La mañana en San Petersburgo había comenzado un poco cálida, algo que extrañamente pasaba en una ciudad que es literalmente continental húmeda.
Eso causaba un poco de felicidad en la abogada que terminaba de abotonar los botones frontales de su corta falda de jeans oscuro que combinaba con unas oscuras pantimedias, las cuales usaba con unos botines planos y una sencilla camiseta semi ajustada.
Ese día estaba relativamente feliz, la razón, el dolor que tenía en su pierna lastimada, empezaba a ser mucho más tolerable, lo que le daba a entender que empezaba a sanar y eso le causaba satisfacción, más que todo; el no depender de nadie.
Por lo que sin tanta dificultad se dirigió hasta la cocina, estaba hambrienta por aquello de que la noche anterior tuvo un poco de acción, pero cero alimentación.
-Buenos días -saludo a la única mujer que siempre había visto, una de edad mayor, algo callada pero eso no le quitaba lo agradable -señora Tanya, el señor Bogdanov ¿ya bajo? -Preguntó con algo de incertidumbre, para esa hora él siempre estaba esperandola, para tomar el desayuno, pero ese día no lo había visto.
-Bueno él... -habló un poco nerviosa la fémina, no sabía cómo explicar tal situación o si está le causaría algún problema, que era lo más probable -el día de hoy está indispuesto.
Tal respuesta hizo que la abogada frunciera su ceño, era extrañó, pero en el momento que se disponía a preguntar si estaba enfermó.
Entraron al lugar los esposos Kozlov, con un semblante de preocupación, que encendió un poco sus alarmas, al unir las conjeturas de la respuesta que ya había recibido.
-¿Está arriba? -Preguntó Andreį a la mujer detrás de Maïa, la cual asintió, para luego el masculino enfocar su mirada en la abogada -¿cómo amaneces?
-Bien... no quiero parecer una entrometida pero, ¿por qué tanto misterio el día de hoy con Bogdanov? -Preguntó mirando a los esposos, quienes se debatían en contarle, en especial Andreį quien había tenido larga una conversación con su esposa, respecto a usar a la abogada.
-Te necesitamos -se decidió Evangly llamando la atención de todos, incluso de Tanya, quien era de confianza para ellos -En fechas como hoy, Bastian es como una bestia literal, quien lo interrumpa lo mata sin importarle quien es, de hecho una vez Andreį intentó acompañarlo y le disparó, luego se disculpó pero ya le había disparado.
Zabaţ aún sin comprender a dónde querían llegar con su explicación, los miraba captando a su vez ese nerviosismo que no era común o normal en ellos.
-Bien como se que no te gustan los rodeos hablaré yo -interrumpió Andreį a su esposa, quien le agradeció con una mirada -hemos visto lo bien que se llevan y queremos que tú subas y le hagas compañía.
En aquel lugar no se sabía quien miraba extrañamente a quién, si la abogada que debía enfrentar a la bestia o Tanya que había tenido que limpiar en más de una ocasión la sangre de las víctimas que se atrevían a cruzar la línea que el Bratvá había creado en ese día.
-No iré -respondió segura la abogada, tomando asiento en la barra americana de la cocina -creó que les convengo más viva, además no he hecho nada malo, como para que me manden allí.
-Es que no comprendes -agregó Evangly mirándola esperanzada.
-Por que comprendo y no soy tan estupida es que no iré, haber le disparó a quien creó es como su hermano ¿que les hace pensar que no me hará nada?
-Maïa en eso tienes razón, pero si lo miras desde nuestro punto no te pasará nada, para nosotros entre Bas y tú hay una extraña pero a la vez fuerte conexión, que estoy segura si tú lo conocieras como nosotros, te sorprenderías, por eso creemos que puedes ser tú la indicada para hacerle compañía el día de hoy.
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𝖀𝖓𝖆 𝖆𝖇𝖔𝖌𝖆𝖉𝖆 𝖕𝖆𝖗𝖆 𝖊𝖑 𝔹ℝ𝔸𝕋𝕍Á
RomanceDUOLOGÍA DIOSAS Parte I Ellos son hielo, pero también pasión, son sangre y destrucción. El diablo creía ser invencible, hasta que una diosa griega maldita lo captura En muchas relaciones el amor no es suficiente para sopo...