Capítulo 15

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"Nada importa cuando sientes el mundo caer"


Correr, muevo mis piernas de un lado a otro cuando la bicicleta se desviaba. El suelo era frío y manchaba mis rodillas rojizas; mis ojos seguían derramando lágrimas, se veían tan cristalinas mientras caían al suelo gris sobre el espacio entre mis muslos derrotados.

¿En algún momento importó que cosas sentia ahora del antes?, ¿acaso era algo relevante estos sentimientos que alguien me diría que son estupideces?, ¿importará algún día estas descargas de emociones para mi?.

Pensé que escucharía la voz de alguien detrás de mi, al voltear mi rostro veo que soy el único en la oscuridad casi completa del monte de plantas y postes de luz, mi vista anda nublada y las chispas de resentimientos parecen regresar, pensaba que tal vez no debería regresar a casa, que también la solución sería descansar de este mal día.

"Martha quiere verme hoy si o si" pensé y la respiración se almacenaba de mis pulmones, algún punto de mi abdomen, cerca a mi corazón, dolía, ardía, no lo sabía con exactitud, pero iba a llorar.

Aún más de lo que hacía como un estupido sentimental. Más de lo que normalmente podía resistir antes del descontrol. Antes del inconsolable de mi corazón.

Uno

Alguien llamaba, mi móvil tenía muchos mensajes de los chicos, de papá e incluso de Natsu preguntando cuando regresaré a casa, si me encontraba bien, si algo ocurrió para encontrarme.

Mis manos temblaban al escribirles que estaba llegando a casa, que sólo estaba apurado de llegar a casa por una visita. Los recuerdos de Minamo me hacían acomodarme en el suelo y ponerme a pensar si realmente valía la pena dejarme llevar por él y sus comentarios sin saber la historia.

El último pensamiento sobre ello fue que en realidad, debería importarme porque no fui lo suficientemente honesto y está enojado, y quiere vengarse haciéndome sentir peor de lo que en esa vez observó con los ojos abiertos.

Dos

Curiosa ironía, maldita suerte divina de encontrar mi número, mal momento para llegar tarde, de pelear con Kitsuno, también de ir al partido y ser una porquería insignificante.

Todo en este día iba de mal en peor, y Martha sería la única en poder notarlo si me apresuraba, si decidía ir a casa en vez de hacer algo de lo que me arrepentiría.

¿importará si soy sincero ahora que es demasiado tarde?, ¿valdrá la pena seguir mintiendo?. No quería pretender que olvidaba las cosas malas que me pasan.

No necesitaba olvidar, pero no quería recordarlas a cada rato que estuviera con la vista baja. Era insólito el hecho de saber lo que pienso, saber que estaba mal, que necesito ayuda, y sin embargo no saber que rayos hacer para quitarlo de mi cabeza.

No quiero recordar nada de nadie, los momentos felices, los tristes, esas cosas angustiantes y alarmantes que supongo seguire teniendo. No quiero hacerlo más, no creo necesitarlo y lo odio con todo mi corazón.

Tres

Papá llamaba pero sólo me quedaba mirando el teléfono entre mi mano, el sentimiento de que algo podría pasarme pasó rápido por mi cabeza, raramente no me molestó, incluso llegué a la etapa del gusto de morir de esa forma.

"Un accidente provocado, ¿eso existirá realmente?"

Dos, seis, diez llamadas ocurrieron hasta que al ver por ambos lados suspiro sabiendo que aunque las lágrimas siguen cayendo, no me sentiría mejor quedándome aquí y preocupando a los demás. El hecho de pararme y sostener mis cosas para después tener entre mis manos la bicicleta por otros y no por mi se sintió egoísta.

O tal vez sea un miedo que desconozco.

O la simpatía que me comía de los demás.

Me subía a la bicicleta y mis ojos no paraban de llorar, algunos sollozos eran imposibles de apaciguar, resonando en el extenso pero oscuro espacio solitario hasta que llegué a casa y la ansiedad de entrar y que papá con Natsu me pregunten que ocurrió, la circunstancia de explicarlo, la sensación de que el aire me seguía faltando aumentaba mientras caminaba más cerca a la puerta con mis cosas entre ambos hombros.

Mis manos limpiaban de forma inútil los rastros de las lágrimas que seguían corriendo. Mis brazos temblaban por el frío inesperado a pesar de estar abrigado con la casaca del equipo, recordé que nunca me cambié y que quizás debía estar apostando.

—Rayos —susurré antes de implorar porque no se notara los rastros de lágrimas en mi rostro, ni que mis ojos me delataran.

La puerta frente a mi no lo hizo sencillo, no es cómo si pudiera pero, ver a papá frente a mi con los brazos cruzados preguntando si sabía lo preocupados que estaban por mi él y Natsu.

—Lo siento —respondí y realmente.

Se sentía como si estuviera masticando vidrio mientras lo decía y miraba sus ojos lagrimear antes de permitirme entrar.

Sostuvo mis cosas y las puso en mi habitación mientras susurró si quería cenar algo ligero luego de bañarme, yo sentía mi cabeza pesar pero asentí tratando de no sentirme más incómodo de lo que ya hacía.

Natsu me miró un largo rato y negó, las palabras no salían de su boca hasta que ingresaba a mi habitación y reconocía que tal vez sí que mi día podía empeorar a pesar de la hora que era. Martha hablaba en mi cabeza -o al menos su parte imaginaria- diciéndome lo mal que debía sentirme por mentir, si las cosas de hoy fueron demasiado chocantes, tal vez también diría que respire y exhale cuando la respiración se agote en algún punto de la charla.

Pensar en su reacción luego de la cena no fue lo más relajante, los mensajes de Kageyama diciendo que mañana no habría actividades con el club me dejo desconcertado, a la vez admitiré que tuve la sensación relajada sobre mi espalda cuando leí sobre aquello.

No tendría que ir y sentir las preguntas caer sobre mis hombros, no habrían las acciones incómodas y mucho menos tendría que aguantar los mareos por dos horas.

—Shouyo, tenemos que salir, ¿recuerdas? —dijo natsu al entrar

Un milagro estar cambiado.
Un milagro no estarme cortando cuando ella abrió la puerta.

Asentí con la cabeza mientras susurraba que iría a la sala cuando estuviera listo. La vi asentir con cierto sentimiento que preferiría jamás tuviera que verla.

Papá me sonreía como podía diciendo que no estuviera tenso, sosteniendo mis hombros intentando darme ánimos.

Martha estuvo parada sobre la puerta, sonriendo de la misma forma que odiaba, saludandome con ligeros susurros suaves, para entrar y platicar sobre cualquier cosa antes de ir al tema central.

Sus preguntas duraron toda la sesión.

Y creo que pude decirle algunas verdades a medias.

Ella sonrió y dijo que podía venir cada dos días, para seguir como la sesión de hoy.

No supe que decirle, pero sabía que tal vez las lágrimas corriendo por mis mejillas habían hecho todo más sencillo. Odiaba llorar, realmente no me gustaba hacerlo.

Jamás admitiré que Martha me agradaba cuando sonreía.

Drowning  (Haikyuu!!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora