Capítulo 18

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DANNA SE ENCONTRABA CONFUNDIDA, el lunes parecía querer empeorar cada vez. Había recibido una llamada en la mañana que logro dejarla nerviosa, no había comido, casi había chocado otro auto en el estacionamiento, se había embarrado los pies al bajar del auto, y Edward Cullen la había ignorado completamente cuando lo saludo amable. La castaña solo recibió una mirada de indiferencia por parte del hombre, lo que, la dejo aún más descolocada. Jamás había pensado que Edward podría ser de esos "por la noche te amo y en el día te odio" pero aparentemente era así. Y aunque no le importaba mucho, si le molestaba. Quizás y solo quizás porque por algunas horas creyó que podrían seguir con su...aventura de medianoche.

Dejó escapar un bufido de molestia y cerró el casillero con fuerza, llamando la atención de unos pocos que se sobresaltaron ante el ruido. Su día no podía empeorar, o eso creía.





—¡Mcllister! ¿Eres ciega?— la entrenadora Clark le pregunto en un grito sacándola de sus pensamientos, los cuales tenía mientras observaba a Swan desde el otro lado de la cancha. Había estado toda la mañana enviándole miradas de muerte, y aunque no quería pelearse con ella (porque internamente sabía que la que había estado mal era ella, porque bueno, se habia tirado al novio de la castaña) no podía evitar que le hirviera la sangre. La detestaba repentinamente, y no quería eso. No le gustaba pelearse con mujeres. Mucho menos por un hombre.

—Lo siento...— murmuró la joven —¿Puedo ir a la enfermería? No me siento bien — la entrenadora Clark dudó de sus palabras pero la dejo ir, después de todo no es como si pudiese retenerla en contra de su voluntad. Camino por los pasillos del instituto sin la mínima intención de cumplir lo que pidió, solo quería estar sola un rato, pero como tenía mala suerte y eso era cantado, su camino se cruzó con el de Alice Cullen.

—¡Danna! ¿Cómo estás?— preguntó la más baja en estatura. Danna casparreó la garganta.

—Bien, bueno, de hecho iba a la enfermería, no me siento muy bien...— mintió. Quizás así podía obtener la poca soledad que buscaba en el día, que solo parecía querer empeorar. Solo faltaba que alguien apareciera para hacerla sentir más desdichada.

Las cejas de la pelinegra se fruncieron con preocupación pero captaron la mentira de la castaña —¿Quieres ir a tomar algo?— pregunto. Danna elevó las cejas con sorpresa

—¿Los perfectos Cullen se escapan del instituto?— preguntó sorprendida.

Alice sonrió —No hay mucho que no sepamos ya — respondió con burla. La diversión hizo eco en las expresiones de ambas, y Danna logro sacar su bolso del casillero antes de salir del instituto,  aunque tuvieron que detenerse varias veces para evitar profesores y algún que otro personal de limpieza pero finalmente pudo subirse a su auto junto con Alice.

Danna se sintió un poco mejor, le gustaban las cosas espontáneas, esas que se daban de un momento para otro sin mucha preparación o vueltas. Aquello que no pensabas mucho, lanzarse al precipicio.  —¿A donde vamos?— preguntó. Y en cuánto los ojos de Alice se entrecerraron supo que esa tarde sería su fin.



Danna respiro agitadamente mientras intentaba que las bolsas no se le resbalaran por los antebrazos, a un metro de ella, Alice a pesar de cargar con la misma o incluso más bolsas, caminaba con la elegancia más increíble jamás vista, lo cual, le hacía replantearse  toda su existencia. —¿Cómo lo hace?— se preguntó a si misma. Eran dos polos completamente opuestos, Alice caminaba tan recta que parecía que su espalda estaba hecha de roca, mientras que Danna se recordaba a cada minuto que tenia que tirar los hombros hacia atrás para no quedar como el jorobado de  Notre Dame de anciana. La vampiresa atraía miles de miradas y su cabello a pesar de ser corto parecía resaltar y moverse consigo, Danna, bueno, ella hacia lo que podía con su alma, y las puntas de su cabello denotaban que no le había prestado atención en un largo tiempo. Un pensamiento llego de repente, ¿qué había visto Edward Cullen en ella? 

—¡Hey, Danna! — la voz de la pelinegra la saco de sus deprimentes pensamientos, Danna sacudió la cabeza y le observó. ¿Y si dejaba de gustar de tipos y salía con mujeres como Alice? le parecía mejor plan. —Te decía que iré a dejar las cosas en tu casa después de llevarte al trabajo si te parece... 

Danna elevo las cejas y llevo la mirada al exterior del centro comercial, la noche estaba por arribar y se dio cuenta de que había pasado toda la tarde allí. ¡Más de cinco horas! —¿Y dices que haces esto varias veces al mes? — preguntó con sorpresa. Alice se le rió en la cara dándole una respuesta: obvio. Danna sacudió su cabeza volviendo a la realidad. —Te agradezco mucho, pase una linda tarde, me divertí y adoro estar contigo, pero en serio, tú llévate esto, no puedo aceptarlo, ni siquiera como un mega regalo — comenzó a balbucear, de solo recordar los miles de dólares que había invertido la mujer en cada tienda y aunque entendía que debido a su "condición" podía darse el lujo de despilfarrar dinero, no podía aceptarlo, ni loca. No podría pagarlo en meses. 

Alice se acercó a ella y después de dejar las bolsas en el suelo por un momento, envolvió sus fríos brazos alrededor de Danna. —En la próxima salida vendremos al salon de belleza así te hacen algo en el cabello...— informó. Danna rió y Alice la acompaño. —Se que sientes que me debes algo pero no es así, si estoy haciendo esto es porque quiero —dijo antes de tomar las bolsas y volver a caminar juntas —Aunque... si quieres pagarme puedes hacer mi tarea de filosofia, estoy harta de esa asignatura —canturreo divertida. Danna sonrió y aceptó complacida. No sabía cómo podría pagar miles de dólares haciendo los trabajos de filosofía, pero al menos podría hacer algo. 

En cuando subieron al auto de la pelinegra, Danna agradeció que esta encendiera la calefacción debido a que, afuera comenzaba a hacer un frío que la castaña denominaba "letal". —Gracias por llevarme al trabajo...— murmuró la castaña. No quería admitirlo pero ese día no había sido el mejor al comienzo y solo malos pensamientos habían rondado su cabeza hasta que Alice se le atravesó en el camino. Con ella pudo relajarse, despejarse y sobretodo divertirse al verla quejarse de la mala colección de ropa de ese mes. —Y bueno, gracias por todo, en serio... 

La mano de Alice atrapó la suya por unos segundos para darle un ligero apretón. Danna se sintió realmente acompañada en mucho tiempo y agradeció eso, en serio Alice era una persona especial. El auto se detuvo frente al bar después de unos minutos —Entonces, iré a tu casa a dejar esto, después voy a buscar tu auto y te lo traigo para cuando salgas junto con las llaves — murmuró Alice repasando mentalmente lo que debía hacer. 

—Puedo pedir a Spencer que me traiga el auto, el debe estar en el instituto todavía, tiene clases extracurriculares de teatro, y aquí tengo dos llaves de la entrada, te doy una y me la puedes dar mañana — dijo tendiendole a la pelinegra una de las copias de la llave. Alice dudo pero la tomó. 

—Si sucede algo puedes llamarme y vendré por ti — avisó la mujer. Danna sonrió antes de saludarla con un pequeño abrazo 

—No te preocupes, Al, es solo otra ronda de trabajo ordinaria —aseguro mientras bajaba del auto. 



BREAK UP WITH YOUR GIRLFRIEND | EDWARD CULLENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora