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Max bajo la cabeza sin decir nada, el sabía que ocurriría eso, ellos siempre ganaban.

- Max, se que esto parece el fin, pero prometo que voy a volver a intentarlo, seguro que hay algo que hacer.

Max quería gritarle que no se podía hacer nada, que ya se había acabado todo, pero no tenía energías para hacer eso, prefirió quedarse en silencio.

El director del colegio le pidió que ahora que tenía todas sus cosas, se retirarse del colegio junto a David, para que pueda volver con sus padres y a su colegio de siempre.

No tenía nada que objetar, no lo haría, no cambiaba nada si lloraba o gritaba, todo seguiria igual.

David agarró la mano de Max y lo llevo por los pasillos, el pequeño no levantó la cabeza del suelo, no tenía ganas.

Llevaron a la salida y en el la puerta se encontraba el coche de David, los millers le habían permitido quedarse con Max hasta la liberación de los padres del pequeño. Ellos eran hombres de justicia, pero sabían que era injusto la decisión que el juzgado había tomado.

Max y David fueron hasta la casa que anteriormente compartían, y David se encontró con la lista de cosas que tenía que hacer en esos últimos momentos.

Tenía que recoger todo lo de Max, para que el pequeño pudiera volver a su casa, o como se llamase ese lugar.

Empezaron por el cuarto del pequeño, el cual ya tenía muchas cosas ahí, aunque solo hubiera vivido un poco menos de un mes entre esas paredes.

Lo más doloroso fue sacar las estanterías y encontrar esas cartas que deseaba que fuera lo último que sabía de sus padres, pero tristemente no era así.

Las guardo junto a sus objetos personales, la mayoría eran regalos que David le había dado, el sí que era una buena persona.

La ropa nueva que el mayor le compro era rara, se sentía como si nunca se las hubiera apuesto, ya que volvía a sus sudaderas oscuras y apariencias de desquiciado.

La habitacion quedó como cuando Max llegó, vacía, como si nadie viviera ahí, porque nadie vivía ahí, no más.

Decidió no pensar en ello y continuar recoguiendo las cosas de la casa. El no tenía muchas cosas más dando vueltas pero tuvo que recoger algunas cosas ocultas en el cuarto de estar.

Cuando acabo, estaba con 3 mochilas llenas de cosas, desde las cosas de su antiguo colegio, hasta la ropa que llevaba el día que llegó, el cual era peculiarmente igual a la que llevaba en ese momento.

El mayor le pidió un segundo para poder meterse en su cuarto, donde después de unos segundos, salió con una caja no muy grande, se podía llevar en un bolsillo.

Se agachó a la altura del pequeño y se lo entrego con ambas manos, el pequeño no dudó en tomarlo y mirándole a los ojos le pregunto si podía abrirlo.

- Aún no Max, pero prometeme que cuando llegues a casa y tengas tiempo solo lo abrirás.

El mayor se notaba que ocultaba las lágrimas, y no lo hacía muy bien, ya que una rodaba por su piel desde hace tiempo, pero no sé la limpió.

El pequeño continuó guardando la caja en su bolsillo,  no tenía nada que decir aún, no tenía nada que comentar, así que siguio haciendo lo que el mayor le decía.

Después de recoger todo, David tendría que llevar a Max hasta la estación de policía, donde se despedían para que el pequeño pudiera volver a casa.

Así es como continuaron, sabía David que no podía llevarse a Max en contra de todo. No quería devolvérselo, y prometió volver a intentarlo, pero sabía que mínimo tomaría más tiempo.

Se subieron al coche y David le pidió a Max que pusiera algo de la música que le gustaba, Max ni hizo el amago de poner algo, simplemente miraba sus propios pies mientras tenía algún tipo de viaje extracorpóreo.

Pararon en frente de la estación, y el pelirrojo le dio un gran abrazo al azabache sin avisarlo, sus lágrimas no le dejaban conducir bien, no sabía ni como había llegado hasta ese lugar. El pequeño simplemente le dio unas palmaditas en la espalda al llorón, para que se calmara, pero no podía paralo.

- Lo siento Max, después de todas mis promesas y todo, no ha servido para nada, no quería darte falsas ilusiones, y lo siento mucho por como todo a acabado. Pero prometo que lo voy a intentar de nuevo, al fin y al cabo, podemos seguir en contacto, tienes mi teléfono...

Parece ser que el pequeño se dio cuenta que eso era cierto, por lo tanto, lo saco del bolsillo y se lo devolvió al mayor, el cual puso una cara de sorpresa mientras negaba con la cabeza.

- No Max, ese es tu teléfono, tienes mi número de teléfono y del resto de ... Tus amigos, puedes decir en contacto con ellos. Por favor, que está un que sea la última vez que nos veamos físicamente durante un tipo, que no sea la última vez que escuche algo de ti.

El pequeño volvió a guardar el teléfono en su bolsillo, y miro a David a los ojos, agradeciéndole todo, pero sin palabras.

Los dos tenían que salir del coche, así que se levantaron y procedieron a entrar en la estación de policía. De pie, en la entrada, se encontraban ambos millers junto a una pareja un poco mayor que los dos hombres.

- Max, hijo! - Grito la mujer para acercarse a su hijo a abrazarlo torpemente, se notaba que no lo abrazaba nunca. Aprovecho ese momento también para apartar al pelirrojo de su hijo.

- Señor y señora, ya sois libres y tenéis total libertad de volver a nuestras vidas, Max sigue siendo parte de vuestra custodia y como la fianza ya a sido pagada, podéis volver a la normalidad.

El padre de Max miro de manera mala a la pareja de policías los cuales al decir la frase anterior no lo hicieron de la manera más cariñosa del mundo, se notaba que tampoco estaban de acuerdo con las elecciones hechas tras eso. La madre de Max se fijó también en el detalle de los anillos de casados que compartían ambos hombres, cosa que le hizo soltar un gruñido y cambiar la mirada.

- Ahora nos iremos a casa, de vuelta a nuestra vida normal con nuestro hijo - Dijo el padre biológico del azabache, el cual le dijo eso a su esposa, para después girarse al pelirrojo el cual segura en una esquina de la sala- Y tu, secuestrador de nuestro hijo, que te lo querías llevar de nuestro lado, espero nunca oir nada de ti de nuevo, porque juro que ....nuestra conversación no será muy agradable.

Después de soltar esa amenaza, el padre tomó agresivamente la mano de Max en contra de su voluntad, y lo saco arrastrando del centro de policía, lo último que vio David de Max fueron sus intentos de resistencia y la mirada hacia atrás buscando por última vez la mirada del pelirrojo.

La familia feliz salió por la puerta, dejando en la sala a un matrimonio triste por la solución de los eventos y un joven destrozado por qué sabía que Max y el no se volverían a ver, sabía que todo había acabado.

Ya no eran una familia. Ya no eran nada.

Queridos mamá y papá Donde viven las historias. Descúbrelo ahora