Capítulo 28

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28 | el viento antes de la guerra.





EL CABELLO ROJO DE SPENCER SE MOVIÓ LEVEMENTE CON EL VIENTO DE LA PLAYA, la push se encontraba vacía debido al clima nublado sobre su cabeza, pero ellos se mantenían sentados en la arena, con tranquilidad, hombro con hombre, y cada uno estaba perdido en sus propios pensamientos. El pelirrojo había colgado la llamada de Danna hacía minutos atrás, y Jacob, por su parte, se limitó a mirarlo de reojo un par de veces desde entonces, esperando, que él de piel pálida comenzará una conversación de nuevo. A él no se le daba bien aquello.

—Era Danna, está en Seattle— informó, —La chica del bosque a la que ayudaste— le recordó. Era obvio que no la conocía. Jacob esbozó una media sonrisa incómoda, si la conocía. La había visto, sabía que estaba en la casa de los Cullen, debajo de su supuesta protección al igual que Bella Swan, pero clafp era, que no podía informa de aquello. Ambos quedaron en silencio de nuevo.

—No entiendo a las mujeres...— soltó de repente el de piel morena por inercia. Sabía que le gustaba Bella Swan, o bueno, eso creía pero ella por momentos no parecía ni remotamente interesada en él, y por momentos parecía gritar lo contrario con sus acciones. Los ojos de Spencer la miraron, la tristeza cruzó sus facciones pero tan pronto como llegó, se fue. Jacob Black era irremediablemente un amor imposible, y sabía que debía alegrarse de que eran amigos. Se habían estado viendo con frecuencia en esos días, hablando sobre que les gustaba o disgustaba, caminando por el bosque y la playa. Disfrutaban la compañía del otro, aunque fuese en silencio.

—¡Ah! ¿Así que te gusta alguien?

Jacob se encogió ante la voz del pelirrojo y le miró por unos breves segundos con algo parecido a la vergüenza. Había notado que Spencer sentía algo más por amistad que él, y no buscaba herirlo de ninguna forma, solo hablo sin pensar. —Si, lo siento, no quería hablar...

Spencer sacudió las manos y se cruzó de piernas sobre la arena clara de aquella playa —No tienes que disculparte, que me gustes no significa que estés obligado a corresponderme—aseguro con una sonrisa que no le llegó a los ojos. —¿Porque no la entiendes?

Jacob dudo antes de hablar, pero finalmente lo hizo —Se llama Bella. —informo — No lo sé, me confunde, dice que está enamorada de otro, pero a la vez...no se, creo que soy un estúpido. —Spencer notó como los ojos del hombre brillaron al nombrar a la joven, y por breves instantes quiso ser ella. Deja de ser él, de ser hombre, de tener horrible cabello pelirrojo y dejar de llamarse Spencer. Quiso ser Bella. Pero eso jamás podría ser.

—O ella no sabe lo que quiere — aseguró Spencer mientras se encogía de hombros —Suele pasar, y no solo con las mujeres. Es posible que se sienta atraída a los dos, o al ideal que ambos representan...

Jacob le miró y elevó las cejas —¿A qué te refieres?— cuestionó.

Spencer hizo una mueca —¿El otro chico, es parecido a ti?

—¡Claro que no!— exclamó Jacob con molestia, dejando en claro, la gran rivalidad que había entre ambos.

Spencer río suavemente. —Bueno, si él es tan diferente a ti, debe ser que algo le atrae de ambos. De ti puede ser tu libertad para hacer las cosas, y el quizás, sea más estricto para eso, ¡no lo sé! Sólo estoy dando un ejemplo —declaro en cuanto notó la mirada de burla que el de cabello oscuro le dio. Jacob se detuvo a pensar, quizás le atraía que el fuese un hombre lobo, pero también, la inmortalidad que Edward suponía, siempre había visto a Bella especialmente interesada en ser joven y bonita lo más que pudiese. Quizás ese aspecto que el mismo consideraba tan inhumano y asqueroso, atraía a la joven.





—¡Además de tenerme secuestrada, me usan de puta carnada!

El bramido de Danna resonó en bosque, al igual que las pisadas fuertes que daba sobre las hojas muertas. El invierno había llegado, y con él, la muerte de la naturaleza. La castaña empapó con violencia la corteza del árbol con su sangre, se había hecho una cortada pequeña pero suficiente para dejar su rastro por todos lados.

Los Cullen habían insistido en que atraer a los neófitos al lugar de batalla por medio de sangre humana era una buena idea. Así que ahí estaban, ella y Bella Swan cortándose la maldita piel para manchar todos los putos árboles posibles. Jadeó, sabía que si eso mantenía a Forks alejado de una posible masacre, era una buena forma de ayudar, pero tampoco era de su agrado. Menos al ser una tarea compartida con la indeseable de Swan. Una extraña calma le invadió, algo completamente contrario a lo que quería sentir, porque estaba enojada, eso era claro. —¡Ya basta!— exclamó girándose para mirar a Jasper. Agradeció cuando la sensación desapareció y pudo expresar el enojo en su cara.

—Estas muy alterada...—fue todo lo que expresó. Se mantenía cerca de ella, y a su vez, ambos no se alejaron demasiado de Swan y Edward, así que Danna sabía que todo lo que hablaran, también lo sabría el de cabello castaño.

— Podrían haber esperado a que ambas comenzáramos a menstruar al menos...— se quejó —¡Sería más fácil pasar la toallita por el árbol, con un demonio!— dijo antes de mirar de nuevo al rubio detrás de ella. —Ni se te ocurra...

Jasper elevó las manos en señal de paz —No hice nada — dijo antes de reír. Danna rodó.

—¿Estás seguro de que va a funcionar?— cuestionó. El vampiro notó la preocupación y el dolor latente en ella.  De repente, Jasper ya había llegado a su lado, y cubría su pequeña herida con una gasa. Estaba tensionado, Danna supuso que era para no perder el control de ninguna forma y no dejarla como una lámina de papel.

— Solía entrenar neófitos— admitió el mayor. Las cejas de la joven se elevaron con sorpresa, y ambos comenzaron a caminar de nuevo por el bosque, debían volver a la casa de los Cullen, y además, alejar a los murciélagos de ese lugar con tanta sangre impregnada. —Se que en esa etapa todo es más profundo: olores, aromas, voces, reflejos. Sentirán la sangre a kilómetros y van a descontrolarse, cuando alguien se descontrola es más difícil controlarlo y mantener un plan.

Jasper le hablo sobre algunas cosas más de su pasado, y para cuándo Danna quiso preguntar con genuina curiosidad algo, la voz de Edward les interrumpió. Notó que Bella ya estaba sentada en el asiento de copiloto del Jeep, mientras que el vampiro les esperaba fuera de este. —¿Ya terminaron?

Jasper asintió —Cubrimos toda la zona...

Danna río elevando una ceja —¿Cubrimos?— cuestionó —Yo hice todo el trabajo, — se quejó mientras escuchaba a Jasper reír y seguir sus pasos —¿Crees que Esme pueda hacerme un pastel? Tengo baja el azúcar... —dijo dejándose caer en el asiento trasero del vehículo, intercambio miradas por el espejo retrovisor con Bella.

—Estamos ocupados como para hacer un pastel— murmuró Bella por lo bajo. El silencio se expandió por dentro del auto cuando Edward cerró la puerta.

—Bueno, ¿Y gracias a quien?

Bella se giró a mirarla, Danna sostuvo esa guerra de miradas sabiendo que no iba a perderla —No sabes nada de mí, nada de lo que pasamos.

—No me interesa saberlo tampoco, Swan. —exclamo la de cabello castaño oscuro — Sólo quiero terminar esto y dejar de ver tu patético trasero molestandome, estoy cansada...

—¿Y cómo crees que estoy yo?— cuestionó la otra joven, subiendo levemente el tono de voz. Jasper se concentró en calmarla, pero poco funcionó su don con Danna, la cual, elevó la ceja. — ¡También estoy cansada de ver tu estúpida cara!

—Bajate del auto...










BREAK UP WITH YOUR GIRLFRIEND | EDWARD CULLENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora