𝕴𝖓𝖉𝖎𝖋𝖊𝖗𝖊𝖓𝖈𝖎𝖆𝖘

3.3K 284 62
                                    

En la tarde de ese mismo día, Bastian se encontraba en su oficina de BOGLOV COMPANY, tal como lo había planeado desde la mañana, pues necesitaba avanzar en varias entregas que tenían presentes y a eso se le sumaban las licitaciones pendientes para el mismo mes que no podía hacer a un lado.

-Permiso señor -habló su secretaría, luego de tocar tres veces en la puerta.

-Adelante -le respondió con un deje de fastidio, pues aún no olvidaba su escenita del día de la cena.

-Afuera está la turca Nazly -al escuchar aquello, Bastian se levantó de la silla detrás de su escritorio, mientras con las manos en los bolsillos de su traje de dos piezas azul turquesa, analizaba cada una de las expresiones de la dolida y a la vez nerviosa mujer.

Colocándose detrás de ella, muy cerca mientras inhalaba de su perfume, haciendo que la fémina se estremeciera por aquel simple gesto, pues el más mínimo rose de él, causaba estragos en su braguita, que para ese momento ya estaba completamente húmeda.

-Hueles muy bien Analie, tú perfume es algo que no olvidaría -susurró cerca de su oído, estremeciendola -dile a la turca que entré.

Se separó, dirigiéndose a su escritorio del cuál tomó una hoja y un bolígrafo, mientras escribía en con su perfecta caligrafía, escuchando como salía Analie y a la vez entraba la turca.

Quien se acercó hasta donde él y por la facilidad que le permitió su pantalón.

Se colocó a horcajadas en su regazo, mientras le daba un beso en la boca que Bastian gustosamente recibió, mientras sentia como su miembro crecía por el roce que la fémina ejercía en su miembro.

Para luego separarse de él, viéndolo con una sonrisa ladina la cuál él no correspondió, pero tampoco era algo que ella esperase de un hombre rudo como el Bratvá.

Vio como Bastian extendió su mano al escritorio, del cual extrajo la hoja que hace un rato tenía entre sus manos, para que esta cuidadosamente leyera lo que allí había escrito.

En la organización hay un topo y debajo del escritorio un micrófono, no hablemos aquí de negocios, te veo está noche en la villa

Para la turca una mujer de facciones aparentemente angelicales y de ojos negros tan profundos como la obscuridad que albergaba en su interior, le sonrió, por que para ella no había nada más emocionante que llegar a ese punto límite que ella llamaba adrenalina, por lo tanto estaba dispuesta a jugar y darle entretenimiento a los oídos e imaginación del topo.

Por lo que se levantó del regazo de masculino, mientras guardaba aquella nota en su cartera de mano, para luego empezar a desabotonar su pantalón de vestir del color que más tentaba al masculino, rojo escarlata.

El cual hacía efecto en él y más cuando lo bajo y vio a aquel monte venus rosado y húmedo en espera de él, poniendo sus piernas en cada lado de la silla en donde estaba sentado.

Para Bastian aquello era el paraíso, no podía negar que ella era preciosa y que su concepto de libertad le atraía, sin embargo se vio pensando en unos ojos azules de una diosa maldita, con la que ahora llevaba una extraña relación, sin nombre.

Pero aún cuando su mente la tenía presente, su deseó lujurioso lo hacía pensar en otra cosa y aquello era pasar su lengua por en medio de ese coño jugoso frente a él.

En donde se vio acercando la silla, mientras ella llevaba su espalda al escritorio, a la vez que veía como Bastian se perdía entre sus piernas, pasando su lengua desde su ano que estaba húmedo por sus jugos que corrían por la posición en la que estaba, hasta su vagina.

𝖀𝖓𝖆 𝖆𝖇𝖔𝖌𝖆𝖉𝖆 𝖕𝖆𝖗𝖆 𝖊𝖑 𝔹ℝ𝔸𝕋𝕍ÁDonde viven las historias. Descúbrelo ahora