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El pequeño se tomó un segundo para procesar lo que había dicho su actual tutor legal, compartieron una mierdas seca entre los dos, lo que hizo a David  preguntarse si de verdad eso era lo que el pequeño quería.

- Si es... Lo que quieres, obviamente... No quiero obligarte a nada Max, es ... Por si...

Max le paró antes de que el mayor pudiera seguir hablando.

- David, yo... Estaría feliz de quedarme ... aquí...

Los dos no sabían cómo seguir hablando, Max no sabía cómo ser honesto ni con en mismo, y David esperaba que el pequeño le dijera lo que quería hacer, para ayudarle.

- David, me gustaría quedarme a tu lado... Si es que se puede hacer...

- Max, eso es un gran cambio, pero sin duda estaré orgulloso de que seas parte de mi vida, y ni te dejare volver con esos que te han hecho tanto daño...

- Nunca quisiera volver con ellos... En el poco tiempo que he estado aquí, ya has ayudado mucho más que ellos...

Se volvieron a mirar, la reacción del mayor fue agacharse mas para poder estar a la misma altura que el otro, pero sin duda, lo sorprendente fue el repentino abrazo de dio Max.

Salto un poco hacia adelante, mientras cerraba sus ojos como acto involuntario, nunca daba abrazos, pero se sentía seguro entre los de aquel hombre.

David sonrió, siempre agradecería un abrazo, pero ese en específico era todo lo que quería. Una muestra de confianza, una afirmación de Max, una muestra de sus sentimientos.

- Sabes David.... Ya has hecho más que mis padres... No quiero irme de esta tranquilidad.

El corazón de David se estremeció, esas eran palabras honestas. No sabía cómo contestar mientras sentía los delgados brazos del pequeño bordeandole.

- Y nunca tendrás que irte si es lo que quieres, siempre serás bienvenido en esta casa Max, siempre.

- Gracias...

Tardaron un rato más en romper el abrazo, pero no fue doloroso, sino como la paz después de la tormenta. David le sonrió, mientras salía a la entrada a coger las bolsas que había dejado ahí.

- Por cierto Max, te he comprado unas ropas... Se que estas agusto con las tuyas, pero quizás quieras algún día cambiar un poco - Dijo mientras le extendía al pequeño las bolsas con las ropas perfectamente organizadas.

Agachó su cabeza para mirarlas, sus padres no solían regalarle nada, era un gran gesto que acepto con una sonrisa un poco mojada por los sentimientos desatados en la enterior situación.

Max se escudo para ir al cuarto a probar si todo estaba bien, pero también le hacía falta salir un poco de la nube sentimental que se había creado en el salón.

Había muchos sentimientos en juego, y sin duda, muchas cosas que ganar o perder.

El quería estar ahí, y David le había mostrado que había una posibilidad de que ocurra. Le había mostrado que sus gustos importaban por una vez, que al contrario que sus padres, en ese lugar le apreciaban como uno más de la familia, no un extra invitado por accidente.

Se sentía agusto, tanto emocionalmente como con esas ropas que aunque distintas, no variaban demasiado del gusto del pequeño. Nunca fue demasiado vistoso en la ropa.

David le dijo por la puerta que iría a visitar a la vecina, y que se quedaría solo un rato más, no había problema, cualquier cosa, estaba a unos segundos.

Así que solo en casa, hizo lo que hacía aquellos tiempos en los que sus padres se iban bastante tiempo y podía tener libertad, cerró las puertas y las persianas. Puso música en su móvil, aquella la cual la gente no puede esperar de el, y a tope de volumen, se tiro en el sofá mientras hacía playback se la letra.

Le gustaba tener la casa sola, una zona propia , donde sabía que nadie podía decirle que era una molestia, donde no me gritarían , donde pudieran ser el mismo durante unos minutos.

Así que las canciones pasaban mientras daba saltos por distintos puntos de la casa, moviendo de sitio cosas o simplemente observando los aún secretos de las paredes.

Quién diría que estaría que el joven adulto tenia tantas cosas en todos los armarios, parecía un niño pequeño metiendo todo el desorden dentro del armario para que su madre no le echase la bronca.

El mayor podía ser también un desastre, aunque lo ocultarse bastante bien. Max siempre tenía su casa organizada, sus padres odiaban ver algo fuera de sitio. O algo sucio, eso también era horrible.

Pero como con música se arregla todo, el pequeño no se sentía tan metido en sus pensamientos como lo haría si estuviera totalmente solo, así que dejó a la música fluir.

Sus labios se movían al mismo ritmo que los cantantes, pero saliendo palabras en los lugares críticos o finales de frase. Y aún así no eran en todos los sitios, no le gustaba tapar la voz de los artistas con la suya.

Pero en ese lugar no se preocupa, se había asegurado de tener buen volumen, ya que lo conecto con los altavoces de la tele, fue muy instintivo, así que no tuvo ningún problema.

En ese momento se encontraba en la zona de la cocina, mirando en los cajones por si encontraba galletas escondidas, pero se giró estrepitosamente cuando en algunas frases se podía escuchar una segunda, o tercera voz.

Aún no estaba loco, ya que el dueño de la casa era quien las decía, sentado en el sofá mientras miraba al techo de manera pérdida.

Max se asustó, y bajando la cabeza fue a apagar la música, seguro que había subido demasiado el sonido , y les había molestado en la charla tranquila con la vecina.

Pero cuando ya no escuchaba al cantante hablar, fue cuando David se sentó correctamente en la silla y miro a Max un poco triste.

- Porque la quitas? Si está muy chula esa canción...

Max esperaba una bronca o algo, como ocurría en su casa , cada vez que alguien escuchaba su música, sus gustos o intereses. El nunca contaba.

Pero ver a David mostrar un mínimo de interés en el pequeño fue lo que le hizo girarse a mirarlo fijamente.

Queridos mamá y papá Donde viven las historias. Descúbrelo ahora