EL LADO OBSCURO DE MAÏA

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Los primeros rayos de sol saludaban a cada habitante Emiratí, dándoles la bienvenida a un nuevo día que como cada uno en dicho país pintaba soleado y caluroso.

Por otro lado Bastian se encontraba en el cuarto de baño de una de las habitaciones de su suite real, sintiendo como la fría agua caía sobre cada milímetro de su cuerpo relajándolo todo, excepto su erecto miembro, con el cual se encontraba luchando, ya que había tenido cierto sueño demasiado placentero, en donde saboreaba un delicioso coño que destilaba dulces jugos, acompañados de suaves gemidos que le hacían aún más deliciosa el saboreó y placentera la tortura.

-No me masturbare pensando en ti Maïa, por que serás tú quien le dará solución a mi problema -habló para si mismo seguro de lo que decía, mientras enjabonaba su cuerpo, en caricias tortuosas, ya que cualquier toque aumentaba su libido.

Sin darle más largo a su tortura en el baño, se vistió con un pantalón de vestir blanco, junto a una camisa azul almirante, la cual usaba haciendo un recogido en las mangas dejándolas a medio brazo, ya que el clima de ese día en especial estaba insoportable o quizás era por el calor que emanaba su cuerpo, que aún tenía fresco en su memoria ese sueño donde su diosa peligrosa como maldita hacía presencia, convirtiéndose en la protagonista de sus fantasías.

Sin más por esperar, se dirigió hasta el restaurante encontrándose con Andreį y Evangly, que al parecer discutían por algo, pero a él sus discusiones le tenían de menos, ya que en su relación era lo más normal discutir por cualquier bobada, terminando siempre en reconciliación con final feliz.

-Buenos días -Los saludo a la vez que interrumpía su plática, que por lo poco que escuchó, se debía a una rasuradora que al parecer Andreį había usado y la había dejado sucia algo que fastidiaba a una mujer como Evangly, ella aunque fuese callada, aparentemente calmadamente dulce, era una mujer que siempre creaba una secuencia de su vida, era del típico personalidad milimétrica.

-Buenos días Bas -respondió Evangly, mientras su amigo solo le miraba pidiéndole ayuda, acto al cual él sonrió le encantaba tentar al diablo.

-Eva sabes que no me gusta meterme en sus problemas de pareja, pero por lo poco que escuché, perdón por lo que diré André, pero ella tiene razón, es horrible que uno llegue a usar una rasuradora y esta este embutida de bellos faciales, si tanto te cuesta limpiarla usa una propia, pero esta muy mal, es asqueroso -término mirándolo con una sonrisa malévola, ya había sembrado el veneno en Evangly y eso aunque le tuviese por igual, la reacción de su amigo lo valía todo y más la cantaleta que iniciaría su esposa.

-¿Ves? -Preguntó envenenada y aún más molesta que en un inició -ni siquiera Bas, que aveces es un tonto hace lo que tú, ¿no que eres más avispado? -siguió refutando molesta, no pasando por alto los insultos que también llevaba Bastian.

-Ok... basta -intervino por que si no lo hacía, se armaría el mierdero que luego terminaría en un baño público con sexo y lo que menos quería era ver como otros si tenían sexo y él no podía por que quién se le antojaba le estaba dando mucha lata.

》¿Tienes alguna información nueva sobre la abogada? -se dirigió a Andreį, que lo miraba con odio, pero que también ignoró -anoche no lo dije, pero la forma en la que se desenvuelve da mucho que preguntar sobre ella.

-¿Desconfias de ella? -Preguntó Evangly un poco la defensiva, pues aunque la abogada fuera de coraza dura, le caía muy bien, por que al final era la única mujer que no se medía en palabras para poner en su lugar a Bastian y eso en un persona, sea hombre o mujer, era más que de admirar, era de valientes enfrentarlo.

-Por muy increíble que parezca, a mí no me da desconfianza, al contrario confío en este trabajo que hará, pero también me deja a la deriva con muchas inquietudes, mi poder tiene alcances inigualables, pero ella alcanzó esto en minutos, que esperó no estarme equivocando y por el bien de vizquito sea de fiar -recalcó el trato al cual habían llegado, al momento de poner a prueba sus habilidades y criterio en el cual confiar.

𝖀𝖓𝖆 𝖆𝖇𝖔𝖌𝖆𝖉𝖆 𝖕𝖆𝖗𝖆 𝖊𝖑 𝔹ℝ𝔸𝕋𝕍ÁDonde viven las historias. Descúbrelo ahora