Capitulo 2

29.9K 2.8K 307
                                    

                                                                    "Y si regresas por mi no querré nada más"



Los pies de Danna se movieron con rapidez por el estacionamiento de la preparatoria agradeciendo mentalmente que no hiciera tanto frío como provocar que el suelo estuviese resbaloso, por que, si así fuera estaba segura de que hubiese terminado con el trasero pegado a este. Curiosamente el trasero de Danna tenia un especial cariño por el suelo, o quizás solo era muy estúpida. —Gracias—exclamo para si misma cuando estuvo dentro del cálido auto, sin embargo seguía sintiendo la penetrante mirada que la siguió durante todo el dia, así que lanzo un suspiro y encendió el motor del auto, y mientras esperaba que este calentara se dedico a mirar a la gente que quedaba en el estacionamiento intentando descubrir al dueño de aquella mirada. 

No le tomo nada de tiempo que sus ojos oscuros chocaran contras los dorados y raros ojos del raro de Edward el cual no parecia prestar atención a lo que la chica Swan le estaba diciendo, así que, dándose cuenta de que esa fue la mirada que tuvo que soportar todo el dia rodó los ojos, prender el estéreo mientras una canción de NF se reproducía a todo volumen provocando varias caras alargadas en el lugar —Adiós idiotas—murmuro su típico saludo antes de empezar a mover el auto en dirección a la salida. 

Le pareció ver el rostro sonriente de Edward Cullen por el espejo retrovisor. 



—¡Llegas 10 minutos tarde, eso es descuento de tu sueldo!—el grito del señor Mclagen resonó por las paredes del local adornado con luces neón, Danna bufo y reprimió un insulto mientras se adentraba en el lugar en el que trabajaba como camarera. 

Un empleo del asco, con un jefe machista del asco pero un buen salario, lo suficiente para mantenerse a si misma de forma comoda. 

—¡No fue mi culpa que la chatarra de mi auto se quedara menos de la mitad del camino!—se quejo en un grito. No se preocupo en escuchar la respuesta de su querido jefe, solo se metió derecho en el pequeño vestuario que tenia para cambiarse. Elimino su ropa rápidamente intentando no perder mas tiempo y dinero y calzo rápidamente el vestido negro pegado al cuerpo y por arriba de las rodillas que debía usar en sus turnos, hizo una mueca cuando sintió los pies aprisionados por los zapatos de tacón del mismo color que el vestido. El atuendo no era para nada cómodo pero a según las ideas retrógradas de su jefe,una mujer mejor "vestida" llamaba más la atención de los clientes.

Danna solo quería golpear su cara contra el mostrador pero reprimía sus impulsos por que no era estúpida; era muy difícil conseguir trabajo en el pequeño pueblo de Forks.

La pelinegra salió y empezó con habitual labor: atender al señor canoso de la mesa ocho que siempre pedía una hamburguesa que seguramente le hiciera mal al corazón por la cantidad de grasa que tenía, la pareja de la mesa 15 que escapaba de la rutina tomando un licuado en el lugar, la señora Collins (la cual siempre le dejaba buenas propinas) jugaba un entretenido partido de solitario con las cartas y un hombre de unos 35 años leía un periódico de Seattle en unas de las mesas frente al ventanal que daba a la -cada vez- más oscura avenida.

El timbre sonó anunciando la entrada de alguien cuando el gran jefe pego un grito —¡Danna, encargate de cerrar hoy!— anuncio antes de salir por la puerta por que entraban Cullen y sus raros hermanos. La pelinegra bufo con cansancio, iba a tener que quedarse hasta muy tarde y sin que alguien le pagará de más por ese esfuerzo, además de que cerrar el local sola de noche jamás le causaba buena espina, el lugar alrededor era casi desértico. Apoyo la bandeja de plata con fuerza sobre un mesón y apretó la parte trasera de la lapicera para abrir la libreta de pedidos en una página cualquiera antes de dirigirse a la mesa en la que el estúpido Cullen se había sentado ya —Bienvenidos a Massey, ¿qué puedo ofrecerles? —pregunto la chica mirando a los tres adolescentes (que parecían sacados de una revista) que se encontraban sentados. El más grande y con el pelo oscuro sonrió mientras que el que tenía el pelo algo ondulado y un gran perfil hacia una mueca, Edward (el único conocido por la chica) aclaro su garganta

—Solo queremos tres cafés— murmuró pero fue completamente audible para Danna, su armoniosa voz lograba ponerle los pelos de punta, la chica asintió y no se molestó en anotar el pedido, eran solo tres putos cafés

—Perfecto —murmuro antes de darse media vuelta para preparar las dichosas tazas.

Su vista se intercambiaba entre las tazas y el reloj, recién era las ocho y debía cerrar el local a las once, su celular sonó y se limitó a deslizar la pantalla atendiendo mientras sentía tres pares de miradas en ella —¿Qué pasa?— pregunto mientras terminaba de hacer un café

¿ASÍ LE HABLAS A TU MEJOR AMIGO? ERES UNA BASURA— el grito del pelirrojo al otro lado de la línea la sobresalto, pero terminó riendo

Eres un imbécil, ojalá te quiebres una pierna cuando te olvides del episodio de the walking dead el lunes y bajes corriendo las escaleras para verlo — murmuró, escucho un resoplido ofendido al otro lado de la línea —Tengo que cerrar yo el local — informo

¿Otra vez, Dan? Es la quinta en el mes — la voz de su amigo sonó cansada, y era normal, al chico no le gustaba que ella sola se fuese tan tarde a casa

—Juro que voy a pegarle en las bolas apenas pueda, pero por ahora debo seguir aguantando, excepto que llames para decirme que me gane la lotería — se burló la pelinegra mientras ponía las tres tazas en una bandeja

—Aun no querida, aún no —

Danna suspiro —Lo sabía — contesto —Bueno inútil, yo sí tengo que trabajar y además vino la realeza, no queremos que Masey quede mal en el instituto, ¿No?— pregunto divertida, escucho un grito del otro lado de la línea

¿ESTA CULLEN AHI? ¡POR DIOS DANNA NO DEJES PASAR LA OPORTUNIDAD, LLEVALO AL BAÑO...—

—¡ADIOS!— exclamó la chica antes de que el pelirrojo soltara la oración completa y suspiro mientras guardaba su celular. Tomo la bandeja y la aferró bien ignorando el nerviosismo en su cuerpo para empezar a caminar hacia la mesa desde donde tres dioses griegos la miraban para nada disimuladamente.

Iba a ser una noche larga.










BREAK UP WITH YOUR GIRLFRIEND | EDWARD CULLENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora