Capítulo 24

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24 | bandejas de madrugada









DANNA NO SABRÍA DEFINIR CUANDO SU NOCHE PASO DE SER CALIENTE A HELADA, todos los pensamientos que había estado teniendo solo con la intención de alejar y molestar a Edward, se transformaron drásticamente en recuerdos que no eran nada agradables. El saber que su medio hermano estaba al tanto de su número de celular, y posiblemente de donde vivía la ponía paranoica. Forks era su nuevo hogar, y no quería tener que volver a huir de su casa para buscar un nuevo refugio. Se removió incómoda en la cama, le parecía fría, la habitación a pesar de estar cuidadosamente adornada, limpia y demás, parecía solitaria, como si nadie pasara tiempo allí desde hace mucho.

Un ruidito la sobresaltó, Danna giró su cabeza con rapidez ante el sonido de su celular y lo tomó —Estúpido celular, casi me matas de un...— se voz decayó drásticamente cuando sus ojos se concentraron en el recordatorio. Aniversario de mamá. Su garganta se cerró y el sabor de su propia saliva se le hizo amargo. Lo había olvidado por completo y aquello le cayó como un balde de agua helada sobre la cabeza, ella jamás se había olvidado un aniversario de su madre antes. Se sintió horrible de repente, una mala hija, una mala mujer. Dejo el celular de nuevo en la mesita como si este le quemará solamente con el tacto y apoyo de nuevo su cuerpo sobre el colchón, entrelazó las manos sobre su abdomen, sabiendo, que no iba a pegar un ojo en toda la noche.

Su cabeza comenzó a maquinar como siempre lo hacía cuando no dormía, solo que esa vez no se trataba sobre cuentas que pagar, administrar su tiempo o asegurarse de que el auto tuviese el seguro al día, se trataba de su familia, una herida abierta que no parecía querer cicatrizar con el tiempo. Para cuando quiso darse cuenta, la madrugada había llegado y con ella, sus ganas de tomar algo. Solo que esa no era su casa, y no podía andar por allí como si lo fuese. —¿Quieres un té?

Danna lanzó un jadeó ante el susto y se movió en la cama notando que Edward se mantenía a pequeños pasos de la puerta pero ya dentro de la habitación, sosteniendo una bandeja con unas cuantas cosas. —¡Casi me matas del susto, viejo muerto!— exclamó en un susurró llevando una mano a su pecho, el cual, volvía poco a poco a la normalidad.

Pensaba negar cuando su estómago rugió, y tampoco le culpaba, el olor a té era encantador, y las tostadas en la bandeja le provocaban la saliva que se le acumulaba en la boca. —Trae — ordenó, Edward sonrió de lado antes de caminar hacia ella y dejarle la bandeja sobre las piernas cuando Danna se sentó. —¿Estuviste leyendo mis pensamientos?— cuestionó. Edward esbozó una mueca de disculpa.

—Solo los que eran muy ruidosos

Danna río levemente antes de morder una tostada con ganas y saborear lo que en aquel momento, le pareció un manjar de los mismos dioses —¿Y tú novia?— cuestionó elevando una ceja. Se extraño de que no estuviese alli entrando a los golpes por la puerta y armando un escándalo.

—Esta en su casa...

—¡¿ELLA ESTA EN SU CASA Y YO ESTOY AQUI DE REHÉN?!— exclamó la mujer completamente enojada. Ella también quería irse, tenía cosas que hacer, y que seguramente eran más importantes que las que Bella podria tener que enfrentar en ese día. ¡Ella también quería irse!

—Ella está cuidada por alguien más...— expresó, Danna elevó las cejas.

—A mi no me importa, yo también debería irme, tengo algo importante que hacer en la mañana — dictaminó, pensaba moverse cuando las manos de Edward la detuvieron, un escalofrío le recorrió el cuerpo a la castaña. Sus ojos se conectaron, dorado contra marrón oscuro.

—Lo sé, y yo voy a acompañarte —dictamino el mayor. Había oído esos pensamientos y tenía muchas dudas con respecto a la madre y el hermano de la castaña, pero no pregunto—Pero necesito mantenerte segura, y que estés aquí es el único modo, Victoria quiere lastimarme en donde más duele...

—¿Esa sería yo? ¿O sería Bella?— preguntó, no lograba entender lo que deseaba el hombre. La quería ella, o quería a Bella, o simplemente quería vivir la eternidad con las dos —Eres un hombre complicado, Edward Cullen

—Solo quiero que entiendas que...

—Entiendo todo perfectamente — le interrumpió la castaña —No soy estúpida, Edward. Se que este mundo no me pertenece y que no puedo hacerle frente yo sola a vampiros, bichos raros y vaya a saber quién que cosa más, y se que te necesito a ti y a tú familia para sacarme de algo en lo que ustedes me involucraron pero no estoy confundida con respecto a mis sentimientos por tí

—¿De que hablas? — pregunto Edward dudoso sobre si quería saber la respuesta a esa pregunta o no. Danna no parecía feliz, ni tampoco se sentía cómoda en aquel momento, podía sentirlo.

Danna separó sus manos y enderezó su espalda —Me atraes, no solo sexualmente pero, no estoy enamorada de tí y eso se debe porque entiendo que no quieres nada conmigo, al menos no ahora. Quieres los dos postres y no tienes pensado renunciar a ninguno — declaró, Edward pensaba negar cuando Danna chasqueó la lengua —¿Qué dirás? ”No es así, no es tan fácil", si , seguro que será eso. ¡Eres un libro que se puede leer hasta cerrado, viejo!— se burló — Siendo sincera yo conseguí lo que quería, tener sexo contigo. Tú no sabes que hacer con tus sentimientos por Bella, porque claramente quieres seguir teniendo sexo conmigo, y yo tampoco sé si quiero renunciar a mi vida normal para seguir a un murciélago guapo por el bosque — la castaña tomo una larga respiración —a lo que voy es que, no quiero que juegues el papel de novio cuando no lo eres: no tienes que ser sobreprotector, o traerme comida a la cama, o tomarme de la mano, o prometerme que me vas a acompañar a visitar la tumba de mi madre. — se sintió liberada cuando dijo todo aquello y le tendió la bandeja — gracias pero se me cerró el estómago...

Danna se libró de la bandeja cuando Edward la tomó y se volvió a recostar en la cama, esta vez, dándole la espalda al castaño y dispuesta a dormir. Cullen quedó estático en su lugar y podria jurar que si tuviese un corazón latiendo en su pecho, seguramente tendría un dolor allí. —Entiendo, aclarar mi mente y no confundir la tuya... —murmuro apenas comenzó a caminar hacia la puerta con miles de pensamientos rondando su cabeza, e intentando saber que decisiones tomaría.

«¡Bingo! No era tan difícil, viejo» fue lo último que oyó desde la mente de Danna aquella noche.
















BREAK UP WITH YOUR GIRLFRIEND | EDWARD CULLENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora