IMPLACABLES

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Esté capítulo, es dedicado a mis valientes, a esas mujeres que luchan día con día, ante una historia que ha labrado el destino para ellas, pero como guerreras que son siempre tienen una cara para el enfrentamiento.

Esto es para ti mamá guerrera.
Esto es para ti que luchas día con día en un país diferente.
Esto es para ti que sufres en silencio.
Esto es para todas... un beso.
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El camino a villa Bogdanov había sido corto, por aquello de que la casa que habitaba Alexander Smirnov, quedaba muy cerca a ésta.

Sin embargo para un animal hambriento como Bastian Bogdanov, que ansiaba ver fluir sangre, aquello había sido suficientemente extenso como para hacer desesperar a bestia.

-Llevenlo a mi mazmorra especial -habló sonriente, sin quitar la mirada de Alexander que le observaba retador, forzageando de vez en cuándo con los hombres, que aún le sostenían.

-¿Eso te hace más hombre? -pronunció lleno de frustración, con la intensión de provocar a su ego, cuándo le hicieron el señalamiento de la mazmorra.

Ya que no sabía que tenía de especial aquella mazmorra, pero en general sabía lo sádicas que eran.

》¡HAGAMOS ESTO COMO HOMBRES, SOLO UNO VIVO...! -gritaba a medida que lo iban adentrando a la parte trasera de la mansión Bogdanov.

Aquello bajo la atenta mirada de Bastian, quién saboreaba su propuesta; el dilema de la situación del ginecólogo es que él no deseaba probar su hombría, muy por el contrario quería su sangre a cambio de ése deseo en el había sucumbido con Maïa.

De esa diosa que era suya, de nadie más, por lo tanto nadie la tocaba, nadie la podía ver o desear por que él se encargaría de aquello.

Y con respecto a Alexander ya tenía un plan mucho más jugoso que matarlo a puño, ya que no; eso no alimenta a la bestia, eso solo alimenta a los carroñeros.

Sin embargo cuándo escucho los neumáticos pesados del Jeep que había mandado a preparar para la griega, se giró molesto, en lo que volvían sus recuerdos y de cómo había escuchado un pequeño gemido de su parte, que como si fuera poco, ella estaba con sus orbes oscuros que estaban llenos de placer.

Uno que él no le estaba proporcionado por que ella así lo eligió y sobre eso recaería siempre su maldición, como una cortina de muerte y sangre por Maïa preferir en un comienzo al engendro, pero también a otros, antes que a él.

Maïa que estaba más que tranquila, por que en si aquella situación ya la esperaba por parte de Bastian, que es del tipo posesivo que jamás dejaría que ella estuviera con alguien más y eso lo tenía claro, por lo que no lo discutiría, como tampoco rogaría por la vida de Alexander Smirnov, no, cuándo desde un principió fue el objetivo principal de las diosas del inframundo.

Así que con toda la valentía y la arrogancia que solía tener, acto que también la sorprendió por que lo creía muerto en su ser; pasó por el lado de Bastian, en dirección a las mazmorras que estaban en la parte subterránea a la mansión.

Aquello sin mirarlo, por que disfrutaba de lo mucho que estaba sufriendo, sentimiento que vivió en carne propia, solo que en ella no fue por orgullo como pasaba con el Bratvá, en ella el dolor fue por amor, por que aunque esté llena de resentimientos, sus sentimientos también llegan a ser igual de fuertes.

-¿Vas a rescatarlo Maïa Zabaţ? -indagó el masculino a espaldas de ella, irritado por haberlo ignorado y al mismo tiempo desesperado por que aún cuándo aquél estaba por morir ella lo seguía prefiriendo.

𝖀𝖓𝖆 𝖆𝖇𝖔𝖌𝖆𝖉𝖆 𝖕𝖆𝖗𝖆 𝖊𝖑 𝔹ℝ𝔸𝕋𝕍ÁDonde viven las historias. Descúbrelo ahora