Capítulo 40

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DANNA ARRUGÓ LA NARIZ AL VER EL LUJOSO AUTO DE ROSALIE ESTACIONARSE FRENTE A SU TRABAJO, ya era de noche pero ambas hermanas parecían más que entusiasmadas. —¿Se puede saber a dónde vamos?— cuestionó apenas se subió al auto, y dejó con pesadez su mochila a su lado.

Había tenido un largo día.

Alice se giró en el asiento de copiloto para mirarla y sonreír abiertamente —¡De compras!— exclamó emocionada. Danna frunció el ceño y miró el reloj en su celular

—¿A está hora? — cuestionó —Es de noche, el centro ya está cerrado.

Rosalie bufó —No para nosotras — se burló mientras elevaba las cejas. —Es vísperas de graduación, el centro comercial quiere hacer dinero.

Danna miró a Alice, la cual, se encogió de hombros. —¿Tuviste algún problema con tu jefe?

La castaña suspiro. Su semana de ausentismo no había sido gratis y había pagado cada centavo esa noche —Me gritó por media hora y me juro que iba a descontar los días, pero después me dio las gracias por volver así que supongo que estamos bien, no sé, jamás entiendo a ese maldito desquiciado — o quizás sí lo hacía. Ninguna persona duraba trabajando para con él, todos se hartaban a los tres días.

Era Danna o él para hacer el trabajo pesado, y definitivamente su jefe no quería ni levantar un vaso.  —Bueno, si pasa algo sabes que puedes decirme, aunque seguramente yo lo vería antes así qué...— se detuvo la pelinegra mientras pensaba lo que acaba de decir. Danna río levemente. —¿Ya pensaste en algo? ¿Color, diseño?

La castaña se encogió de hombros. Realmente no lo había hecho, su ropa no entraba en el top tres de preocupaciones actuales. —Tú eres la experta en esto...

—¡Woah, woah! — murmuró Rosalie antes de echarle una mirada por el espejo retrovisor —¿Sabes que le estás dando pase libre, no? — cuestionó con algo parecido al susto.

Danna sonrió antes de asentir.

—Eso sí, Alice, tengo que dormir al menos dos horas antes de ir al instituto, ¿Si? — bromeó, pero cuando notó la diversión en los ojos de la vampiresa su propio rost4o adopto una mueca de preocupación.

Unos cuarenta minutos después, Danna Mcllister estaba tirada sobre un banco en medio del centro comercial, recién habían visto dos lugares, y Alice ya le había planteado más de quince opciones. —Es que...en serio, ya no puedo más— se quejó la humana. Alice puso las manos sobre sus caderas y ambas observaron a Rosalie llegar con una lata de refresco para Danna, la cual, agradeció inmensamente el gesto.

—Entonces puedes elegir alguno de los que ya te probaste, yo creo que el rojo se te veía espectacular, o allí en la tienda de enfrente tienen uno color bordo que también podría irt...

—El verde oscuro— murmuró Danna cuando recupero un poco el aliento mientras recordaba el segundo vestido que se había probado, sabía que era ese. Sentía que sus pies latían por el dolor de caminar mucho, aún así, se paró de su lugar.

—¿El brilloso de escote en "v"?— el rostro de Alice se iluminó en cuanto Danna asintió. —¡Si, ese es perfecto! ¡Vamos, vamos!— se apresuró a caminar. Danna dio unos pasos pero se detuvo y miró a Rosalie.

—¿Me cargas? — cuestionó. La rubia esbozó una sonrisa de lado.

—¿Y si mejor te golpeó y te arrastro?

Danna elevó sus manos. —Prefiero caminar —declaró, ambas sonrieron y caminaron hacia la tienda.

La de cabello oscuro agradeció el no tener que probarse el vestido nuevamente porque ya sabía que le quedaba a la perfección, sin embargo, cuando llegó la hora de pagar, sintió que la mandíbula casi se le quedaba en el suelo. No podía pagar eso, era una locura —¿Nos espera un segundo?— pidió a la chica de cabello rizado de la caja y se movió tironeando de los brazos de ambas mujeres. —No puedo pagar eso — aseguró con un ligero rubor en sus mejillas. El dinero siempre había sido un tema delicado en su vida, y pese a que tenía para darse algún gusto en el mes, no le alcanzaba para ese gusto.

Alice río suavemente.

—No vas a pagarlo tú, Danna. Es un regalo.

Danna negó con rápidez. —¡Oh, no! Claro que no, Alice Cullen.

Rosalie bufó y le arrebató a Alice el vestido de entre sus pálidas manos para mostrárselo a la humana más de cerca como si la vista de Danna fallara de alguna manera. —¿Aprecias este vestido? Tiene doble material, está forrado con seda por dentro, es de una calidad excelente y fue hecho por un diseñador, ¿Pero sabes lo mejor? ¡Te queda perfecto! — alago. Danna elevó las cejas con sorpresa y sonrió, jamás había oído a Rosalie alagar demasiado a alguien, bueno, de hecho, nunca.

—Gracias por tus palabras, aún así, no puedo permitirme un regalo como ese, es mucho y no quiero que...

—¡Ay, por Channel!— se quejó Alice —¿Si sabes que el dinero no nos falta, no?— cuestionó antes de sostener el vestido de nuevo. Danna aprecio como se lo pasaban la una a la otra cuya pelota de tenis. Una de las delicadas manos de la vampiresa se posó sobre su hombro. —Te queremos, y este es solo un pequeño regalo de bienvenida. Además, una no elige la ropa, es siempre al revés. — declaró antes de caminar hacia la caja sin darle muchas opciones.

Danna suspiró y miró como pagaban con una tarjeta que seguramente tendría más dinero dentro del que ella tendría en toda su vida. Apenas salieron de la tienda, la joven sintió que el vestido se le hizo pesado por la vergüenza, no le gustaba no poder pagar las cosas que eran para ella pese a que tuviera que aceptar aquel gesto como un regalo. Una luz se encendió de repente en su cabeza, y sonrió. —¿Les puedo invitar algo o ya tienen que volver a la cueva?

Las mujeres intercambiaron miradas y negaron. —¿Porqué?— cuestionó Alice con interés.

—¡Vamos al cine! — exclamó antes de arrastrarlas sin dejarles la opción de negarse.

No podría comprar un vestido de mil dólares para cada una como pago pero al menos podría regalarles una noche de película.





La elección de la película fue buena, al menos el terror les mantuvo al filo del asiento, aunque claro, las tres reaccionaron de diferentes formas. Rosalie no podía creer los malos efectos de la producción, y junto con Danna abandonaron la sala riendo.

Diferente fue el caso de Alice.

En cuanto Danna notó que la más pequeña en estatura no estaba con ellas, se detuvo y se giró para ver a la de ojos dorados salir caminando con un pote de palomitas que no había tocado —por obvias razones— abrazado contra su pecho y una expresión de susto espantosa. Rosalie se permitió reír a carcajadas, llamando aún más la atención de quiénes le miraban por su belleza.

Danna frunció el ceño y se acercó a Alice —¿Estás bien?— le había sostenido el brazo en dos ocasiones durante la película pero no creyó que su susto fuera en serio.

Por todos los cielos, era una vampira. ¡No podía asustarse de los fantasmas hechos en croma!

Alice le miró con los ojos más abiertos y expresivos de lo normal —¡Esa película fue horrible, horrible!— se quejó. Rosalie, por su parte, seguía riendo. Danna escondió su diversión, no quería reírse de Alice en su cara. Era normal asustarse, bueno, eso creía.

—No te preocupes, es solo una película.

—Los fantasmas existen. — aseguró la vampira. —¡Y cuando apareció desde el cuadro! &










BREAK UP WITH YOUR GIRLFRIEND | EDWARD CULLENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora