Layan nunca pensó que tendría que utilizar toda su fuerza para caerle detrás a alguien. Apenas había sentido el aire nocturno en su cara se había transformado desgarrando toda su ropa a su paso. El cuerpo de un lobo tomó su lugar y tensó todos sus músculos.
Pero maldición. Se suponía que estaba persiguiendo a una cachorra. ¿Qué tan rápido podía correr? Por más que moviera sus patas no podía acortar la distancia por más que hiciera el esfuerzo. El animal se fundía con la oscuridad de la noche y el espeso follaje del bosque. Su pelaje tan oscuro y brillante como el de su padre, un lobo negro, tan contados como los lobos albinos, tan hermosos que era increíble creer que existieran, destinados a la grandeza, a ser líderes. Apretó los dientes y maldijo.
Corrió, corrió tanto que por primera vez en su vida pensó que sus pulmones colapsarían, jadeaba con cada paso y aun así, la cachorra delante de él, no aminoraba la marcha pero no era eso lo que le preocupaba. La brisa soplaba más fuerte, el olor del bosque se difuminaba a su alrededor, estaban llegando a los acantilados de uno de los límites de la manada.
El corazón palpitó en su pecho. No sabía si ella tenía conocimiento sobre la superficie que ocupaba toda la manada de su padre pero si se dirigía allí significaba que sí. Todas las alarmas se encendieron dentro de él. Acaso Priscila intentaba matarse. Era sabido que si caía por allí, con esa altura y por más fuerte que fuera las posibilidades de sobrevivir eran nulas.
No podía permitirlo, tenía que hacer algo. Él no solo era el alfa de su manada, era el líder del Consejo y todas las vidas estaban bajo se responsabilidad. Además se lo había prometido a Hades, que traería a su hija de regreso, no podía simplemente volver con las manos vacías. Priscila solo era una cachorra asustada, asustada de sí misma y de su creciente poder que ni ella ni nadie comprendía.
Utilizo toda la fuerza que le otorgaba su sangre alfa, los músculos de sus patas se marcaron dolorosamente y corrió, hasta que el aire a su alrededor fue un agudo silbido. El blanco del bosque se abrió delante de él. Allí, a menos de un kilómetro se terminaba el terreno dando paso a ...la nada.
Layan la veía correr sin detenerse, aun cuando lo que estaba más allá era la muerte. El alfa afincó con fuerza sus patas traseras y saltó. Cayó con un sonido brusco levantando la tierra bajo sus patas, todo su cuerpo se estremeció y se giró gruñéndole con fuerza a la cachorra que corría hacia él.
El pequeño lobo oscuro como un manto de la noche se detuvo de golpe con las patas temblorosas y a pesar de su vista desenfocada bajó la parte superior de su cuello y mostró todos sus dientes. Destellos calientes y flameantes danzaron alrededor del alfa solo quemando hasta lo negros las pocas yerbas que habían logrado sobrevivir.
Aquello era el colmo. Layan en respuesta sacó los dientes y gruñó tan fuerte que la cachorra retrocedió, todavía amenazante pero escondiendo la cola entre las patas. Ahora se veía tan pequeña que una pizca de remordimiento cruzó por el pecho de Layan pero debía recordar que no se estaba enfrentando a cualquier lobo.
Él avanzó, lento, pausado, con todo el pelaje erizado apareciendo más grande, sus orejas erectas, sus colmillos afuera, sus ojos brillantes, exigiría su sumisión y de esa forma la calmaría, solo debía acercarse más, un poco más. Pero antes de que pudiera hacer algo ya Priscila se estaba girando para retomar otra vez la persecución. No la dejaría.
Volvió a saltar y cayó sobre ella haciendo que ambos cuerpos rodaran sobre el manto de follaje verde. Priscila luchó, se sacudió para quitárselo de arriba, gruñó, aulló con fuerza, sus aptas se movían arañando la piel que encontrara a su paso.
Layan no quería ser brusco pero la fuerza de la cachorra era grande, incluso para su edad. Jadeó cuando los dientes de esta se clavaron en su cuello. El dolor se disparó por cada parte de su cuerpo junto a una extraña y poderosa sensación que lo hizo temblar, pero no retrocedió. Se sacudió y de un fuerte tirón logró zafarse del doloroso agarre haciendo que su piel se desgarrara. Esta rápidamente comenzó a regenerarse tras su habilidad.
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Reina del Alfa #2 Serie: Almas De Lobo
WerewolfSegundo novela de la Trilogía Almas de Lobos Ella, la hija de Nebraska y Hades ha nacido con la sangre de los cinco grandes alfas. Siendo la loba más fuerte de su tipo no puede controlar su poder haciéndose daño. Layan sabe que ella lo reclama como...