, de sentía protegido de cualquier mal del exterior, sabiendo que por primera vez tenía a una persona de su lado, que le ayudaría a seguir adelante y a no quedarse atrás.
David se sentía muy orgulloso de el mismo y de Max, ambos habían crecido mucho de los encuentros en el campamento, sobre todo Max, que empezaba a confiar más.
Pero nunca le presionaria a contarle las cosas, si ya le tomaba tiempo en aceptar a alguien nuevo en su vida, no le haría daño tan despiadadamente, como sus "padres" debieron de hacerle.
Pero ahora no importaban esos viejos malignos, solo necesitaban estar juntos , como una familia, como estaban, mientras Max había llamado a David una pavada que nunca pensó que saldría de sus labios.
- Hay algún problema si te llamo... Papá?- aún se mantenía en el cálido abrazo que sin duda estaba durando eones, pero que no parecía que se rompería pronto.
- Max, claro que me puedes llamar así, y yo puedo lla-
- Si, pero...no delante del resto... Aún no.
Max tenía los ojos cerrados mientras sentía cada palabra como si fuera hierro, agradecía la honestidad de David, pero aún no se sentía exactamente qué eran una familia.
El problema era que aún no era oficial, pero sin duda estaba en proceso de hacerse así, cosa que ambos disfrutaban.
El pelirrojo rompió el abrazo, pero no bruscamente, sino lentamente y cuidadosamente, asegurándose de que Max no se sentía mal o de alguna otra dolorosa manera.
Pero para su surte, el pequeño solo sonreía mientras intentaba ocultar un poco su sonriente cara, pero David ya lo tenía fichado desde el campamento, sabía perfectamente cuando el pequeño estaba de alguna emoción.
Ver al pequeño estar feliz después de saber todo lo mal que lo a pasado y lo diferente que era cuando en el campamento intentaba huir antes de tener que volver con aquellos monstruos de su vida. El azabache había cambiado mucho, para bien obviamente.
Mostraba un actitud muy diferente a la que en el campamento, ese frío joven que formaba de disfraz de Max empezaba a retirarse para poder ver la verdadera personalidad del pequeño, que aunque se fuera, siempre mantendría un poco de lejania, el era así y se tenía que respetar.
Pero ahora estaba riendo, y haciendo el momento lo más bonito que David había visto, actuando como una familia. Tal y como David había soñado , pero nunca pensó que llegaría.
Siempre había soñado con tener una mujer y dos hermosos hijos, que corretearían por la casa jugando, pero con el tiempo se dio cuenta lo difícil que era encontrar a alguien como el, y esperando poder encontrar el cariño familiar, se unió de consejero al campamento de cuando era un joven, recordando buenos momentos.
Y para su sorpresa, su familia no era así, sino que solo hacia falta otro ser al que quisiera con todo su corazón, lo cual Max cumplía, y por buena /mala suerte, el pequeño tuvo que acabar en esa situación donde David le "salvo"la vida.
Y viviendo ambos unas vidas muy diferentes a las que pensaban tener, eran felices.
David había decidido que viajaría un rato a visitar a su vecina, ya que llevaba unos días que no la veía mucho, y insistió en que Max bajará , pero este se negó escudándose en el hecho de que tenía que hacer deberes, los cuales obviamente no existían.
El adulto se despidió cariñosamente, revolviendo el pelo del pequeño, mientras éste se resistía en eso, pero se notaba que se dejó ganar. Se fue por la puerta mientras le insistía que volvería en unos minutos , y que si necesitaba algo, ya sabía dónde estaba.
Solo en esa casa, volvió a hacer lo que más disfrutaba, música. Engancho su teléfono a los altavoces de nuevo y puso más música aleatoria, la cual le calmaba, y que solo David sabía que existía.
Decidió que ordenaría un poco su cuarto, al fin y al cabo estaba hecho un desastre, se notaba que había vivido ahí unos largos días.
Max empezó con suu ropa nueva y vieja, las cuales al rato ya estaban guardadas organizadamente en el armario. Continuó con aquella estantería de libros viejos que tanto interés le presentaba, algún día los leería, si tenía tiempo o no se iba antes de ese lugar.
Pero su mente se quedó en blanco al ver aquellas cartas blancas que aún se mantenían cerradas e impolutas. Las recogió con ambas manos, había muchas, pero eran muy delgadas, solo unas pocas palabras.
Dudo, debería abrirlas? O era menos dejarlas ahí, esperando el día en el que las tire a la basura. Lo más lógico sería tirarlas, eran cartas sin importancia y no había nada interesante dentro, pero algún tipo de sentimiento interior le denegó esa idea.
Y con sufrimiento, decidió devolverlas a la estantería, donde habían recogido hasta un poco de polvo, algún día le servirían de algo, se intentaba convencer a si mismo.
Era un recordatorio de las primeras indicaciones de que sus padres no se encontraban el casa, y que le habían vuelto a dejar abandonado, ahora por más tiempo.
Era un símbolo de los últimos días de indiferencia al mundo exterior, aquellos donde solo parecían unos padres aburridos y no unos dementes abusadores.
El golpe de un bajo se escuchó desde los altavoces, lo que hizo a Max salir de su trance, necesitaba acabar todo eso antes de que David volviera, y ya no le preocupaba el hecho de dejar l música sonando, el mayor solía agradecer que el azabache le diera vida a esa aburrida casa.
Terminó de colocar todo en su sitio, y preparo todo para el día siguiente en el colegio, ya era tarde y David volvería pronto.
Y así lo hizo, a los pocos minutos volvió a la casa, mientras le proponía al pequeño de tener una cena, ya que se tenían que ir a dormir en unos minutos.
El adulto prendió los fuegos y en unos minutos había preparado unas hamburguesas, las cuales las acompaño con una bolsa de patatas.
Cuando acabaron, cansados ambos del largo e intenso día, se despidieron tranquilamente para caer rendidos en sus camas, en busca del tan necesitado sueño reparador.
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Queridos mamá y papá
FanfictionLos campistas debén enviar a sus padres cartas diarias sobre sus progresos en el campamento, todos los días y todos los campistas, incluso Max. Los 20 primeros capítulos son cortos ( un tipo de introducción, después hay más que las cartas iníciales...