El plan inicial era que él haría su loba volverse loca y follarla hasta que ella perdiera la cabeza por completo, no que ella le estuviera haciendo perder la cabeza a él. Layan tenía cada músculo de su cuerpo tenso y se marcaban en sus brazos y pechos las venas, su erección palpitaba tan dolorosa que juraba que estaba de un peligroso rojo y más grande que lo que él la recordaba, y la maldita de su loba solo seguía jugando con él. Llevándolo a la puerta de la locura para no dejarlo cruzar.
Los ojos de Layan picaban y sentía como el lobo dentro de él quería tomar el control y acabar con la loba debajo de él y enterrado hasta la base enseñarle quien mandaba. Pero no, esa noche Priscila era de él, solamente de él y no dejaría que nadie arruinara eso. Por lo que enrolló su brazo alrededor de la estrecha cintura de la loba presionándola contra su pecho a pesar de sentir un gruñido de ella ya que limitaba sus movimientos.
-Se acabó el juego, preciosa, es hora de que tu lobito se entretenga. Me duele mi pene tanto que pienso que me voy a desmayar y estoy seguro que ninguno de los dos quiere eso. Yo deseo estar dentro de ti con mi nudo haciéndote correr tanto que no olvidarás quien es tu lobo- la voz de él sonó tan grave y necesitada que ella dejó de forcejear contra él y dejó su cadera tranquila a disposición de él.
Layan sonrió.
-Así me gusta amor- le dejó un beso en la mejilla y se la lamió para después recibir los labios de ella cuando esta desvió su rostro.
Y mientras volvían a un juego de lenguas donde Layan la besaba tan fuerte que casi ansiaba tragársela, bajó su mano libre delineando el costado de ella, amasando su nalga entre sus dedos y bajando hasta su erección. La humedad entre sus dedos era increíble, las lobas en celo realmente eran algo completamente diferente. Y estaba caliente, delicioso. Dios, aquello le encantaba y excitaba aún más. Gimió contra la boca de Priscila cuando agarró la base de su miembro. Estaba tan sensible que estaba seguro que se correría dentro de ella solamente con entrar. Y eso sería dejarlo en ridículo.
Él era alguien con un lívido alto, con buena resistencia. No quedaría precoz solo porque la calentura estuviera en cada célula de su cuerpo. Pero por supuesto, su pareja no tenía la menor intención de ser cooperativa con él. Y junto a la mano de él pronto estuvo la de ella alineando el miembro bajo su sexo caliente.
Layan no supo cuando fue, no tenía idea de lo que ocurrió, pero de estar besando a Priscila se encontró abriendo la boca intentando buscar algo de aire mientas un calor abrazados apretaba una parte de su miembro y su cadera temblaba.
-Demonios- gruñó apretando sus dientes y sostuvo con fuerza la base de su pene, aunque eso no impidió el desastre. Se dejó llevar por el instinto y de un duro tirón dejó que su cadera subiera enterrando con fuerza el resto de su miembro en el tan estrecho canal y su mano presionara la cadera femenina hacia abajo no dejándola escapar, y se corrió.
Su mente se volvió en blanco mientras se estremecía solo ejerciendo un poco de fuerza para no dejar salir su nudo con éxito. En medio de su nebulosa de placer donde su semen se derramaba en el interior de su loba escuchó un grito que no pudo procesar.
Uno, dos, cinco, diez, quince, treinta segundos. Casi medio minuto le tomó reaccionar y escuchar quejidos sobre su hombro, así como algo caliente… lágrimas. Los ojos de Layan se abrieron de golpe y la realidad le cayó como un balde de agua fría.
Dios, se había dejado llevar por la excitación y él… y él…
Miró hacia abajo y se dio cuenta que estaba enterrado completamente en el cuerpo de Priscila. Al alzar la mano que anteriormente aguantaba su miembro encontró que había rastro de sangre y se asustó. El cuerpo de ella temblaba sobre él, seguro de dolor. Él se había forzado completamente en su interior sin cuidado, de una sola vez y aunque era el celo de ella y la había preparado, eso no quitaba que Priscila era una loba virgen, y él un lobo alfa. La diferencia de tamaño era notable. De seguro la había lastimado. No había dudas.
-Priscila, Priscila, amor, mírame- él la llamó acariciando su cabeza y espalda tensa intentando que ella se relajara lo mejor posible. Su voz sonaba angustiada y aunque se había corrido y las paredes de ella palpitaban manteniendo su erección completamente dura y con ganas de seguir disfrutando no se movió. No quería lastimarla aún más.
Priscila levantó su rostro ligeramente. Una expresión de dolor lo atravesaba, así como las lágrimas que se desplazaban. Esa imagen partió el corazón de Layan.
-Lo siento, lo siento- la tomó de la nuca y la atrajo hacia él para besar sus labios- me dejé llevar ¿Te dolió mucho? - él hablaba contra los labios de ella cuando uno de los de él fue agarrado entre los colmillos de la loba y fue mordido y roto por sus caninos. Como era de esperar.
Estaba seguro que si no fuera por el dolor que ella estaba pasando ahora definitivamente apretaría tan duro su pene que se lo partiría. Al menos había impedido que el nudo se formara y los hubiera unido. Él necesitaba contenerse o echaría a perder todo el plan. Además, el nudo de él no era precisamente pequeño y la desgarraría sin dudas.
Si había algo que Layan sabía era que Priscila era una loba bien vengativa. Así que no se molestó al ella reaccionar así. Por el contrario, sonrió levemente.
-Mi loba no me quiere disculpar- dijo él sintiendo una gota de sangre correr por su barbilla.
Priscila no le respondió. Sus ojos se fijaron en la herida que pronto comenzó a cerrar y en la sangre que pronto estuvo lamiendo. Layan le acarició la cabeza. Lo único que no le gustaba del celo era que las lobas no reaccionaban lo suficiente como para responderle. Usaban más su expresión corporal para transmitir lo que querían. Aunque él disfrutaba la forma de hablar de Priscila y como siempre lo retaba. No era que se quejara, tendría a Priscila para él solo por mucho tiempo y estaba seguro que sería sumamente divertido.
Su mano acarició la nuca de ella donde estaba la marca temporal mientras buscaba de nuevo sus labios y usaba su sangre junto con el semen dentro de ella que se filtraba levemente hacia afuera para sanar cualquier herida que la hubiera podido provocar y así aliviar su dolor. Estaba convencido que la había desgarrado. Él estaba sumamente hinchado y grande estimulado por el celo de ella y hasta se había corrido bastante, solo que no como lo hubiera hecho si la hubiera anudado por completo. Al menos ahora tenía la paciencia para hacerle el amor sin tener que estar conteniéndose tanto.
Y al parecer funcionó lo que estaba haciendo pues, poco después, Priscila se removió contra él y volvió el beso más intenso por ella misma. Sus lenguas se enredaron y la saliva se corrió por la barbilla del lobo. Ella estaba tomando el control del beso… y de su cuerpo también. No pasó mucho tiempo para que Priscila se separara de él con el mismo brillo de antes y eso emocionó a Layan.
La loba se enderezó lentamente sentándose completamente sobre la cadera de él. Las manos grandes de su pareja acariciaban sus muslos mientras ella sentía palpitar el miembro grande y duro en su interior. Y estaba tan profundo que se marcaba ligeramente en su vientre plano. Ella alzó la cabeza hacia atrás y tomó un profundo respiró.
La mano de Layan se desplazó por el muslo de ella hasta llegar al pequeño bulto en el abdomen femenino. Al fin. Estaba dentro de su loba, profundamente en su interior, estaba teniendo sexo con ella, haciéndole el amor. Y solo faltaba que anudara completamente y reforzara su enlace con una mordida sobre la marca de su cuello para que Priscila fuera por fin su compañera.
Actualización doble
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Reina del Alfa #2 Serie: Almas De Lobo
WerewolfSegundo novela de la Trilogía Almas de Lobos Ella, la hija de Nebraska y Hades ha nacido con la sangre de los cinco grandes alfas. Siendo la loba más fuerte de su tipo no puede controlar su poder haciéndose daño. Layan sabe que ella lo reclama como...