Capítulo 45

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PESE A TODAS LAS NEGATIVAS DE BELLA, Danna se quedó a su lado hasta que Carlisle llegó a su lado. Mientras la revisaba, la de cabello oscuro solo hizo un par de arcadas para luego caer dormida sobre el sofá. El médico de la familia concluyó en que una simple borrachera pero si sabía que la joven tendría unos grandes malestares cuándo se despertara. —Debería informarle a Charlie que está aquí...

—Puede decirle que dormirá aquí — sugirió la joven luego de morder sus labios con nerviosismo. Sentía que debía callarse en ese instante pero no lo hizo —Bueno, si me lo permite, me gustaría quedarme, no me siento en condiciones de volver a casa. Además puedo echarle un ojo a Bella, no creo que a su papá le guste verla así. — le señalo con la cabeza. Carlisle sonrió con el aura de compasión que le rodeaba la mayoría del tiempo.

—Claro que puedes, eres bienvenida. —el vampiro le dio una mirada a Bella e hizo una mueca —Creo que debería ir a buscar un tarro para dejar en el suelo.  —hizo referencia a las náuseas con la que despertaría. Danna asintió antes de moverse unos pasos hacia atrás murmurando que necesitaba ir al baño. En su camino hacia el tercer piso, comenzó a cuestionarse porque intentaba cubrir a Bella con su padre debido a su borrachera.

Quizás creía internamente que ese favor podría saldar de alguna forma u otra su intervención en una relación, a la que claro, la dejaron entrar.

Sacudió la cabeza, sabía que no debía sentirse del todo culpable puesto que ella no compartía ningún lazo de amistad o siquiera compañerismo con Bella, y realmente, no le debía nada. Pero a su vez sabía que ese instinto femenino que le salió del pecho le torturaba cada vez que pensaba en que se había metido con un tipo que tenía novia. Bufo y detuvo sus pasos frente al gran cuadro con birretes de graduación.

—¿Me darás el tuyo para sumarlo?

Sus ojos impactaron contra Edward descansando uno de sus brazos sobre la pared. Si al vampiro no le causaba culpa, ¿porque a ella sí?

« Quizás porqué puede hacerte lo mismo. Te ama por un tiempo y luego te descarta» resonó una voz en su mente. Los mechones de cabello se movieron con ella cuando su cabeza lo hizo. Su propia inseguridad le atacó. —¿No es exclusivo del clan Cullen? — cuestionó con interés. Él cobrizo sonrió antes de acercarse y depositar un beso sobre su frente.

Danna cerró los ojos. Disfruto del contacto.

El separarse se sintió como un viento helado, cómo el marchitar de un árbol, cómo un torrencial de agua fría en pleno invierno; no fue agradable. Ambos movieron su mirada nuevamente hacia el cuadro. —Hoy...— murmuró la joven. El vampiro le miró con atención —Mi hermano me dio una tarjeta. Había estado ahorrando todos estos años para mí universidad — su voz tambaleó al final.  Se maldijo a sí misma por haber bebido de más.

El alcohol siempre se terminaba por convertir en su enemigo personal.

—Eso es hermoso, Danna. Me alegra que esté mejorando.

Danna sonrió sin mostrar los dientes. —Supongo que ahora sí podré estudiar lo que quiero. — bromeó. Sin embargo, mirar de nuevo a Edward fue como chocarse de frente con un paisaje muerto. Sin vida. Devastado por algo que le había pasado.

—¿Vas a dejarme?

Danna balbuceó —Bueno, pensaba estudiar en el exterior pero puedes venir conmigo, ¿no?

—No me refería a eso. — aseguró él. Puso uno de sus dedos en la parte de costado de su cabeza y lo apoyo con suavidad contra su cabello. —Hablo de lo que piensas aquí.

El rostro de la joven palideció. No sabía muy bien que responder porque ni ella misma sabía lo que significaban sus pensamientos. Subirse a un tren equivocado y terminar varados, había dicho Jessica. Quizás ella se había subido a un tren equivocado antes de tiempo. Quizás ya estaba varada desde hace mucho. Quizás, quizás, quizás. Demasiadas suposiciones para alguien de su edad.

—Es solo el alcohol, se me pasa...

—No es solo el alcohol y lo sabes. — declaró él. Sus ojos expresaron agonía. —No voy a irme a ningún lado, Danna. No voy a dejar de amarte ni a cambiarte por nadie. — aseguró. Su voz no tembló al prometer aquello. No dudó. No había ni un ápice d confusión en su expresión. —Me sentí culpable, si lo hice. Pero ya no. No voy a sentirme culpable por amarte, no por eso porque es lo más humano que me ha pasado en cientos de años. Y es real. Todo lo que respecta a tí lo es.

Danna sintió como sus ojos picaron por las lágrimas contenidas pero no las soltó. Solo se quedó allí, apreciandolo y oyendo aquellas palabras que enardecian su espíritu amante. —Comprendo que tengas dudas: eres joven, tienes toda una vida por vivir y no voy a ser un obstáculo en ello. Te amo, Danna, pero más amo verte feliz, aún si eso divide nuestros caminos.

La joven sintió el cuerpo helado. Las manos le temblaron ligeramente y su corazón latía tan desbocado que por momentos creía no sentirlo. —¿Qué quieres decir?

—Que no importa la decisión que tomes, Danna. Si decides amarme desde ahora o sí decides vivir una vida humana lo más plena posible. Yo respetaré esa elección. Solo quiero que sepas que te amaré, te deseare y te esperaré toda la eternidad. Toda mi vida. — declaró. Danna sintió que la respiración se le atoraba. El alcohol le había hecho pensar cosas estúpidas que habían terminado en eso. Edward Cullen prácticamente entregándole  todo lo que era. Todo lo que le quedaba. —Que siempre serás la mujer a la que amo.

Ambos se quedaron en silencio. Danna solo podía sentir el calor en su rostro, el latido de su corazón y aquella emoción en sí misma que no le permitía ni pensar correctamente. Era joven. No quería ser vampiro, ni bonita, ni inmortal, al menos no en aquel momento. Quería dejar de sentirse culpable. Quería ser feliz lo mayor posible.  Quería una vida normal: universidad, trabajo, fiestas, amigos, cenas y citas. Quería ver películas y desperdiciar días en la playa pese a que odiaba la arena.  Quería ser ella misma. Quería estudiar su carrera soñada.

Pero pudo reconocer que cada vez que se imaginaba eso, no estaba sola. Estaba con Edward de una forma u otra. Estaba con él. Que su nombre se había escrito en todas las páginas del libro de su vida de alguna forma y que no quería borrarlo. No quería perderlo. Solo...estaba asustada. Solo tenía inseguridades propias de una mujer, de un ser humano.  —Te quiero a tí, Edward. — murmuró ella. Su susurro fue perfectamente audible para él. —A nadie más — afirmó. La fiesta lejos había quedado en ese mundo donde solo estaban ellos dos. Frente a frente. Vida y muerte. Demonio y mujer. —Y todos los errores que cometimos...sabes que los haría de nuevo porque son contigo.

—Nuestro amor no es un error.

Danna sonrió. La borrachera no le dejaba descansar, sentía su cara cada vez más ardiente. —La forma en la que lo descubrimos sí.

BREAK UP WITH YOUR GIRLFRIEND | EDWARD CULLENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora