UN CALUROSO ENFRENTAMIENTO

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El arma mortal de toda mujer para enfrentarse a un hombre es la seducción natural.

Que algunas le sacan provecho, otras no, algunas saben la reacción que causan y otras lo ignoran.

Sin embargo para algunos hombres que han conocido a Maïa Zabaţ la definen como 《sirena》encantadora como peligrosa, para otros una 《araña》 te atrae, te envuelve, te usa y luego te mata.

Pero para ella no es así, ella es algo más allá del físico, aunque dichos conceptos le eleven el ego, ella se define como una mujer 《inteligente, con carácter》 que sabe ¿cuándo? ¿Como? ¿Donde? Actuar y mover sus fichas, no es prostituta, pero sabe con que órgano exactamente piensan los hombres y es por ello que la catalogan sirena.

-Señorita Zabaţ -la interrumpió su asistente, quien se encontraba en el marco de su oficina en VINEG BUFFETT & ASSOCIATES -Disculpe que la interrumpa ¿puedo pasar?

Zabaţ en medio de tantos papeleos por organizar esparcidos en su escritorio, levanto su mirada enfundado por sus lentes redondos, haciéndole un asentimiento de cabeza a su asistente para que prosiguiera.

》El señor D'agostino -al escucharla pronunciar dicho apellido no pudo evitar arrugar su entrecejo, se supone que había concluido negocios con él, almenos por el momento, así que era algo sorprendente para ella -le envió este arregló de rosas, como una disculpa por la manera en que le habló y pidió que si le podría conceder una videoconferencia para hoy.

Su cerebro hizo un retroceso a la parte donde le mencionó el arreglo de 《rosas blancas》 que ella tenía en las manos 《ROSAS》 en su concepto personal se consideraba una mujer que no merecía rosas, eran muy comunes, en olor, en formas y ella no lo era.

Respetaba el concepto de aquellos amantes por este tipo de flor, pero sus conceptos personales estaban guiados por su propio paradigma de valorización íntima y era un concepto que no negociaba, no cuando se trataba de ella, no era egoísta, era una mujer llena de confianza y con mucho amor propio, tampoco se consideraba superior a nadie, pero su valor propio era inmenso, no sobrepasaba a nadie pero tampoco se creía inferior.

Sin embargo tenía un plan de desquite que llevaría a cabo con Carlo, su plan ya no era meterse directamente, ahora se dejaría apoyar por el clan Bogdanov, pero no desperdiciaría la oportunidad de arrastrarle en su propio lodo.

-Dile que tengo disponibilidad para él -se detuvo mientras revisaba el calendario que tenía en su laptop -el día once de este mes, ¿algo más Samantha? -Preguntó al verla aún en su oficina.

-Lo siento doctora... pero es que su audiencia es el trece, no le dará tiempo de prepararse.

-Quizas, pero no tengo tiempo para él, dile que si le sirve, lo tomé, como si no, pues no puedo hacer nada contra ello y... Samantha, saca el arreglo de mi oficina, no la quiero... -tomó el marco de sus lentes y se los quito para guardarlos en su caja protectora.

》Por cierto, estaré en mi dependencia toda la tarde, hazte cargo desde aquí, cualquier urgencia llámame al privado.

Ordenó mientras organizaba su bolso, para marcharse a su apartamento por algunos papeles que necesitaba, ya que en las horas de la tarde haría su posicionamiento en las instalaciones de BOGLOV COMPANY.

Sin embargo al salir de la totalidad del edificio sus planes se vieron truncados, por la sonrisa "tranquilizadora" de su víctima, quien estaba dejaba detrás suyo un clásico Citroën Traction Avant quien sabe de que año, lo cierto es que no eran de su gusto, pero si el típico gusto del vejestorio italiano 《una reliquia para otra reliquia》 pensó.

𝖀𝖓𝖆 𝖆𝖇𝖔𝖌𝖆𝖉𝖆 𝖕𝖆𝖗𝖆 𝖊𝖑 𝔹ℝ𝔸𝕋𝕍ÁDonde viven las historias. Descúbrelo ahora