El celo daba miedo

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Ella es mía...

No me la vas a guitar.

El gruñido de un lobo resonaba molesto, violento, sacudiéndose porque no podía salir.

***

Layan abrió los ojos y su cabeza palpitó severamente. Se llevó la mano a su frente y corrió el cabello en su rostro. Acababa de tener un sueño extraño. Apenas podía recordarlo, pero aún quedaba la sensación de una voz grave y algo familiar resonando en su cabeza.

No entendía que había sido eso. Era extraño, pero por alguna razón se sentía incómodo. Quién demonios era aquello que le estaba reclamando lo que era suyo.

Abrió los ojos para encontrar el techo de su cuarto encima de él. La luz se filtraba suave a través de las cortinas. Había dormido mucho después de tratar el celo de su loba. Estaba seguro que ya todos en la manada se habían dado cuenta dado que él siempre estaba visible o disponible.

Oyó un leve sonido a su lado y se encontró a Priscila completamente dormida sobre sobre su hombro. Su rostro se encontraba en calma, se imaginó que era porque el celo estaba ahora bajo control hasta nuevo aviso. De seguro podría descansar antes que la nueva ola volviera y ya estuviera preparada para él.

Se acercó u le besó la frente. Su brazo rodeaba la estrecha cintura y la apretó ganándose un gruñido de protesta por parte de ella. Layan sonrió. Nunca se había detenido a mirar bien a Priscila mientras dormía y solo podía decir que parecía una cachorrita. Una muy cálida y suave.

Restregó su mejilla contra el cabello de ella. Después de darse cuenta de sus sentimientos es como si se hubiera abierto una puerta y todo lo viera más brillante. Como que así es como se sentía una cuando estaba enamorado.

Le encantaba el sentimiento. Y más cuando tenía a la loba en sus brazos.

Unos golpes en la puerta lo sacaron de sus pensamientos. Gruñó y la apretó aún más hacia él de forma posesiva. Era sabido que los machos se ponían muy dominantes con su hembra en celo y él no era la excepción.

-Alfa- la voz de Victore sonó suave- El alfa Litus desea hablar con usted-

Layan frunció el ceño. Se había olvidado que el lobo aún estaba en su manada. Su mente tenía cosas más importantes en las que enfocarse realmente.

-Voy- dijo lo más bajo que pudo para no despertar a Priscila. Necesitaría descansar mucho. El celo agotaba a las lobas demasiado.

Con cuidado y notando que no quería se separó de Priscila y la dejó acomodada entre las sábanas. La tapó y se dirigió al baño. Después de lo de anoche que de solo recordarlo podía ponerse duro de nuevo, limpió a ambos, pero aun así necesitaba un baño con urgencia. Quizás así podía quitarse un poco del olor de la cachorra y enfocarse en su trabajo. Algo que sabía le costaría mucho.

Cuando volvió encontró una bola hecha en la cama debajo de la sábana. La cabeza de Priscila ya no era visible. Se acercó curioso y tocó por encima del bulto con una leve sonrisa cuando una cabeza peluda agarró uno de sus largos mechones y tiró de este hacia abajo.

-Oye, no tires- Layan le dijo sonriendo hacia el lobo acostado en su cama. Acarició su cabeza y el morro arrugado molesto- Fui al baño y tengo que hacer algunas cosas. Prometo que vendré rápido.

Una muy molesta Priscila por haberse levantado sola en la cama le gruñó para volver a tirar de su cabello hacia abajo sin tanta fuerza.

Layan se inclinó y besó su nariz.

-Me dijiste que tu celo es mío, y soy fiel a mis palabras- poco a poco ella fue abriendo su boca y el cabello largo se deslizó. Layan besó la mejilla peluda para abrazarla estrechando la loba oscura y peluda contra él- Buena chica-

Reina del Alfa #2 Serie: Almas De Lobo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora