¡MALDICIONES DE UNA DIOSA GRIEGA!!

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Existen días en los que la inestabilidad sentimental hace de las suyas en las emociones; días en los que la soledad se vuelve en tú más grata compañía, junto a canciones que le hagan perfección a la situación.

En la vida de la mujer que agradecía que aquella mañana, tanto Andreį como Evangly se hubiera marchando temprano de su casa, ya que se sentía un poco perturbada, aquellos sentimientos estaban más que latentes.

Tanto que incluso había tenido sueños húmedos con Bastian, sin importar que ayer por la tarde se había saciado con su ginecólogo o eso pensó.

Que entre otras cosas, aquél individuo no había desistido en llamarle, a tal punto que como ella no respondía le había enviado mensajes, en donde según lo que en uno vio por encima, reflejaba una clara preocupación por parte suya, es más, le pareció haberlo visto llegar en su automóvil hasta su casa, pero ella simplemente no abrió.

Y no es que estaba arrepentida de haberse abierto sexualmente con su ginecólogo, el problema radicaba en ése día en especial, en donde quería que la soledad fuera su única compañía y espectadora de sus actos.

Sin embargo también sentía algo de antipatía hacía la insistencia del susodicho, por que ella no quería compromisos emocionales, solo buscaba una liberación sexual y esperaba que Alexander lo comprendiera, que tuviese esa misma mentalidad, aunque era algo que tenía que platicar con él; así también ponía las cartas sobre la mesa.

En aquella situación emocional sucumbió durante seis días, en los que no salía de su casa, dejándose llevar por sus pensamientos acerca de su relación con Bastian y más por que también habían sido días en los que su subconsciente seguía teniendo sueños con él, hasta llevarla al punto de extrañarlo.

En donde también le explicó a Evangly, como a Andreį acerca de sus emociones y su deseo de estar sola, por lo que aunque no muy convencidos aceptaron la decisión.

También le había escrito a su ginecólogo, al que le mintió descaradamente diciéndole que por cuestiones de trabajo había tenido que salir de San Petersburgo y que él con su característico buen humor le escribió 《esperó que eso no sea una excusa, por que ahora que me llevaste a la cama, ya no quieras nada de mi》 lo que le causó gracia, pero aún así se limitó a responderle con palabras poco carismáticas.

A lo que Alexander no notó cambió, pues sabía que aquella diosa de ojos azules que lo había mantenido preocupado durante más de tres días, también era un tímpano de hielo.

Era sábado y en medio de aquellos pensamientos que turbaban a Maïa, está no pudo evitar bajar su mirada a lo que ahora era una sombra, la cuál había marcado un costado de su mano y la que el hombre que reinaba en sus pensamientos había dejado; pensando también en cómo borrar esa sombra oscura, acción que haría luego de salir de aquél encierro.

También a través de la densa lluvia escuchó los pasos poco disimulados a espalda suya, lo que la hizo calcular a que a proximidad de ella estaban, por lo tanto sin mirar atrás se levantó dirigiéndose a la mesita decorativa en donde permanecía su glock favorita 《la pene de gato》 y así que luego de revisar su carga, al tiempo que seguía aún de espaldas, escucho el sonido de los pasos cesar, por lo que poco a poco se giró.

Lo que provocó que pasará nerviosamente saliva, ya que frente a ella, en el marco de la puerta que daba a la cocina se encontraba Bastian, al que sin disimuló, reparó, encontrandolo tan sexi que se quiso golpear mentalmente.

Pero es que culpaba a sus hormonas que aquella camisa color negro que se ajustaba tan provocativamente en su pectoral y que dejaba ver por la abertura de los tres primeros botones aquella piel que tantas veces beso y degusto; hoy le siguiera pareciendo más provocativa.

𝖀𝖓𝖆 𝖆𝖇𝖔𝖌𝖆𝖉𝖆 𝖕𝖆𝖗𝖆 𝖊𝖑 𝔹ℝ𝔸𝕋𝕍ÁDonde viven las historias. Descúbrelo ahora