¡¡EFÍMERO!!

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Ordenar y esperar resultados probablemente exitosos, según el plan que establezcas, es lo más común en la vida de un soberano.

Más aún, si aquél plan es uno tan simple y común, como el evacuar y también cerrar un hospital entero, a la vez que se monta vigilancia en su perímetro, durante el tiempo que sea necesario, pero, ¿aún así, por que el Bratvá no pudo ser capaz de quedarse sentado o llevar a cabo otros compromisos, en la espera de esa respuesta?

Simplemente aquello por primera vez se había convertido en su mayor arma de ansiedad, tratando de darse apoyo al pensar que no solamente sus hombres estaban a su lado, también estaba su familia en la única en quién confiaba realmente, como lo eran los esposos Kozlov, pero todas esas excusas no creaban tranquilidad a sus alborotosos sentimientos.

Por lo que no estaba dispuesto a esperar a que uno de los hombres de Apoloniusz y que ahora estaban a su cargo, le informase como hacía promedió a dos horas, cuándo se le indicó que la hora del parto de su esposa había llegado.

-¡Señor! -escuchó decir al hombre, desde la otra línea, al tiempo que se permitía escuchar el exterior que lo rodeaba.

Concluyendo que estaba sobre alguna alta edificación tal como le había ordenado, pero lo confirmaba por aquél choque de la brisa sobre su voz y la bocina del celular.

-¿Que me tienes? -preguntó luego de unos segundos de análisis, resonando sobre su escritorio el dedo índice en un movimiento periódico, que también llevaba a cabo en sincronía junto a su pierna, ya que era una forma inconsciente y absurda de sobrellevar su desesperación.

-Hasta el momento todo está en calma, pero tal como usted lo ordenó el equipo está en alerta, junto a las armas que usted nos proporcionó, en la espera de alguna amenaza sorpresiva o mínima que quiera acercarse más allá del perímetro en custodia -se explicó el masculino, con su mirada al frente, por que sabía que cualquier error se le cobraría a creces.

-¿Y... -suspiró por que aquella pregunta, que aunque era la más importante, no sabía como formularla, mucho menos ante alguien tan inferior a él y tener que depender de eso para alcanzar un poco de tranquilidad -ella como está? -logró articular, recuperando su tono de voz a uno más seguro.

-Su esposa y sus hijos se encuentran en excelentes condiciones, como también hospedados en un cuarto solo para ellos como lo pidió, sin que fuesen separados por medidas preventivas, al igual que se le proporcionó un poco de comodidad a su familia, para que no la dejasen sola -volvió a explicar, mientras Bastian pasaba saliva con un poco de desesperación, además de que aquél viento le impedía comprender algunas terminaciones de palabras.

-Informame cualquier anomalía así sea mínima -finalizó con aquellas palabras la llamada.

Sin embargo el saber que tanto Maïa como el engendro se encontrasen bien, a él le seguía dando angustia, habían pasado días tranquilos y sus enemigos sabían que aquella griega era su debilidad, pero tenía en claro que cualquiera que se atraviese a tocar a su mujer era cadáver.

Por lo que decidió tomar del mini bar un poco de whisky, para que con él, almenos contrarrestar aquél sentimiento, por que tampoco quería propasarse de copas hasta no estar seguro de que Maïa estaba en un lugar más adecuado como la casa que había comprado y ella no sabía.

Por que en efecto tal residencia era de su propiedad, juntamente a la seguridad visible e invisible que le habia otorgado con ayuda del polaco.

Por otro lado, a pesar de que la noche iniciaba sus tonos oscuros más suaves, los cuáles demostraban la juventud de su inició; el cuerpo de los presentes estaba agotado por el día al que se habían enfrentado.

𝖀𝖓𝖆 𝖆𝖇𝖔𝖌𝖆𝖉𝖆 𝖕𝖆𝖗𝖆 𝖊𝖑 𝔹ℝ𝔸𝕋𝕍ÁDonde viven las historias. Descúbrelo ahora