Tu celo es mío

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Priscila se removió ligeramente una vez que su conciencia volvió. Algo la tenía férreamente sujeta sin darle libertad de movimiento. A pesar de haber frío, también había calor, uno cálido y acogedor que la hacía sentir protegida…querida.

Abrió los ojos de golpe.

¿Sentirse?

¿Protegida, querida?

Eso era…extraño.

Los recuerdos de los últimos acontecimientos la asaltaron y cerró los ojos con fuerza ante la pulsada que azotó su cabeza. El beso de Litus, el dolor en su pecho, cuando cayó sobre Layan y después todo se volvió borroso. Hizo un sonido con la garganta ante el malestar del que ahora era consciente y fue apretada.

-Estás despierta- una voz grave que pronto reconoció acarició su cabeza.

Ella alzó su mirada y a pesar de la oscuridad había ligeros destellos que le permitieron ver aquellos dos orbes azules. Priscila sintió como su corazón latió en su pecho y un reflejo muy lejano de alguna emoción que no reconocía la envolvió. Había estado tanto tiempo sin sentir algo que apenas podía identificar que era realmente que pasaba.

-¿te duele algo?- los dedos de Layan acariciaron su mejilla.

Priscila no sabía. Estaba demasiado abrumada y no podía dejar de mirar a Layan. A pesar de que sus cuerpos estaban cubiertos de sangre seca y el olor era penetrante ella estaba fascinada con el lobo. Acaso aquello era lo que se definía como gustarle alguien.

Raro.

Layan la atrajo más hacia él y acarició su sien con su nariz para después lamerla. Sus brazos envolvían a la loba en su regazo envolviéndola con su olor. Sonrió ligeramente al notar que el lazo estaba vigente nuevamente. Priscila había vuelto.

-Háblame Priscila- el besó su mejilla- Quiero saber cómo estás- su voz era grave y eso la hizo temblar ligeramente.

-¿Qué me estás haciendo?- la voz de ella también era muy ronca. No le dolía pero si la notó seca.

Layan dejó de besarla su mejilla y acercó su rostro al de ella.

-A qué te refieres- besó su barbilla recorriendo sus manos por la columna y el muslo de ella.

Priscila, que en ese momento estaba en una marea de sentimientos, pensamientos y que no se podía concentrar con los toques de Layan le puso una mano sobre la boca de él y con la otra detuvo la mano que bailaba sobre el muslo de ella peligrosamente.

-Detente un momento- jadeó. Dios, estaba agotada.

Layan alzó una ceja y lamió la mano sobre su boca. Aun así Priscila no la separó, más bien le frunció el ceño y el lobo se tranquilizó. La dejaría hablar como él quería, pero tenía ganas de tocarla, de saber que ella realmente estaba a su lado, que estaba viva y respirando. Tenía ganas de completar el lazo y hacerla completamente suya.

-¿Qué te hago sentir mi loba?- agarró su palma y la puso sobre su rostro para que acunara su mejilla.

Priscila se mordió el labio.

-¿Por qué mi corazón late así? ¿Por qué mi pecho duele ahora que te estoy mirando? ¿Por qué tiemblo cuando escucho tu voz? ¿Por qué …?- unos dedos la cayeron sobre sus labios.

El rostro de Layan era serio. Mortalmente serio y sus ojos estaban entrecerrados.

-¿Priscila? Acaso tus emociones están de vuelta- su tono bajó una octava.

Ella se mantuvo tiesa contra su cuerpo y segundos después, y sin rodeos asintió con la cabeza. Layan abrió los ojos y gruñó. Pegó su frente a la de ella y se concentró en su enlace a medio formar. No era tan fuerte pero lo podía sentir. No era normal, no había la misma frialdad que antes. Ahora era intenso, como si el cuerpo de Priscila estuviera lleno de vida.

Reina del Alfa #2 Serie: Almas De Lobo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora