Capítulo 12

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12| la verdad


LOS OJOS DE DANNA TARDARON EN ACOSTUMBRARSE A LA LUZ ARTIFICIAL, y cuando pudo ver con claridad vio que está provenía de un lámpara que parecía costar más que el mueble más caro que podría llegar a tener en su casa. Se movió lo más rápido que pudo pero su cuerpo parecía adormecido, pero no como cuando estas durmiendo por mucho y te despiertas de golpe, era más...artificial.

La joven se sobresalto cuando giró su cabeza y vio al Doctor Cullen sentado en un escritorio leyendo un par de papeles, mientras ella se hallaba semi acostada en un pequeño sofá —¿Doctor Cullen?— el hombre elevó la mirada dorada y sonrió antes de levantarse y tomar una pequeña linterna para acercarse a ella y sentarse en la mesa que había delante del sofá.

—¿Cómo te sientes?— pregunto. Danna se enderezó al notar que el hombre quería revisarla, y siguió la lucecita cuando este paso la linterna por su cara. Le irritaba los ojos. —Tuviste un ataque muy fuerte de ansiedad, Edward te trajo, estas en mi casa— explicó al notar la confusión que atacaba a la morena. Sin embargo, las palabras del hombre fueron un detonante para recordar todo lo que había pasado.

—¿Me sedaste?— preguntó sin un deje de respeto. Tenía escenas cortas en su memoria pero sabia lo que había visto en el restaurante y también sabía que cuando pusieron un pie en la casa de los Cullen, ella perdió completamente la cordura pero eso no era motivo para que unos completos extraños tomarán una decisión por ella. Carlisle asintió apenado, y aunque lo que expresaban sus ojos parecía sincero, la menor se removió incómoda.

—Fue por tu bien, intentaste lanzarme un jarrón que había por allí —explico, su tono paso a ser algo más burlón a lo último, pero si dejar de ser educado —Pero teníamos miedo de que te lastimaras a ti misma — finalizó. Danna sentía el pecho cerrado y las explicaciones lógicas que podría tener para todo lo que había pasado se arrugaban en su mente y las terminaba descartando.

Pero no quería creer en las explicaciones ilógicas.

Se tomó un segundo para apreciar los alrededores y sin duda notó que esa familia tenía dinero, ¿lo habían adquirido recientemente o era un herencia de años? se preguntó, había un ventanal enorme en la habitación y los cuadros parecían costosos. Bueno, hasta el señor Cullen lo parecía. Sacudió su cabeza y miro a Carlisle Cullen antes de deshacerse de la manta que la arropaba y levantarse algo tambaleante. —Gracias por ayudarme, Doctor, pero debo irme, debo hacer la denuncia contra...— dijo, Carlisle la interrumpió mientras se paraba.

—Edward ya la hizo, aunque dudo que ese maleante te quiera atacar otra vez — aseguró. Danna sintió un sabor amargo en la garganta y Carlisle notó todas las preguntas que atravesaban a la joven. —Deberias hablar con Edward, él te espera afuera para llevarte a casa— dijo con voz suave. Danna asintió e intento hacer una mueca que asemejase una sonrisa pero fracasó estrepitosamente en eso. Cuando abandonó de la oficina del doctor y aunque no veía a nadie en la casa mientras se dirigía hacia la puerta, pudo sentir que no estaba sola. Eso la perturbó. Las miradas se podían sentir aunque no estuviesen frente a ella.

Agradeció el frío de la noche en la cara y se acercó a paso lento hacia Edward, el cual, se veía como una amenaza al igual que su familia. No se sentía segura. —¿Puedes llevarme a casa? Estoy cansada— dijo, y aunque su voz no salió temblorosa sabía que si volvía a hablar, eso no sería igual. Edward asintió rápidamente y le abrió la puerta de su auto, Danna se apresuró cuando paso a su lado y fue ella misma quien cerró la puerta.

El viaje hasta su casa parecía pasar en eterno silencio y Danna no podía dejar de ver el reloj digital del auto, cada minuto le parecía una eternidad. Edward podía leer algunos de los pensamientos vertiginosos que atravesaban la mente de la joven y se sentía agobiado —No voy a negar lo que viste esta noche...— murmuro. Danna se tensó y por algunos momentos hubiese esperado que lo que vio hubiese sido producto de su imaginación, pero en el fondo sabía que no. Ella no podría imaginar eso ni aunque quisiese. —Pero no voy a lastimarte— aseguró, sin embargo Danna seguía pensando en las mil y un formas en las que podria terminar muerta esa noche por saber algo que no debía, y Edward se encogió en su asiento ante eso, el jamás la lastimaría.

—¿Qué eres?— pregunto Danna en un susurro sin dirigirle la mirada, la sombra de los árboles en el exterior parecían mil veces más interesantes que mirar a su acompañante.

—Ya sabes lo que soy...— respondió el hombre pero Danna giró su cabeza con rapidez y clavo sus ojos en él. Parecía enojada y por un momento Edward no entendió el porqué de eso.

—No lo sé. Solo se que lo vi esta noche no es algo normal en un chico normal que está a punto de graduarse— exclamó. —No soy adivina, Edward. ¿Qué eres?— pregunto de nuevo, está vez con más determinación. Y necesitaba escucharlo de él porque ella no podía andar a tientas solo viviendo de lo que su mente sospechaba que era. Danna siempre había necesitado de la verdad para alejar a sus pensamientos ansiosos y Edward Cullen no sería la excepción a esa regla. Ella no creía en nada a menos que lo viera y lo confirmara: lo primero había pasado, solo faltaba lo segundo.

Edward se tomó un tiempo para hablar y cuando Danna pensaba girar la cabeza de nuevo molesta, el abrió la boca —En tu cultura general nos conocen como vampiros — dijo. Danna sintió ganas de vomitar y aunque no quisiese demostrarlo sentía miedo.

Y aunque se avergonzara de sentirlo sabía que era una reacción natural. Edward Cullen era un encanto, pero también era un asesino perfectamente planificado para atraerla de todas las formas posibles.













BREAK UP WITH YOUR GIRLFRIEND | EDWARD CULLENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora