Capitulo 9

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Danna agradeció al doctor Cullen cuando termino de retirarle el hilo que le cosía la herida, la cual, por suerte ya se había cerrado pero debía tratarla con cuidado hasta que terminara de cicatrizar y untarle una crema que le ayudaría en ese proceso

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Danna agradeció al doctor Cullen cuando termino de retirarle el hilo que le cosía la herida, la cual, por suerte ya se había cerrado pero debía tratarla con cuidado hasta que terminara de cicatrizar y untarle una crema que le ayudaría en ese proceso. —Gracias por traerme, Edward— murmuró la chica mirando al castaño, el cual le sonrió. Carlisle esbozó una media sonrisa porque aún estando de espaldas a ellos podían sentir el cariño de su hijo hacia la joven.

—No fue nada, era lo menos que podía hacer — dijo antes de tenderle la mano, Danna frunció el ceño —Tu número, necesito dárselo a Alice para que te hablé sobre la decoración — excuso.

La risa de Danna inundó la habitación mientras buscaba el celular negro en la bolsa, tenía la maldita costumbre de no aprenderse su número telefónico. Una vez que lo encontró busco su propio número en la lista de contactos y se lo tendió el castaño para que lo anotará en su celular —Ya sabía que querías mi número pero no que ibas a inventar una excusa tan original — se burló, Edward sonrió y la sonrisa le llegó a los ojos. La joven jamás había visto a alguien con el mismo brillo en los ojos que el hombre delante de ella, un brillo que le otorgaba calidez en el pecho como si hubiese estado esperando toda la vida por eso.

—Quizás— le siguió el juego el castaño —Pero, hablando en serio, te advierto que Alice no es difícil de tratar — dijo, Danna rodó los ojos. ¿Que podía ser tan malo?

—Creo que eres malo con tu hermana... — dijo, la voz de Carlisle los interrumpió y la chica quiso golpearse mentalmente cuando el rubor subía a sus mejillas, había estado coqueteando con el hijo enfrente del padre.

—Creeme, Danna, Alice es muy hiperactiva y le gusta ayudar a los demás aunque a veces es muy atolondrada y termina haciendo lo contrario — informó el mayor —pero de seguro que te ayudará a hacer un trabajo magnífico con la decoración, es buena para eso — Danna sonrió

—Eso espero—



Spencer bufó cuando sus pies descalzos tocaron la arena fría de la push, debido a las bajas temperaturas no había nadie más que él en el pacífico lugar. Aunque su mal humor no solo se debía a no poder meterse en el agua, si no que también su búsqueda del lobo feroz no había dado frutos. Si, fue hasta ese lugar para buscar al hombre del que su amiga había hablado con tanto esmero, y aunque se sentía un completo estúpido por buscar a alguien de quien no tenía la más mínima idea, también había algo que lo atraía como un imán, sentía la necesidad imperiosa de estar en ese lugar en ese momento. Quizás el destino solo estaba tejiendo su historia para él.

Acomodó su cabello pelirrojo con fuerza por el viento que lo removía, y detuvo su accionar cuando un hombre que se paró a metros de él lo miro profundamente. Spencer sentía que podría haber gritado allí mismo, el joven tenía el pelo oscuro y un poco largo, lo suficiente para enredar sus dedos en él, la remera sin mangas que tenía dejaba al descubierto brazos bien trabajados con un tatuaje tribal en uno de ellos, tenía la mandíbula definida y sus ojos marrones oscuros seguían fijos en su figura, parecía querer decir algo —Lo siento, te confundí con alguien más...— la voz del desconocido salió ronca, Spencer mordió el interior de su mejilla. Sentía que lo conocía. El hombre se había dado vuelta para empezar a caminar cuando el pelirrojo ato cabos

—¡Espera!— dijo, el pelinegro se dio vuelta y Spencer se dio el lujo de acercarse unos pasos. —¿Por casualidad, tu ayudaste a una chica a la que se le quedó su auto en el bosque?— preguntó, el hombre elevó una ceja pero asintió, Spencer sonrió. —Me llamó Spencer...— dijo tendiéndole la mano, el moreno se la tomo con rapidez y el pelirrojo se dio cuenta de la alta temperatura corporal del (hasta ahora) desconocido.

—Soy Jacob Black— se presentó finalmente el otro, mientras que sus manos seguían unidad. Cuando el moreno notó que la vista de Spencer seguía allí retiro la mano con suavidad.

El destino debía estar haciéndole una pésima jugada.

—La mujer, es mi amiga Danna...— comentó — Supongo que es el destino que nos cruzó, pero de todas formas gracias por ayudarla — dijo. También había mentido, no había sido el destino completamente responsable de su encuentro, si no el mismo que había caminado alrededores de unas dos horas. Sentía que los pies le latían con fuerza. Jacob esbozó una sonrisa antes de restarle importancia.



Danna se bajó del auto con rapidez. Estaba cansada y detestaba tener que volver a trabajar con el viejo miserable que tenía como jefe, pero necesitaba el dinero, necesitaba pagar los impuestos, la comida, y solo le agradecía a los cielos que esa casa se le perteneciera porque no podría darse el lujo de pagar renta también. Se acomodó el vestido que tenía por uniforme tironeandolo para abajo, no quería tener que cambiarse en el lugar así que había decidido ir vestida antes. Recogió su cabello en una coleta alta mientras caminaba hacia la entrada del local, estaba enojada con el viejo porque ni siquiera le había preguntado cómo estaba y solo esperaba que los imbéciles que la lastimaron no volvieran a aparecer.

La campana dio el característico sonido cuando ingreso al lugar y busco con la mirada a su jefe, el cual, se encontraba sentado en la barra y raramente tenia un trago en la mano, Danna no podría creer que se había preparado algo por su propia cuenta —Hola— dijo la castaña pasando detrás de la barra y quedó enfrentada al viejo, el cual, la escaneo con la mirada

—¿Estás bien?— pregunto secamente, Danna asintió —Bien, está temporada hay mucho trabajo y no puedo perder una mesera — dijo

Danna aclaró la garganta —Con respecto a lo que pasó...— fue interrumpida por un gruñido del mayor, el cual, movió la mano con desinterés, la castaña apretó los dientes con fuerza.

—No te preocupes, tienes un nuevo compañero ahora que te puede cuidar...— dijo antes de levantarse de la barra y dejar el vaso con fuerza. Comenzó a caminar hacia la puerta —Cierra la tienda hoy— declaró antes de desaparecer por la puerta. Danna frunció el ceño mientras se giraba para dirigirse a la cocina, una figura la sobresaltó logrando que se llevará una mano al pecho por el susto.

Miro al hombre vestido con unos zapatos, pantalones negros de vestir, una camiseta blanca y un delantal negro atado a la cintura pero su boca se abrió levemente al ver la cara del individuo —¿Edward?— preguntó con lentitud.











BREAK UP WITH YOUR GIRLFRIEND | EDWARD CULLENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora