Las horas habían sido extenuantes para la turca Nazly, a quién le tocó sola limpiar el flujo de la sangre que destilaba de su boca y nariz, a causa de los puños que impactaron contra el rostro de la fémina, por parte de la abogada, que había sido calmada por Bastian en la habitación de esté.
Sin embargo para ella apenas iniciaba la propia guerra.
Por que la turca Nazly se consideraba así misma, como una amenaza mortal, cuando se trataba de enfrentarse por el amor de Bastian.
Ella que haciendo caso al protocolo que les indicaba la voz de la azafata, para hacer el aterrizaje, al mismo tiempo que los vio salir, siendo ignorada por ambos, a la vez que veía como Bastian ajustaba el cinturón a Maïa, para luego proceder con el suyo, sentados frente a ella, en el lugar que inicialmente habían elegido.
Por lo que una vez la aeronave tocó tierra, los tres procedieron a dirigirse al exterior, en donde esperaban por ellos el chófer de Bastian en su Mercedes Benz y el Lotus Evora de la abogada, en el lado izquierdo.
Lo cuál aprovecharía la turca para hablar sobre lo sucedido con Bastian, ajustaría muchas cosa con él, a tal punto que le cerraría sus puertas, ya que ella era su socia, pero no le importaba cuando perder, si con ello lograba separarlos.
-Nazly, te llevará mi chófer a tú apartamento y mañana a las nueve de la mañana, te quiero en la empresa, tenemos cosas que hablar -habló Bastian, deteniéndose frente a ella, con semblante indiferente y a la vez letal.
Sabía que estaba molesto, como también sabía que acababa de mandar a la fregada su primer intento para hablar con él, pero si la había citado el día de mañana para hablar, lo harían, pero allí él lamentaría haberse puesto de su lado, por lo que ella solo asintió, dirigiéndose de mala gana hasta el chófer que esperaba por ella.
Por otro lado, la pareja que aún estaba sujeta el uno del otro, con sus manos entrelazadas, se dirigieron hasta el Lotus Evora de la abogada, a la cuál le hicieron entrega de su juego de llaves.
-¿Quieres? -Preguntó Maïa, tomando las llaves entre sus dedos pulgar e índice, para extendersela a Bastian.
-Preferiría verla a usted domar está bestia, abogada Zabaţ -susurró luego de acorralarla, entre la puerta aún cerrada del lado del copiloto y su cuerpo, para tomar con su índice el mentón de la fémina, al tiempo que lo levantaba.
Mirándola así directamente a aquel brilloso iris de color azul profundo, que tanto amaba en ella, a la vez que acercaba sus labios a su oído -ademas me excita verte en modo, mi diosa maldita.
Por lo que luego de dejar un suave y húmedo beso en su cuello, la tomó de la cintura, para luego unir sus frentes, la una con la otra, mientras las manos un tanto frías de Maïa a causa de la brisa que los recibía, colocó sus manos sobre sus hombro, quedando más cerca de sus labios.
Los cuales alcanzo en un suave apretón que le dio al labio inferior de Bastian, sintiendo como bajo de su abdomen, crecía la erección de su amante, por que aquellos pequeños al parecer simples detalles, encendían de manera peligrosa su lívido.
-Es mejor irnos... -susurró la abogada, siendo callada por los labios de Bastian que se adueñaron de los de ella en un beso profundo, sintiendo como una las acogedoras manos del masculino bajaban con intensidad a su trasero, el cuál sujeto y aprovechó que la tela del vestido era alicrada, al tiempo que su ropa interior era una brasilera de encaje.
Para introducir cuatro de sus dedos por encima de la tela, metiéndose en medio de los gemelos, haciéndola agitar su corazón desbocado, era muy placentera aquella sensación que él masculino le brindaba -Vamos -jadeo sobre sus labios, sujetando con fuerza su hombro, para contener cada sensación que él estaba provocándole.
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𝖀𝖓𝖆 𝖆𝖇𝖔𝖌𝖆𝖉𝖆 𝖕𝖆𝖗𝖆 𝖊𝖑 𝔹ℝ𝔸𝕋𝕍Á
Любовные романыDUOLOGÍA DIOSAS Parte I Ellos son hielo, pero también pasión, son sangre y destrucción. El diablo creía ser invencible, hasta que una diosa griega maldita lo captura En muchas relaciones el amor no es suficiente para sopo...