Capitulo 48

4.4K 533 20
                                    








—¿Porque mierda dije que si a esto?— el grito eufórico de Danna rompió el ambiente. —¡Quiero bajarme! ¡Quiero bajarme! — se quejo mientras golpeaba con suavidad la barra de metal que la separaba de una muerte dolorosa. —¿Hace cuanto que no controlan el estado de esto? ¡De seguro que décadas, con un demonio!

La mano helada de Edward sobre la suya.

—Danna, ya cálmate. — murmuró.

La rubia movió su mirada hacia el vampiro a su lado y mordió su labio inconscientemente. —No puedo enojarme con alguien que se ve tan bien usando lentes de sol— se quejo por lo bajo sabiendo que él la oía perfectamente, su sonrisita de ganador en las comisuras de sus labios le delató. —¿Que no se supone que esto es un tren miniatura? ¡No hay nada delante nuestro!

—Es porque seríamos la locomotora, ya cálmate...— el vampiro río —¿Quien diría que ibas a ser tan cobarde?

—¿Cobarde? ¡No soy...— su respuesta se volvió un grito sin forma cuando el carro de la montaña rusa comenzó su caída hacia abajo, la rubia solo sintió el viento en su cara, y aquella sensación en el estómago que le agradaba pero molestaba en parte iguales. La adrenalina y el temor siempre estaban divididas por una delgada línea que se podía borrar con facilidad.

Para cuando descendieron de esa última atracción, Danna camino con lentitud obviando las miradas que las personas le daban a Edward por su atractivo sin igual y se detuvo en un pequeño puesto para comprar un refresco. Necesitaba azúcar, mucha. Separó la botella de sus labios cuando el vampiro llego a su lado, y enarco una ceja —Cuando una dice que quiere tocar el cielo con las manos no es de forma literal... — se quejo lanzando una mirada hacia arriba, el pequeño rocio de lo que en algún momento sería lluvia. Aquella sonrisa de Edward que podría volverle loca con facilidad como respuesta. Por todos los diablos, nunca nadie le había gustado de aquella forma. Esa forma en la que darías todo lo que tienes solo para conservarle, una forma romántica en varios aspectos pero peligrosa si no se sabía controlar. Muy peligrosa. Depender de que Edward le amara de la misma forma que ella lo hacía para toda la eternidad, no podía vivir esa idea creada por sus sentimientos, ni lo haría.

La realidad, no había nada mejor que eso.

—¿Qué es esto no es una de las cosas más humanas posibles?

La rubia se encogió de hombros —Comer algodón de azúcar, que por cierto, lo detesto. Subirte a juegos que te sacudan como muñeco de trapo y terminar vomitando así —ambos observaron a un tipo que devolvía casi una hamburguesa entera en uno de los botes de basura. Danna sonrió —Supongo que si, es lo más humano que alguna vez ví. —volvio sus ojos hacia Edward, quien no parecía ni mínimamente afectado por haber sido sacudido toda la tarde, y no tendría porque. Beneficios vampiricos. —De cualquier forma, deberíamos irnos ya — murmuró. Toda aquella semana habían estado haciendo cosas simples como caminar en el parque, ir a un cine a ver un estreno, hacer una visita guiada al Palacio de Buckingham y visitar casas del té británicas. Pese a que disfruto cada una de ellas, no podía dejar de agobiarse por él castaño y su...sed —Creo que te has estado esforzando demasiado. ¿No es difícil estar en lugares como esté?

—Es como que te introduzcan un hierro hirviendo por la garganta — explicó el vampiro, Danna abrió los ojos con poca tranquilidad. —Pero con el tiempo te acostumbras.

Aclaró su garganta —Bueno, eso espero, pero con más obviedad deberíamos ir...

— Cómo es el último día, hay un lugar al que quiero ir contigo todavía. — él le detuvo.

Danna trago saliva. El último día antes de cumplir 24 años. El último día como humana, el último día antes de que le cambiar toda su vida por amor y seguridad. Una eternidad. Demasiado tiempo o muy poco de la forma en la que se viere. —¿Dónde?






London Eye. Aquella enorme noria que componia una de las mayores atracciones turísticas. Curiosamente y desde que Danna había pasado Inglaterra, jamás había subido a ella. De alguna forma (que supuso que tenía que ver con el dinero, pero no pregunto) Edward consiguió que hicieran aquel paseo completamente solos. Cuando comenzaron a subir cada vez más, Danna reposo sus brazos sobre la baranda y observo maravillada el exterior. —¿Qué sucede?— pregunto Edward acercándose a ella hasta quedar a su lado de cara hacía su persona.

—Ya comprendo porque es la atracción más visitada aquí— confesó. De haber sabido que tendría esas vistas a de London, habría sacado un poco la cabeza de entre los libros para disfrutar un poco más el paisaje.

—¿Qué hiciste todo ese tiempo aquí sola como no venir al London Eye?— indagó Edward.

—Terminar mí carrera de abogacía, quizás... — respondió con sarcasmo.

—Todavía te falta un examen final para recibirte, no presumas — el vampiro río. Danna giro su cabeza para mirarle.

—¿Cómo sabes eso?

Silencio. Finalmente Edward levanto las manos suavemente en señal de rendición, su expresión casi avergonzada —No me opuse a esto porque es tu futuro y me encanta verte de esta forma, pero no podía dejarte ir sola al otro lado del mundo sin al menos asegurarme que ibas a estar bien.

Danna bufó —¿Desde hace cuando estás espiandome con exactitud?

—No he estado espiandote...

Danna elevó las cejas. —¿Y seguir a alguien al otro lado del mundo como clasifica?

—Estaba preocupado, ni siquiera quisiste quedarte en ninguna de nuestras propiedades aquí. — se defendió —De cualquier forma, solo estuve aquí los dos meses posteriores a tu llegada, luego volví a Forks.

—¿Y puedo creerte eso?

—Puedes preguntarle a Alice, o a Jasper. — Edward se acercó más, Danna sintió que su corazón se aceleraba de repente y supo que el vampiro podía sentirlo. —Lo juro, solo quería saber que te adaptaste bien y estabas segura, cuando lo confirme, volví a casa. Aunque Forks ya no se sintiera como un hogar.

Sus ojos, unos contra otros. Dorado contra marrón. —¿Y eso porqué?— indagó Danna en un susurró austero que murió en el poco espacio que había entre ambos.

—Porque tú estabas aquí.

Ahí estaba de nuevo, esa sensación de que podía hacer lo que fuera por él. Y una extraña confirmación de que él haría lo mismo por ella. Sin importar qué. Edward, Edward, solo Edward en todos sus pensamientos.

Un anillo.

Un anillo sencillo justo como ellos, pero reluciente de una forma peculiar como todos los Cullen. Una propuesta, una completa responsabilidad sobre los sentimientos del otro. La sorpresa en sus facciones. —Si es que aún quedan retazos de mí alma dispersos por aquí...— Edward señaló su pecho —¿Los tomarias para dejarme ser tu compañero de vida?

—La eternidad es un largo tiempo.

Aquellos ojos dorados recorriendo sus facciones como si fueran lo más hermoso que habían visto en cientos de años. —¿Lo es para nosotros?



























BREAK UP WITH YOUR GIRLFRIEND | EDWARD CULLENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora