Capítulo 42

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LA GRAN SALA ESTABA REPLETA POR ESTUDIANTES VISTIENDO TOGAS DE UN HORRIBLE COLOR AMARILLO

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LA GRAN SALA ESTABA REPLETA POR ESTUDIANTES VISTIENDO TOGAS DE UN HORRIBLE COLOR AMARILLO. La euforia por terminar aquel ciclo de sus vidas se podía palpar en el aire: para algunos el instituto había sido un sufrimiento, para otros un refugio, y para la gran mayoría una obligación que se había más amena con la compañía de amigos y parejas.

Danna Mclister personalmente jamás se había detenido a preocuparse demasiado por formas amistades o tener pareja, solo quería cumplir con sus estudios, pero su buena predisposición para siempre tenderle una mano a alguien que le necesitaba le había rodeado lentamente de personas. Sonrió abiertamente mientras terminaba de firmar el anuario de Jessica, la cual, irradiaba nerviosismo ante el discurso que debía dar. La de cabello oscuro le entrego el libro y palmeó suavemente su espalda mientras movía su mirada por los pasillos: ni rastro de Spencer. —Lo harás bien — le ánimo. Jessica hizo una mueca antes de mirar hacia los costados buscando a Angelina.

—Sí, lo sé— respondió intentando aparentar confianza. Danna sonrió. Jessica podía ser muchas cosas pero no era una mala persona. Y muchas veces las inseguridades humanas que todos sufrían salían a la superficie dejando en claro que pese a sus máscaras, seguía siendo una joven adulta como todos los demás. —Bueno, sigo sorprendida de que Cullen se tú novio ahora...— murmuró.

Danna rodó los ojos —Estamos saliendo, pero no somos novios — respondió. Jessica elevó una ceja.

—No creí que eras de las personas que necesitan preguntas claras...

La de cabello oscuro entrecerró los ojos con diversión —¿A qué te refieres?— preguntó pero sacudió la cabeza segundos después —Bueno, pero si las necesito, no puedo ir a tientas sobre que quieren los demás en la vida. — agregó antes de bufar —Lo que a mí me sorprende es que tú seas el mejor promedio de nuestra clase — se burló.

Jessica reprimió una sonrisa y le golpeó suavemente con el codo antes de que sus ojos captarán a Angélica —¡Angie!— gritó. Miró de nuevo a Danna —Te dejó, tengo que pedirle consejo sobre el discurso...

Mclister se despidió y cuándo estuvo nuevamente sola en medio del pasillo, miró su celular. Mordió su labio al no ver ningún mensaje o llamada. Sus hombros decayeron.

—Hey...— la voz de Edward le saco de sus pensamientos e intentó cambiar lo mejor que pudo su expresión al mirarle. —¿Todo está bien?

Danna asintió, pero al darse cuenta de que no iba a poder mentirle por la mirada inquisidora que el de ojos dorados le dio, suspiró. —Es solo que llame a James está mañana pero tampoco ha querido hablar conmigo, me gustaría contarle sobre, ya sabes, esto...— movió sus manos. No podría negar que se sentía nostálgica mientras observaba a todos sus compañeros disfrutar de aquel momento con sus familiares. Madres emocionadas, hermanos bromeando y padres incómodos de una forma que provocaba risa.

Pero no había nadie para ella. Estaba sola.

Las frías manos del vampiro sostuvieron su rostro con delicadeza y le regaló una amplia sonrisa que levantó el ánimo de la joven. — Cuándo termina el evento puedes ir a verle, llevar tu diploma y hablar un poco con él, yo puedo acompañarte. — sugirió. Danna arrugó ligeramente la nariz.

—¿Creés que sea buena idea?

—Creo que sería mala idea no intentarlo.— respondió antes de dejar un beso en su frente. Danna notó miradas curiosas sobre ellos.

— Deberíamos entrar y tomar asiento, si no estoy para el discurso, Jessica es capaz de matarme...

Edward río y ambos se tomaron de las manos hasta llegar a sus asientos. Danna compartió una sonrisa con Lucy y Jasper a dos asientos de ellos. Alice le lanzó un beso desde tres filas más adelante. —¿No te cansas de graduarte tanto?— cuestionó.

—Es un sombrero de graduación más para el cuadro — respondió. Danna rodó los ojos antes de lanzar una suave risa.

—Creo que tendrán que ampliarlo.

Cuándo todos estuvieron presentes, Jessica subió al escenario acomodando su toga y se paró detrás del micrófono para comenzar a dar su discurso. Uno de los dedos de Edward dejo ligeras caricias sobre la mano de Danna. —A los cinco, nos preguntan que queremos ser de grandes. Nuestras respuestas eran cosas como: vaqueros, astronautas...o en mi caso, una princesa — las risas colectivas dibujaron una sonrisa en el rostro de Jessica. — Cuándo teníamos diez volvieron a preguntar y nuestras respuestas eran bombero, rockstar, o...en mi caso, una ganadora olímpica — soltó. — Pero ahora que crecimos todos quieren una respuesta sería. Bueno, ¿que opinan sobre esto?— tomo una ligera pausa. —¿Quién carajos sabe?  — la sala aplaudió.  Danna hizo una mueca. Sintió aquella de una forma personal. Realmente no sabía que quería hacer de su vida, ni siquiera si podría lograrlo. ¿Universidad? Quizás no tendría suficiente dinero para costearla. —Este no es el tiempo para tomar decisiones rápidas y serias, este es el momento para cometer errores. Tomar un tren equivocado y terminar varado en algún lugar. Enamorarse, quizás demasiado...— varios corearon aquello. Una sonrisa se plantó en los labios de Danna y movió su mirada hacía Edward con disimulo. —Estudiar filosofía porque no hay forma de que te ganes la vida con eso. Cambiar de ideales y cambiar de nuevo porque nada es permanente así que cometan la mayor cantidad de errores que puedan para qué cuándo alguien les pregunte ¿qué quieren ser? no tendrán que averiguarlo, lo sabrán.

Cuándo Jessica término, la sala de lleno de aplausos y comenzaron a entregar los diplomas. Ver a Edward recibir un diploma por graduarse del instituto después de (seguramente) haberlo hecho tantas veces en su vida le causó una pequeña risa a la de cabello oscuro. Tantas veces haciendo aquello y la incomodidad no parecía querer despegarse de sus facciones. —Siempre parece constipado cuándo pasa al escenario— Alice le había comunicado cuándo se despegó de su asiento para ir a avisarle que sonriera al recibir el diploma.

Cuándo llamaron su nombre, esbozó una sonrisa y camino con rápidez al escenario. Pese a que le aplaudieron, sabía que no había nadie de su familia, y aquello, le destrozó un poco el ánimo pero no lo demostró. Saludo a los profesores y al director para sostener su mano y sonreír hacía el frente. La institución se encargaba de sacar fotos que no pensaba pagar. Caminó unos centímetros más cuándo una persona se paró entre las sillas de los estudiantes, el cabello pelirrojo de Spencer relucía con la toga amarilla y por su aspecto, parecía haber llegado tarde como siempre. Su amigo sonrió abiertamente y elevó los brazos mientras en sus facciones se expresaba el orgullo. Sabía cuánto le había costado a la castaña aquello.  —¡LO LOGRASTE, PERRA! ¡LO SABÍA, LO SABÍA! — las risas se extendieron entre los estudiantes y Danna sintió por primera en mucho tiempo que un color rojizo producto de la vergüenza tomaba sus mejillas.

Mcllister río mientras terminaba de caminar hacia la bajada del escenario y una profesora le pedía a Spencer que se bajara de la silla ante la amenaza de no dejarlo graduarse ese día. Aquel día había tenido una envidia real cuando vio a Swan llegar acompañada de su padre, el cual, le miraba con los ojos llenos de lágrimas por el orgullo, pero en aquel momento, mientras corría a los brazos de su mejor amigo, supo que la familia muchas veces falla, y los amigos pueden ser un refugio seguro.

Danna Mcllister podía tener mala suerte en muchas cosas pero era afortunada de tener a Spencer como su hermano de vida.

BREAK UP WITH YOUR GIRLFRIEND | EDWARD CULLENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora