Sabes que el mundo está completamente loco cuando a tú puerta llega una invitación dorada, pidiendo tu asistencia a una fiesta de en un crucero de oro, del ilustre, modesto y árabe Mohamed, motivo 《despedir a sus visitantes de su humilde pais》
Pero la locura no para allí, no, cuando junto a la invitación llega una caja inmensa, con un vestido, que te da a entender que la fiesta será más bien de disfraces, el árabe cree que por Maïa Zabaţ ser griega, es una diosa, por lo que el vestido que le envió era en corte de sirena, con una capa elegante, todo con bordados en hilos de oro, que el simple vestido pesaba más que su conciencia, eso tomando en cuenta que la abogada tuviese.
En todo caso, allí estaba ella, en la entrada de un dorado y escandalosamente grande crucero, para su suerte era de noche, por que sabía que ese detallito de oro en un día comúnmente soleado de Dubái, no le daría satisfacción en sus ojos.
Y Sí, no podía negar que junto a los accesorios dorados que portaba, junto al vestido y el cabello recogido la hacían parecer más que diosa reina tampoco llegaba a tanto, pero tanto escándalo la perturbaba y más las miradas morbosas de los presentes al verla llegar y tal parece que era la última.
Zabaţ, poco era de mostrarse al mundo de esa manera, por que eso la colocaba en la lupa de muchos que con poder podría intentar hundirla y ella no tenía tiempo para enfrentamientos de testosteronas, aunque fuese una abogada reconocida, pocos tenían la imagen de quien era.
Su mirada enfocó al ruso que también era su jefe y con el que se calentaba muy a menudo, extrañamente con él, si le gustaba resaltar y el que en ese momento la mirase como ya era costumbre en ella 《con lujuria》 la encendía, llevando tal acción que se acumulaba en su vagina que ya estaba húmeda.
-Señores -los saludo una vez llego a la mesa donde se encontraban y que no solo compartían los esposos Kozlov y su jefe Bogdanov, si no que también había un hombre más, que supueso también era árabe, no por la vestimenta, si no por las facciones.
-Señorita... -se levantó el hombre que era desconocido para ella, brindandole su lugar a la vez que esperaba su nombre.
-Maïa Zabaţ -respondio con una sonrisa, sentándose junto a Bastian que la miro inquisitivamente, pues aún llevaba marcado en su mente la noche anterior y el delicioso sabor de su ser.
-Es un honor señorita Zabaţ, mi nombre es Ahmed estoy a su servicio -beso su mano, sin dejar de fijar sus ojos en su mirada azul profundo, la cual ella sostuvo, estaba incómoda, si, pero ella no se amedrentaba.
-》Si me disculpan -agregó separándose el hombre, a quien habían llamado en un grupo separado de hombres, que también la miraban con suma curiosidad.
-Tengó una inquietud -habló Evangly mirando detalladamente a la abogada, luego de quedar los cuatro solos en la mesa-no es que yo sea chismosa, pero ¿eso es oro, es decir tu vestido es de oro?
La pregunta no solo causó curiosidad en la mujer que vestía un largo y hermoso vestido de seda rojo, si no que provocó que tanto Bastian como Andreį la miraran con interés, obligando a la abogada a pasar saliva algo incómoda por el escrutinio y por las miradas interesadas -si, es un regalo de algún loco árabe, que lo hizo llegar a mi puerta.
Evangly le regaló una mirada de orgullo, amaba el empoderamiento femenino y esa pregunta conociendo a su amigo había causado revuelo en él, por lo que sin más, tomó de la mano a su esposo, con la vaga excusa de que la sacará a bailar, tan vaga era la excusa que solo había música muy leve de violín y nadie bailaba.
-¿Así que le gustan las entradas llamativas? -se dirigió a ella el mastodonte cuando estuvieron solos, tomando de su copa con suma elegancia, a la vez que la miraba frente a frente.
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𝖀𝖓𝖆 𝖆𝖇𝖔𝖌𝖆𝖉𝖆 𝖕𝖆𝖗𝖆 𝖊𝖑 𝔹ℝ𝔸𝕋𝕍Á
RomanceDUOLOGÍA DIOSAS Parte I Ellos son hielo, pero también pasión, son sangre y destrucción. El diablo creía ser invencible, hasta que una diosa griega maldita lo captura En muchas relaciones el amor no es suficiente para sopo...