Dos en uno, maraton 4

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Priscila arrastró a Victore hacia su habitación y lo lanzó hacia su cama. Cerró la puerta tras su espalda y se recostó en esta.

-Habla, cuenta todo- le exigió con el ceño fruncido.

Ante el cambio de actitud de la loba Victore pestañeó y comenzó a reírse dejándose caer en la cama y aguantándose el estómago. Pris en cambio no entendió que era tan cómico. Ella no le veía la gracia a todo el asunto a su alrededor.

-Preciosa- Victore se sentó y se secó una lagrima- No se preocupe, responderé todo lo que desees pero primero sería mejor que se cambiara de ropa. Si de casualidad a mi alfa le da por pasar por aquí y la ve en esas fachas y conmigo sentado aquí, por mucho que huela a él, pensará cosas erróneas y me castrará, y me gusta mucho el sexo como para perder mis hermosos amiguitos allí abajo-

La forma obscena con la que el lobo dijo eso incomodó a Priscila que después de revisarse de arriba abajo y querer pensar que no estaba sonrojada caminó en dirección al baño.

-Si salgo y no estás te buscaré en cualquier parte de la manada y me darás respuesta- dijo antes de entrar.

Victore se corrió su cabello platinado hacia atrás y sonrió.

-La Princesa es bastante exigente pero me gusta- se burló y se recostó en la cama hasta que ella terminara de hacer lo que debía, recordando la noche anterior.

Le había costado trabajo emborrachar a Kei y que abriera la boca. No era imbécil para saber que le gustaba al lobo pero el maldito no se lo acababa de declarar. Y él era lo bastante sádico como para decir algo y romper la diversión hasta el momento. Le encantaba ver el siempre rostro frío de Kei derretirse en una mueca de preocupación y vergüenza ante él.

Soltó una carcajada. Su apariencia hermosa era realmente una pantalla, pero estaba seguro que alguien como Priscila lo comprendería. Ser hijo de un omega y de paso ser tan bello y delicado no era algo positivo donde lo que regía era el prototipo de lobo macho fuerte grande. Algo que solo buscaban las loba. Quizás por tanto rechazo era que le gustaban a él también los machos.

O quizás era desde que había conocido a Kei.

La puerta se abrió. Eso había sido rápido.

Priscila salió secándose el cabello y sin ninguna prenda con su cuerpo aún húmedo. Victore se sentó y recostó su cabeza sobre su mano.

-Realmente no te preocupa que mi alfa me mate ¿verdad princesa?-

Priscila lo miró por encima del hombro mientras abría el armario.

-No es como si me fueras a atacar pues mi cuerpo no te gusta- agarró un pantalón y una blusa ancha corta y se la puso con calma.

Después se dejó caer en el butacón delante de la cama secándose el cabello.

-Ya puedes hablar-

Victore sonrió.

-Primero pregunta, yo responderé-

-En ese caso vamos de lo más sencillo a lo más difícil- quería dejar lo más denso para el final pues sabría que vendrían más preguntas de las que ya se estaba formulando- ¿Cuál es tu relación con Kei? No quiero que le hagas daño-

La expresión de Victore se volvió un poco sombría.

-No creo que eso sea asunto de una cachorra como usted que apenas lo conoce- levantó la mano antes de que Priscila lo interrumpiera- Pero para que esté en calma, sé que está enamorado de mí y que quiere que sea su compañero. No puedo leer las mentes como tú pero si entrar en los sueños de los demás de vez en cuando y si, lo he visto y todo lo que quiere hacerme- se relamió los labios- Yo...le correspondo, solo que me estoy divirtiendo un poco por el momento-

Reina del Alfa #2 Serie: Almas De Lobo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora