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Jayne

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Jayne

Tener a Kane a mi lado algunas veces me ponía nerviosa, dependiendo de la situación en la que estábamos claramente.

Cuando finalmente detuvo su auto, me di cuenta que estábamos de nuevo en aquel parque abandonado ¿Cuánto había pasado desde aquella vez? Fueron unos meses largos.

Kane abrió su puerta y bajó, yo aún estaba viendo el parque frente a mi en la oscuridad. Me daba cuenta que se veía bonito pero a la vez, se veía algo que daría miedo en las películas de terror. No quiero ser infantil, pero ya era noche y no es que esté lugar tuviera mucha luz. La luna era lo único que en estos momentos ayudaba a ver con claridad algunas cosas frente a mi.

Me sobresalté al escuchar el ruido de mi puerta abrirse. Vi a Kane y me dio su mano, no dijo nada, yo tampoco lo hice. Supongo que quería dejar las cosas en completo silencio. Por ahora.
Tomé su mano, bajé y el cerró la puerta de nuevo. Comenzamos a caminar poco a poco para entrar al parque y para poder llegar a la azotea donde habíamos estado antes.

—Kane, no quiero ser una aguafiestas. Pero, ¿no tienes miedo de que una serpiente pueda mordernos?

Tira una carcajada amarga.

—¿De verdad tienes miedo de una serpiente?

—Oye perdón, pero me preocupa venir a estas horas y que cualquier animal esté por ahí.—solté sincera—verás, no es que miremos mucho por donde vamos, ¿sabes?

—Solo sigue tomando mi mano, ya casi llegamos para subir a la azotea, además si traje una linterna pero la luna de igual forma nos ayuda—seguí caminando tras de él mientras tomaba su mano.—lo que no entiendo es porque sigues detrás mío si puedes ir en un lado.

—Ni siquiera yo misma lo sé.—Dios, ¿De verdad acababa de decir eso? Me había escuchado algo patética y un poco idiota—Pero, supongo que es porque tengo mucho en mente y no pude pensar en eso.

—¿Tu mente está llena de cosas ahora mismo?

—Un poco.

Tenía mucho en que pensar. No sabía a que cosa tomarle importancia primero, mis pensamientos se basaban en las cartas, en lo que había pasado con Alexander, en lo que iba a decirme Kane, en que pasaba últimamente con él. Y en la cena que mis padres tienen preparada para estos días. No sé si debería decirle  sobre ella aunque me siento mal por no decirle lo qué pasa en mi vida.

Al llegar a la azotea, Kane encendió una linterna y comenzó a buscar algo. Así es, el idiota tenía una linterna y me había hecho caminar entre los puestos y plantas a oscuras.

Me acerqué para darle un golpe, él se quejó.

—En vez de encenderla cuando veníamos caminando, ¿decidiste hacerlo hasta ahora?

Soltó una risa—Vaya, si que tienes miedo. Pero, disfruté que lo tuvieras.

—Idiota.

Siguió observando y se sentó sobre la hielera vieja. Yo estaba de pie frente a él, mirándolo con la poca luz que había, a decir verdad veía mejor ya que la luna estaba reluciente.

Tú ,mi destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora