No es una loba sumisa en el sexo

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Los gemidos salían de la boca de Priscila apenas cubierta por su mano. La estimulación de su cuerpo, más las feromonas, más el celo no la dejaba pensar. Cada zona done Layan tocaba, donde lamía, donde mordía era como si fuera una fibra nerviosa y eso hasta cierto punto la asustaba, pero estaba tan inmersa en el placer y en la necesidad de ser llenada que apenas podía percatarse de eso.

Dos lágrimas corrieron por sus ojos y pronto fueron lamidas del costado de estos. Layan se alzó sobre ella soltando uno de sus pezones y le besó la frente.

-¿Por qué llora tan temprano mi loba?- él le volvió a morder la punta de la nariz y dejó un beso tierno en sus labios- Todavía no hemos entrado en la mejor parte- le sonrió en consuelo.

Priscila apenas podía pensar como para responderle aquello solo le correspondió el beso. Layan se separó después de dejarla agitada para desplazarse a sus pechos donde había dejado varias marcas de mordidas y besos. Los pezones los había dejado hinchados y a carne viva después de torturarlos con sus colmillos. Sabía que después le dolerían y él muy dispuesto los lamería de nuevo hasta que estuvieran curados.

Pero lo que más ansiaba lamer estaba más abajo, donde sus dedos habían hecho un desastre y ya dos de ellos se enterraban hasta la base abriendo el apretado y húmedo túnel. Y dejando un rastro de besos por su plano abdomen, después de chupar por última vez, por el momento sus pechos, se dirigió al sexo de la loba y abrió sus piernas doblándolas un poco hacia el pecho de ella.

El olor dulce que invadió su nariz lo hizo salivar y se chupó los dedos empapados antes de centrar su vista en el núcleo de ella.

-hermoso- y bajo su cabeza dejando que su boca abarcara parte de este.

Priscila se contorneó sobre el colchón y su espalda se levantó de este ante la inesperada estimulación. Sollozó sin poderlo impedir y sus dedos se enterraron en la cabellera roja que antes le había hecho cosquillas mientras devoraba cada uno de sus pechos.

-Layan, Layan- gemía su nombre con una voz casi irreconocible y eso solo estimuló aún más al lobo a seguir devorándola.

Su lengua lamía los labios hinchados y tiraba de ellos con sus colmillos dejando marcas en esa zona tan sensible, si no fuera porque ella estuviera en celo no lo haría pues dolería, pero esta vez podía aprovechar. Así que se deleitó en lamer cada zona y mordisquear suave antes de llegar a donde deseaba.

-Sabes tan bien preciosa que podría estar así toda una noche y no me aburriría- volvió a sumergirse en esa zona de donde salía tanto líquido suave y succionó hasta que el sabor de la loba se había grabado en él. Los gemidos de protesta por parte de Priscila llegaban a sus oídos y solo quería molestarla más, jugar más con ella, su celo demoraría en perder fuerza y quería que toda la experiencia fuera abrumadoramente placentera. Así que antes que ella pudiera reaccionar subió lamiendo hasta que encontró ese botón duro y sensible.

Y sus labios se cerraron en torno a este y succionó con fuerza. Tenía un objetivo y era hacer que la loba se corriera. Y supo que no faltaría mucho cuando las paredes de ella se apretaron alrededor de sus dedos.

-Córrete amor- dijo con su aliento caliente golpeando en el sensible clítoris que la hizo gritar- Si, hazlo para mí- casi imploró Layan y volvió a meterlo en su boca mientras sus dedos hurgaban más profundo estimulando cada parte.

Reina del Alfa #2 Serie: Almas De Lobo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora