Parte 2.
Eran las once de la noche en el país asiático, cuándo en la puerta de la habitación de la abogada, se escuchó el puño airado de Bastian, el no solamente había quedado frustrado y molesto, si no que también excitado.
Prueba de ello era la prominente erección, que no solamente sentía, si no que vio en el preciso momento en que bajo su mirada a su bragueta, por la posición en la que se encontraba, pues tenía las manos sobre la puerta, con su cuerpo un poco inclinado por la distancia que esté tenía al objeto de metal.
-A mi nadie me deja con las ganas Maïa -susurró para si mismo.
A la vez que erguia su cuerpo para dirigirse hasta el ascensor, el cuál lo llevaría hasta la recepción, en la que se encontró con una sonriente mujer, en la espera de él.
-He olvidado mi llave dentro de la habitación y necesito un repuesto ¿me lo puede facilitar? -Preguntó aún molestó, haciendo que la fémina se colocase un tanto nerviosa, no solamente era la furia que destilaba el hombre frente a ella, si no esa prepotencia que reflejaba su sola presencia.
-Con gusto señor, me regala su identificación y el número de habitacion, por favor -le pidió la fémina, con la voz un poco temblorosa.
-Habitación 2503 -le indico, luego de entregarle la identificación a la mujer, que en efecto había comprobado en el sistema la similitud de los datos, entregandole la tarjeta de repuesto, junto a su identificación de regreso.
Estratégicamente Bastian había registrado su habitación y la de la abogada con su identificación, mientras que la de la turca no, aquello con el fin, de ahorrarse muchos dolores de cabeza, como el de ahora, sabía que no soportaría mucho tiempo sin sexo con la fémina, por lo que supuso que si ella se negaba, entraría de todas maneras, como ya lo había hecho en Dubái.
Por lo que luego de pasar la tarjeta por el lector de la puerta de la habitación de Maïa, entró molesto, mirando a su alrededor, encontrándose con la única luz encendida que provenía del vestier, por lo que luego de meter la llave en el bolsillo de su pantalón, en donde también se hallaba la braguita aún húmeda de los líquidos de Maïa, se dirigió hasta allá.
Encontrándose con la mujer frente a un espejo, por medio del cuál le sonrió, sonrisa que no correspondió, enfocándose en la lencería color habano de la marca agent provocateur.
La cuál se caracterizaba por la transparencia en sus prendas y que consistía en un sosten que le permitía observar las areolas de sus senos, junto a sus pronunciados pezones, era obvio que ella estaba excitada, no había duda de eso, seguido a esto, la mirada escudriñadora de Bastian que había sostenido su cuerpo de lado en el marco de la puerta, a la vez que guardaba sus manos en los bolsillos laterales de su pantalón, para poderse permitir observar con gustó lo que tenía frente a él.
Viendo aquella diminuta braguita transparente que se perdía entre sus gemelos blanquecinos, combinado junto a unos ligueros color blanco, completamente descalza, pero que le hacían ver sus torneadas piernas, de manera provocadora, para luego girarse a él, bajando su mirada a un solo punto, que no pudo observar con facilidad, el pequeño triángulo, que se dedicaba a aparentemente cubrir con su transparencia el monte venus de la fémina.
Que para ese momento, retrocedió ubicando su trasero en el organizador detrás de ella, mientras le sonreía con superioridad al hombre embobado en frente, que por su evidente erección, había logrado la primera parte de su fabuloso cometido.
Hoy no era el juego del Bratvá, por que hoy Maïa jugaría con el Bratvá.
-Haz... tardado -rompío el silenció la fémina, que se acomodó mejor sobre el organizador, permitiéndose abrir las piernas de manera sugerente, dándole esa vista provocativa a Bastian de su diminuta brasilera perderse entre sus labios vaginales.
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𝖀𝖓𝖆 𝖆𝖇𝖔𝖌𝖆𝖉𝖆 𝖕𝖆𝖗𝖆 𝖊𝖑 𝔹ℝ𝔸𝕋𝕍Á
Любовные романыDUOLOGÍA DIOSAS Parte I Ellos son hielo, pero también pasión, son sangre y destrucción. El diablo creía ser invencible, hasta que una diosa griega maldita lo captura En muchas relaciones el amor no es suficiente para sopo...