Eres una egoísta

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Priscila abrió los ojos encontrándose sola en la habitación de Layan. Pestañeó lentamente y se abrazó a la almohada que todavía tenía la fragancia de él. Olía tan bien que la hacía sentirse cómoda. Aún podía sentir su piel hormigueando por el contacto con el lobo y se encontró sonriendo ligeramente.

Layan parecía estarle correspondiendo. Después de todo su trabajo no había sido en vano.

Se levantó y se metió en el baño. Ese día estaba decidida a lograr parte de su plan y nadie la detendría. Haría lo que fuera necesario para que Litus liberara sus emociones.

Entonces recordó las palabras de Layan. Ojos rojos…Locura ¿Ella casi entraba en ese estado por culpa de Liam? Solo recordaba una rabia inundándola cuando aquel había amenazado con agredir a su lobo.

Debía tranquilizarse. No debía ser impulsiva. Si ella perdía el control su cuerpo terminaría vulnerable y no quería ni hacer daño a Layan ni hacer sufrir a su pareja. Sabía muy bien de la historia de Layan con su hermana y también el anhelo de su padre por tener cachorros propios como para que ella tuviera que hacerlos pasar por ese sufrimiento. Aun si su madre pudiera ayudarla a volver estaba segura que ellos sufrirían de todas formas.

Suspiró terminándose de vestir. Era muy joven para tantas preocupaciones. Si seguía así tendría el pelo igual que los gemelos pero de canas. Deseaba el momento en que pudiera levantarse simplemente pensando que solo tendría que besar a su compañero y dejarse amar.

Pero ahora prioridades para poder llegar a ese futuro. Saliendo del cuarto se dispuso a buscar a Litus. Hoy lo convencería de que liberara sus emocione so se cambiaba el nombre.

Con paso firme comenzó a recorrer el inmenso castillo  siguiendo su rastro. El maldito se movía de un lado a otro ¿Qué estaba haciendo?

Los lobos que pasaban por su lado se corrían, tanto por el respeto y algo de miedo que le tenían más por la convicción en el rostro de ella. Simplemente les hizo recordar a su alfa cuando se le metía algo en la cabeza y nadie lo podía hacer cambiar de opinión.

Después de más de una hora.

-LITUS- le gritó doblando la esquina. EL lobo se detuvo y miró por encima del hombro- Debes saber que si estás en esta manada no puedes huir de mi-

El alfa se giró con una leve sonrisa.

-Realmente pensé que te rendirías pero seguías detrás de mí insistentemente. No me imagino lo que dirá Layan si se entera-

Priscila caminó hacia él y se detuvo delante.

-En primera, Layan no es mi dueño por lo que no necesito ni su permiso ni opinión para hacer lo que desee y en segundo, eres un maldito por jugar conmigo, no te lo mando a decir con nadie- estaba seria y el plateado de sus ojos era muy potente.

Litus inclinó la cabeza hacia un lado.

-Ya sabes mi respuesta y no pienso cambiarla, así que no me interrogues con esa mirada cachorra-

Priscila entrecerró los ojos.

-En serio necesito que liberes mis emociones-

-No y fin de la discusión- se dio media vuelta comenzando a caminar-

Priscila se mordió el labio inferior. Si eso seguía así definitivamente perdería su oportunidad y si se seguía tardando más sucesos podrían ocurrir en la manda y estaba segura que Layan no se lo perdonaría si supiera que parte de la culpa era de ella.

-Él…está vivo- soltó de forma casi silenciosa pero lo suficientemente alto para que el alfa lo oyera.

Litus se detuvo en seco y se giró rápidamente.

Reina del Alfa #2 Serie: Almas De Lobo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora