HYDRA

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La soberanía impuesta por la mafia roja, cada día iba en ascenso, siendo más temida de lo normal, por los infinitos holocaustos que se llevaban a cabo tanto en villa Bogdanov bajo el territorio ruso, como en Auschwitz-Birkenau bajo el territorio polaco, tomándose y expandiéndose en más continentes que representaban poder para el Bratvá.

Ganándose con ello, muchos enemigos y al mismo tiempo aliados, que usaba para expandirse aún más, proporcionandoles una pequeña porción de poder y suministro de las más letales armas a su disposición.

El enemigo suizo había sido exterminado en su mayoría, todos de los que hacen aproximadamente tres años atrás se enfrentaron a su mujer eran cadáveres, aún sin importarle cuán astutos y escurridizos se habían vuelto, a todos los cazaba como una bestia hambrienta.

Tal como había cazado a Sebastián Smirnov, padre y tío de los suizos con los que disfrutó matar por haber tocado a su griega.

Su griega; suspiraba con pesar cada día que pensaba en ella, por que simplemente se alejó de todo lo referente a está, para así tener control de si mismo, ya que la casería a los suizos, había propagado una noticia de debilidad, una que no demostraría, por que eso sería un motivo para atacarlo y no es que le importara el ataque, pero si lo que se pensara respecto a eso, ya que pondría en decaimiento a la mafia.

Por que él, ante nadie era un hombre débil, se había enamorado y a dientes cerrado lo aceptaba para si mismo, pero aquella emoción no estropearía su poderío y haciendo uso de aquél sentimiento de resentimiento hacía ella, se había convertido en uno de los hombres más sádicos y no es que ya no lo fuese, sin embargo había aumentando de nivel.

-Quiero que también reserves sus ojos para mi colección -Demando al verdugo que acababa de quitar las uñas de los pies con una pinza quirúrgica, deleitandose con el desesperado gritó ahogado en sangre del masculino, que dicho aquello se aterrorizó aún más.

Apreciando Bastian con deleite su hermosa obra de arte, Sebastián Smirnov estaba completamente lleno de sangre, en especial por la que drenaba como una cascada del lugar en donde una vez estuvo su lengua, como también todas las uñas habían sido retiradas y aquello apenas era el comienzo.

Pero no se quedaría a verlo, habían negocios que llevar a cabo, uno muy jugoso que haría del Bratvá casi que intocable; pero lo que si dejo fue un contenedor de vidrio con una solución líquida que contenía formol, entré otros componentes para la perseverancia de sus colecciones.

Por que si, aquél era su nuevo hobby, aunque normalmente era él quién desrraigaba los ojos de sus víctimas, ya que disfrutaba el capturar en ellos ése terror al hacerlo en un individuo en plena facultad para defenderse, pero no era la ocasión, sin embargo aquello no impediría añadir más a su colección, que en la estantería especial había llamado 《SUIZOS

-Kozlov no me interesa donde estés o que mierda estés haciendo, tienes una hora para salir de donde mierdas estás refundido, por que quiero a mi mano derecha en Negril a más tardar al amanecer -demando sin dejar de caminar, en dirección al aeródromo, en el que le esperaba Apoloniusz, que en esa ocasión le acompañaría.

-¿Estás loco o que mierda? -preguntó estupefacto, revisando la hora en su muñeca, a la vez que Andreį hacia los respectivos cálculos -Esa mierda está al otro lado del mundo -prosiguió molestó, ya que en pocas palabras sí, debía salir pero en menos de una hora.

-Como sea, te veo allá, tenemos cosas más importantes que hacer y si te quieres salir de está mierda entonces dílo, pero esto es lo que hay y es de tiempo completo -finalizó con fastidió y un poco congestionado, al escuchar una pequeña voz masculina llamarle tío, desde muy lejos, pero lo suficientemente cerca para alcanzar sus oídos.

𝖀𝖓𝖆 𝖆𝖇𝖔𝖌𝖆𝖉𝖆 𝖕𝖆𝖗𝖆 𝖊𝖑 𝔹ℝ𝔸𝕋𝕍ÁDonde viven las historias. Descúbrelo ahora