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Jayne

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Jayne

Había perdido la noción del tiempo, no sabía cuantos días llevaba aquí. Mis muñecas ya ni siquiera las sentía, el dolor que me causaba estar amarrada había desaparecido hace poco. Mi cuerpo estaba sedado de nuevo, esta vez volvía a despertar por cuarta vez de una sedación.

No había comido en lo absoluto, a eso qué Adrian me daba no se le podía llamar como comida. Quien en su sano juicio sobreviviría a base de pan y agua. No me quejo, la sensación del hambre la había perdido desde que mis problemas se volvieron de mal en peor.

Estando aquí aprendí dos cosas, que mi vida no era tan infeliz del todo como lo está siendo ahora y que aunque intente gritar para que alguien me escuche nadie lo hará. No por estar "lejos", Adrian me sedaba cada cierto tiempo no encontraba el porqué lo hacía, no me había dirigido la palabra tal cual ya que siempre se portaba de una manera nerviosa al estar conmigo. Me di cuenta que su comportamiento era frágil y que estaba como una persona enferma mental encerrada en un hospital psiquiátrico por lo que llegaba a oír algunas veces le daban algunos ataques de ira por las noches lo cual hacía que sus gritos se escucharan por todos lados donde estábamos.

Mi brazo izquierdo dolía al moverlo ya que era donde frecuentemente Adrian me inyectaba para sedarme.

Había soñado últimamente con Kane, aunque pareciera extraño en mis sueños aquello me daba calma y me hacía sentir de una forma feliz, pero al despertar volvía a toda esta mierda.

Escuché los pasos de alguien que se acercaba a donde estaba, me quedé quieta y recostada como lo había estado desde que estoy aquí. No sabía cuánto tiempo llevaba aquí, la noción la había perdido desde que entré.

La puerta comenzó a hacer un pequeño ruido, la miré con la poca fuerza que tenía y vi como la abrían lentamente. Al abrirse por completo Adrian apareció en mi campo de visión, lucía elegante. Tan elegante que me hacía pensar en cómo una persona podía ser tan miserable y enferma para que en una situación así vistiese elegante.

Portaba smoking negro, entró con una jodida sonrisa en su rostro que me quería hacer arrancarla de su estupida cara.

—Veo que estás despierta—sonríe un poco y comienza a acomodarse su camisa de las muñecas—Me alegra que lo estés, hoy te tengo noticias algo buenas para ti.

Adrian se acercó frente a mi. Esta vez no se sentó, solo se quedó de pie mirándome.

—De seguro son tus noticias de mierda—respondí sin entusiasmo—no me importan ¿sabes?

Chasqueó su lengua y después me volvió a mirar con algo de desesperación.

—¿Aún no aprendes no? No te quedó claro hablarme bien, de una forma decente. Tratarme como debería ser tratado—habló de forma seca, no reflejaba esta vez alguna expresión en su rostro—Dime Jayne, ¿no te quedó claro?

Tú ,mi destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora