Layan caminaba lentamente llevando la loba adolescente en sus brazos. Pocas veces en su vida había temblado tanto como ahora. La saliva en su boca difícilmente pasaba por su garganta y cada vez que el recuerdo de lo que había hecho le cruzaba por la mente los síntomas se hacían peores. Obviaba la reacción fisiológica de su cuerpo de querer apretar más a la loba contra él y darle protección. Si solo no la hubiera mordido no sería tan fuerte.
Un alfa siempre tenía un alto instinto de cuidar a los que lo rodeaban, sobre todo si eran jóvenes, pero a él se le había pasado la mano en más de una manera. LA HABÍA MORDIDO. Que estaba pensando en ese momento. Y no a cualquier lobo, sino a Priscila, la loba que lo reclamaba como suyo. Acaso eso no significaba que lo había reconocido. De seguro eso era lo que pensaría ella una vez que despertara.
Tenía que aclarárselo. Esto había sido una medida de emergencia. El lazo no se completaría si ellos no consumaban su unión, algo de lo que no tenía intención. No la tocaría, no podía hacerlo. En cuanto estuviera seguro de que ella podía estar estable rompería todo lo que los vinculaba. Una pulsada cruzó su pecho ante la idea del rostro que la loba haría cuando la rechazara pero la ignoró. No era momento de eso. Él no podía darle lo que ella quería.
Parte del camino la había llevado en su espalda en forma de lobo por lo que cuando él se transformó ya estaban bastante cerca de la mansión. En la entrada una loba caminaba de un lado a otra casi al punto del desespero. Su rostro serio y frío a la vez. Nebraska podía morir de la preocupación por cualquiera de sus miembros y Layan ya había visto de lo que ella era capaz. AL notarlo corrió hacia ellos.
-Ya está bien, solo necesita descansar- Le dijo Layan bajando un poco a Priscila que llevaba fuertemente agarrada para que Nebraska la viera.
La reina acarició el cabello de su hija y respiró con más calma.
-Gracias Layan, de verdad que te lo agradezco-
Layan le sonrió cálidamente.
-Sabes que puedes contar conmigo para lo que necesites-
Nebraska alzó la cabeza para después enfocarse nuevamente en su hija. Hades estaba dentro de la mansión supervisando todo el desastre ocasionado. Nicolás y Rodrigo pronto se reunieron con su madre y el primero la cargó. Inesperadamente Layan sintió un vació al ser quitada la loba de sus brazos y en consecuencia gruñó.
Nicolás parpadeó acomodándose a Priscila contra él, pero no pudo decir nada. Layan pasó por al lado de ellos en dirección al interior de la mansión. Se pasó la mano por su rojizo cabello sacudiéndolo con fuerza. Era el lazo, era el lazo, por eso era tan fuerte las sensaciones. Él mismo se había puesto la soga al cuello, ahora tenía que lidiar con las consecuencias.
Después de cambiarse se quedó frente a una ventana en el salón principal. Habían pasado horas desde que había vuelto con la loba y la sensación todavía estaba en su piel. El olor dulzón a flores totalmente diferente a cualquier lobo todavía picaba en su nariz y la calidez de su cuerpo era difícil de obviar. Su lengua acariciaba sus colmillos tantas veces que hasta la pinchó. El sabor de la sangre de ella era tan diferente a la de su madre.
Nebraska era fuerte para ser una omega, era extraña y una caja de sorpresa para muchos. Su hija era también impredecible pero en otro sentido. Su fuerza estaba incluso en su sangre. Era espesa, difícil de tragar al aturdir los sentidos pero a la vez tan adictiva. Se pasó la mano por el rostro. Se estaba volviendo loco. Quizás tendría que haber buscado otro método.
Conocía el efecto de la marca. Mientras más tiempo pasara más querrá tocarla, hacer que la unión fuera completa, hacerla suya de pies a cabeza, por eso había que tener cuidado cuando se mordía.
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Reina del Alfa #2 Serie: Almas De Lobo
WerewolfSegundo novela de la Trilogía Almas de Lobos Ella, la hija de Nebraska y Hades ha nacido con la sangre de los cinco grandes alfas. Siendo la loba más fuerte de su tipo no puede controlar su poder haciéndose daño. Layan sabe que ella lo reclama como...