En comparación con su cuerpo grande, Priscila se sentía pequeña, delgada, solo rellena en las partes indicadas, aunque parada era esbelta y con su carácter y porte parecía ser aún más alta. Pero tenerla entre sus brazos temblando, con lágrimas en los ojos era algo realmente nuevo para el alfa Layan.
-Tranquila cachorra que ya estamos llegando- le dijo él mientras la envolvía entre sus feromonas mientras atravesaban los pasillos del castillo.
Él era conciente de la fragancia de ella y que era más fuerte que antes. No era estúpido. Estaba exudando feromonas para llamar a un lobo macho. Instinto básico cuando las lobas entraban en celo. Lástima que ella ya tenía quien era el dueño de su celo. Así que con sus feromonas alrededor de ella no solo a calmaba, sino que también marcaba su cuerpo con su olor para que ninguno más se acercara.
Pero estaba el hecho que quizás el celo de Priscila podría ser muy fuerte porque olía bastante dulce y eso estaba haciendo que su cuerpo se estremeciera y tenía miedo que su propio celo se le adelantara. Eso no sería seguro ni para ella ni para él mismo.
Las manos de la joven loba se apretaban a su ropa incluso si todavía le dolían debido a las quemaduras, y su rostro lo enterraba en su cuello. Si, tenía miedo y aún algunos rastros de arcadas después de aquel efímero pero desagradable momento. Aun la recorrían por su piel aquellas manos invisibles tocándola sin su consentimiento. Y eso la hacía estar más consiente que solo le gustaba el toque de Layan.
Lo abrazó más fuerte afirmándose a él. Lo necesitaba. Mucho más de lo que él creía. Ahora que sus emociones estaban despiertas, era más fácil entender porque quería estar junto a él.
Una vez dentro del cuarto Layan se acercó a la cama y se inclinó para dejarla sentada. Tomó su rostro con rastros de lágrimas y limpió algunas con sus pulgares.
-¿Qué fue lo que ocurrió Priscila? Te dije que descansaras. Me voy unos minutos y mira lo que pasa- su voz no era de acusación, más bien de preocupación.
Ella sorbió y levantó la mano para secarse los ojos húmedos pero su mano fue detenida. Los ojos del alfa se abrieron ante el desastre de su mano y luego de la otra.
-¿Y cómo fue esto?-
-Mis manos se congelaron e intenté descongelarlas pero me pasé de la raya- dijo ella con voz pastosa y sorbiendo de nuevo- Lidiar con mis emociones no es fácil, estoy aprendiendo-
-Al menos hubieras esperado que estuviera contigo, así te hubiera ayudado-
Que Layan estuviera cerca de ella cuando buscaba a Liam no era precisamente lo más viable. Ella quería alejarlo lo más posible, no acercarlo al peligro y más ahora estaba tan cerca de su objetivo. No había dudas de quien era Liam.
Ya había descartado a la mayoría de los lobos importantes dado que ella les había dado la manilla. Entonces solo que dababa...
-Priscila- la voz de Layan la sacó de su mente- Necesito que estés aquí conmigo, ya me diste un buen susto cuando te encontré con los ojos en blanco y sin responder ¿Qué fue lo que realmente pasó?-
El lobo en algún momento había ido al baño y buscado un paño húmedo. Comenzó a limpiar su rostro y después prosiguió, suavemente con sus manos. Tras la mención del hecho pasado un estremecimiento recorrió a Priscila y bajó la cabeza. Se mordió el labio inferior. No sabía cómo explicar lo que había pasado y estaba tan agobiada en ese momento que no podía soltar algunos de sus comentarios sarcásticos.
Tras dos minutos sin respuesta Layan desistió de seguirla presionando porque la loba no parecía que fuera a hablar. Él le pasó la mano por la cabeza y la desplazó para acunar su mejilla.
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Reina del Alfa #2 Serie: Almas De Lobo
WerewolfSegundo novela de la Trilogía Almas de Lobos Ella, la hija de Nebraska y Hades ha nacido con la sangre de los cinco grandes alfas. Siendo la loba más fuerte de su tipo no puede controlar su poder haciéndose daño. Layan sabe que ella lo reclama como...